UNO, la historia de un gol, de Gerardo Muyshondt y Carlos Moreno, es un documental sorprendente, digno espécimen del cine salvadoreño que se mimetiza con la modestia de su sacrificada selección de fútbol del Mundial España 82, y hace de su doliente experiencia deportiva y social un relato de dignidad y patriotismo, un recuerdo agridulce y el material idóneo para mezclar la ironía y el desasosiego particulares con el desgarro de una colectividad.
El filme recrea la participación de El Salvador en dicha competencia, donde al perder por 10 a 1 ante la escuadra de Hungría el 15 de junio de 1982, marcó dos hitos en ochenta años de historia mundialista: sufrió la peor goleada y a la vez anotó el que hasta hoy es su único gol, en un contexto de sangrienta guerra civil que diezmó a su población entre 1980 y 1992. Cuatro días después, el 19 de junio, un terremoto de 7.3 grados en la escala de Richter mató a nueve personas, hirió a noventa y seis y damnificó a cinco mil.
Los directores hacen un buen manejo del material de archivo, dosificando la decena de goles húngaros, dejando para el final el histórico tanto salvadoreño y reconstruyendo no sólo el clima psicológico de ese equipo que encarnaba la esperanza de un pueblo desangrado y que se levantó luego del 10 a 1, casi empatándole a Bélgica y a la Argentina del joven Maradona, sino también la precariedad integral en la que se desarrolló su participación, desde la odisea de viajar a España en una serie de aviones que daban vueltas en Centroamérica, hasta las incómodas instalaciones que les asignaron y la predisposición y la preferencia de los organizadores del Mundial de contar más bien con la selección mexicana, que precisamente fue eliminada, con Hugo Sánchez y todo, por los protagonistas del documental en una épica clasificación. Y aparte de entrevistar a los ex futbolistas salvadoreños y húngaros, igualmente dialogan con ex integrantes del cuerpo técnico, dirigentes y periodistas, que profundizan el análisis de las implicancias sociales que rodearon un acontecimiento tan intenso y contradictorio.
Gerardo Muyshondt y Carlos Moreno, entonces, elaboran con sencillez y buen ritmo, que nunca decae en sus 70 minutos, una mirada honesta y amena sobre un hecho inolvidable de la historia salvadoreña, una muestra de cómo el documental puede conectarse con vivencias populares y hacer hincapié en los sentimientos de amor y odio de las sociedades por sus héroes/ídolos/villanos. Entre tantos goles, se filtra la risa, el orgullo, la vergüenza, el amor, la culpa, el dolor.
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