Una historia debe tener agujeros, espacios vacíos, como en los crucigramas, que el espectador debe rellenar. En tanto que cineasta, cuento con esta intervención creativa, sin la cual el filme y el espectador no tendrían razón de ser. Las historias sin fallos, que funcionan totalmente bien, tienen un gran defecto: impiden la intervención del espectador.
Sensible reflexión, y toda una declaración de principios, sobre el vínculo con el público de un maestro del cine contemporáneo, el iraní Abbas Kiarostami, autor de películas tan notablemente humanistas como ¿Dónde está la casa de mi amigo? y El sabor de la cereza, que ha cumplido hoy, martes 22 de junio, setenta años de edad, de los cuales cuarenta ha dedicado al arte fílmico.
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