El Último Maestro del Aire es una tomadura de pelo. Pareciera hecha especialmente para los pequeños niños simpatizantes de la serie original de Nickelodeon y no para todo público. Artificial y desechable, más aún pueril e ingenua, quedará en el recuerdo como una puesta en escena escolar en 3D, con mucha plata pero sin gracia ni emotividad alguna. Puedo reírme ahora de ella una vez pasado el sofocón, durante su proyección mereció mis más prolongados bostezos y parpadeos. Este tanque de la temporada agosto-setiembre no cumple ni mínimamente con su básico objetivo de divertimento de masas. Todo lo contrario.
M. Night Shyamalan -a un centímetro de un barranco sin fondo- se ufana de ser un autor, un escritor original que sabe imprimir a sus historias fantásticas suspenso e intrigas sagaces, vueltas de tuerca insospechadas que muchos consideran propias de un maestro. Otros, menos entusiastas, lo creen un artesano cumplidor dentro del establishment: El sexto sentido, El Protegido, Señales, La aldea y The Happening les dan la razón, pues son películas solventes, bien contadas, que tienen el mérito de mantener en vilo al espectador y no más. Sin embargo, La Dama en el Agua y El Último Maestro del Aire son máculas perpetuas inocultables, tristemente inolvidables. La primera está tan confundida en su supuesta complejidad que termina no diciendo nada y desconcertando a todos, y la segunda peca en subestimar al público, lo ofende al creerle crédulo, gustoso del atado de clichés fantasiosos con que está armada.
Otro asunto en contra, y que va en detrimento de sus aspiraciones en la taquilla, es lo evidente de su traslado a 3D a última hora. Casi no hay diferencia de no usar los anaglifos (lentes) tridimensionales. Es más, la película luce peor viéndose en tercera dimensión, evidenciando la apurada adaptación de sus efectos especiales, enfocados principalmente a los pocos impresionables elementos de dominio (o de poder), dejando al ambiente arrimado a la desatención de los técnicos visuales. En general, no vemos en El Último Maestro del Aire algún lucimiento visual que haga valer la pena curiosearla, su premisa es el refrito acerca del individuo que da equilibrio al Mundo y al cual el enemigo quiere cazar. Si ya conocemos al Jedi «Que da equilibrio a la Fuerza» y a Neo, de Matrix, que mal que bien son recordables, entonces estamos con el último trabajo de Shyamalan ante una experiencia repetida además de muy previsible para quienes hemos visto alguna serie animada de acción, donde el héroe se hace fuerte en batalla con los trombones sonando detrás para hacerlo apoteósico. Demasiada edulcoración.
Recién valoro un poco las chatarras 10 000 a.C. y 2012 del mercachifle Roland Emmerich, que siquiera hicieron de sus inversiones espectáculos pomposos, de cuidadoso celo en los detalles y que se dejaban ver dentro de su soberbia visual. A su vez, El Último Maestro del Aire parece un videojuego -14, una recreación teatral que no permite la entrada a los adultos. Es literalmente un juego de niños.
Podríamos hacer un listado de los deméritos de esta película -como los hiciera el crítico argentino Diego Batlle-, pero no merece tanta bilis sino una olímpica indiferencia. Hacía unos días se hablaba de lo minúsculo que es El Origen por valerse de entrampamientos de la imagen y verborrea explicativa. Discrepo. Creo que en lo que va de la década no hay filme más pequeño que se presuma grande como este multimillonario sketch de cuna.
Dir. M. Night Shyamalan | 103 min. | EE.UU
Intérpretes: Noah Ringer (Aang), Dev Patel (Príncipe Zuko), Nicola Peltz (Katara), Jackson Rathbone (Sokka), Shaun Toub (Tío Iroh), Cliff Curtis (Señor del Fuego Ozai)
Estreno en España: 6 de agosto de 2010
Estreno en el Perú: 26 de agosto de 2010
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