El estreno de Crazy Heart refresca la cartelera peruana. Es una prometedora opera prima dirigida, producida y escrita por Scott Cooper, quien luego de una década de perfil bajo como actor, recientemente ha alternado con Bill Murray, Sissy Spacek y Robert Duvall en Get Low (2009), y pasó a escribir y producir, además de coprotagonizar, el thriller For Sale by Owner (2009). Formado paulatinamente en la industria, ha tenido la capacidad de hacer una película íntima, entrañable, provista de atractivo comercial y figuras que participan más allá de la actuación, como Jeff Bridges (productor ejecutivo) y Robert Duvall (coproductor).
A través de un personaje ficticio, asistimos a un homenaje al universo de la música country, a sus pliegues y honduras, y a su entorno ubicado en la Norteamérica sureña y rural. Basado en el libro homónimo de Thomas Cobb, Cooper juega con la mitología del fenómeno musical y cultural consolidado entre los años 60 y 70, con la aureola de sus exponentes bohemios, contraculturales y autodestructivos, situados en la frontera del sistema, entre el éxito masivo y el disfrute de los pequeños recintos de lúbrica audiencia.
El protagonista, un legendario cantautor nacido como Otis y famoso como Bad Blake, lleva en su nombre parcialmente cambiado el encanto maldito («blake» es un término alusivo a la virilidad y al fuerte impacto en las mujeres) que rodea a su carrera diezmada por el alcohol y la frustración. Es un sobreviviente de sí mismo, adiposo y descompuesto, que al borde de la base 6 necesita llamadas milagrosas de su agente para no quedarse varado en la imponente geografía, tan aplastante como revitalizadora, que Barry Markowitz (Sling Blade de Thornton, El apóstol de Duvall) filma con vista panorámica y colores intensos.
Ese clima de aire libre y carreteras despejadas, que anima al desenfado y la diversión nocturna, contrasta con el infierno personal de Bad, que fuera del escenario, y a veces a metros de él, yace en interiores estrechos y lúgubres, donde el encuadre se concentra en sus achaques y decaimientos; y con el tono melancólico y autorreferencial de las canciones que interpreta el propio Bridges, que ofrece un retrato rico en matices y limpio de sobreactuación –que le valió el Oscar-, a pesar de que su rol podría caer en el fácil martirologio.
«I could write a book about what I don’t know,
I watched my life fall thru the cracks» (I Don’t Know)
«I saw you waiting at the gate,
But I arrived a moment late,
I saw you shed a single tear,
Still I can’t peal away the years» (Hold on You)
En esas coordenadas, Bad conoce a Jean Craddock (Maggie Gyllenhaal), reportera que pasa de la admiración al trato horizontal y sintoniza con la ambigua condición, imponente y vulnerable, del viejo divo. Junto a su pequeño Buddy, la mujer se convierte, durante y después de un accidentado amorío, en el motor de sus aspiraciones, la presencia que llena los vacíos de las ex esposas y el hijo abandonado que el mismo Bad ha provocado. En ese sentido, el tema de la cinta es la difícil perdurabilidad del lazo afectivo, y en especial el paterno-filial queda como un vínculo precario, pasible de separación permanente y pérdida definitiva -el joven de la hostil conversación telefónica-, y reencarnación (Bad-Tommy, e incluso Bad-Jean) o el intento de virtual adopción (Buddy).
El principal logro de Cooper es infundir calidez a cada situación, ya sea tensa, relajada, jubilosa o dramática, en la intimidad, el recital modesto o el show masivo. Y otra virtud es la notable dirección de actores, en la que el protagonismo expansivo de Bridges es respondido con brillantez por Robert Duvall, el amigo que aparece por instantes y lo expresa todo; el sorprendente Colin Farrell –que canta también algunos temas–, tan breve como pulcro en el papel de Tommy Sweet, el hábil discípulo que superó al maestro; y Gyllenhaal, que sostiene un acento grave y poco glamoroso, sólo volcado a la histeria por el garrafal descuido de Bad.
En suma, Crazy Heart es un buen debut de Cooper, feliz ejemplo del relato que revisa una trayectoria particular, una línea de pasado borroso, presente sombrío y futuro incierto, y la rodea de personajes realmente tangibles y enriquecedores de la historia central, por más secundarios que sean, en un marco de valoración de la cultura popular norteamericana.
Dir: Scott Cooper | 112 min. | EEUU
Intérpretes: Jeff Bridges (Bad Blake), Maggie Gyllenhaal (Jean Craddock), Colin Farrell (Tommy Sweet), Robert Duvall (Wayne), Jack Nation (Buddy Craddock), James Keane (Manager), Ryan Bingham (Tony).
Estreno en España: 5 de marzo de 2010.
Estreno en el Perú: 10 de junio de 2010.
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