Uno más que no se cansa de hacer películas. A estas alturas ya todos debemos saber que no todos los filmes hechos en el Perú tienen la bendición de Conacine y que no se necesita 100 mil dólares para recién filmar. La democratización del arte, dicen algunos.
Fernando Montenegro tiene dos filmes en su haber, La última vereda y Encierro, que la sala Ventana Indiscreta de la Universidad de Lima programó en febrero. A propósito de esa cinta, fue expositor en El cine peruano en debate para expresarse acerca de la existencia de un cine independiente en el país al lado de Chicho Durant. Dos polos opuestos allí encontrados. Actualmente prepara su tercer largometraje, Cada viernes sangre, del que nos habla también en esta entrevista.
¿Qué es lo que te interesa más de hacer películas?
Satisfacer mi necesidad expresiva. Para mí, hacer cine es más un fin que un medio.
Empezaste haciendo teatro, luego saltaste al cine. Por tener la experiencia de crear en esas dos artes, te lo pregunto, ¿qué diferencias encuentras en sus procesos y posibilidades expresivas?
El proceso teatral es más lento en la preparación actoral y de dramaturgia. Me demoré mucho en escribir mis cuatro obras, pero la realización es mucho más inmediata. En el teatro no tienes que editar y compones en un solo espacio, en mi caso que he hecho teatro minimalista, de autor, sólo tengo que separar sala un mes y con una silla, una puerta y tres luces hago un arte que me llena. Para el cine en cambio todos los días tengo guiones listos en la cabeza, pero lo que más demora es la realización, la película busca una apariencia propia, que no lo determina el bajo presupuesto sino la búsqueda de estilización. Con la cámara investigo hasta que encuentro aunque demore, me decepciona cuando los directores usan la cámara simplemente para registrar imágenes apoyándose sólo en la historia o una idea, jamás he considerado un guión o una idea como película, sino a la imagen misma. En el cine no importa lo que piensas o lo que digas sino lo que filmas, en mi caso el cine me reta más como director y el teatro como actor.
A comparación de algunos filmes en digital que se han podido ver, en Encierro se nota un trabajo más esforzado de producción. ¿Cómo funciona esto? ¿Tienes un equipo perenne a tu cargo?
Realmente, en Encierro sólo usé dos luces simples y una cámara HD, más que eso no tengo. El audio fue directo de la cámara, no usé boom. Lo que pasa es que me obsesiono con mis proyectos y empiezo a preparar la realización con mucha anticipación. Voy haciendo guiones gráficos, etc., y si creo que la escena me demorará dos horas en filmarla, la realizo en cinco, el tiempo que me sobra lo utilizo para improvisar. Creo que en Encierro se nota esa dedicación, aún así le borré tres escenas largas en la edición final. El equipo que me apoya cambia o crece con cada película, en la primera mi productor general fue mi amigo de bohemia Beto Méndez, en la segunda mi amigo de la universidad Roberto Cuba, para la tercera se ha sumado como productora la actriz Jane Yogi.
Entre cada película tuya existe un lapso aproximado de dos años. ¿Qué sucede en ese tiempo?
Entre mi primera película La última vereda y, la segunda, Encierro sólo hay un año de diferencia. La realización de la primera me demoró muchísimo más, nunca había filmado un solo plano y aun así quería lograr lo imposible, aún ahora veo el plano aéreo final y es como si la segunda película la hubiera hecho desde esa perspectiva, ya que si no hubiera pasado por todo eso no hubiera podido hacer Encierro tan rápido. En el espacio libre que tengo entre película y película me dedico a escribir los siguientes proyectos.
En interiores siempre buscas estética en los planos, casi no haces planos abiertos, generales. Intentas un tratamiento más cuidado del lenguaje. ¿Has llevado algún curso o es pura influencia cinéfila?
Hace años llevé un curso de fotografía, pero no lo tomo mucho en cuenta, como artista estoy por encima de lo cinematográfico, pictórico o teatral, sólo hago lo que me parezca bien para la película sin traicionar mi visión. En el caso de Encierro era obvio que los planos claustrofóbicos y la iluminación iban con el concepto de la película, eso no se ve en La última vereda ni en Cada viernes sangre, que es la que estoy grabando ahora, en ellas se encuentran propuestas muy diferentes.
Tu cine es de género, de horror, lo que marca una diferencia en relación a las otras películas grabadas en digital, las que son, por así decirlo, más experimentales. Considerando eso, tus guiones son «premiables» por Conacine sin ninguna duda. ¿Qué te aleja de ese sistema de premios?
Bueno, Encierro es de género por casualidad, la película existe por mi inquietud de hacer un ejercicio de estilo y aprovechar los retos que implica el bajo presupuesto y jugar con simbolismos, etc. Para mí, es una película de autor que asusta. Sin embargo, mi siguiente película iba a ser abiertamente pornográfica, así que no sé qué tan «premiables» sean mis guiones, pero escuché por casualidad la anécdota de un crimen y me inspiró para escribir Cada viernes sangre si no hubiera hecho la porno. No descarto postular a algún premio en el futuro, de momento me aleja leer los antiguos ganadores.
Esta es una pregunta obligatoria para todo aquel que graba casi sin presupuesto. ¿Qué crees que podría cambiar en tus películas si contaras con mayor presupuesto?
Nada pero se verían en cines.
Del conversatorio en la U. de Lima, ¿qué pudiste concluir sobre la percepción del público frente a las películas hechas en digital?
El público de la U. de Lima no sabía que este cine existía, habría que investigar si después del conversatorio vieron alguna de las películas del nuevo cine peruano. Tenían la impresión de que este nuevo cine era una respuesta, yo creo que no es tan así. Al grabar, yo no estoy pensando «ahora Tamayo aprenderá lo que es hacer cine de verdad». No, simplemente grabo y punto. Quizá termina siéndolo pero inconscientemente. Es una pena que no aparezca más gente nueva en esto, el cine necesita del ímpetu joven y renovador, y también de críticos con apertura a lo nuevo, hay quienes están a años luz de las nuevas tendencias cinematográficas, parece que aún no superan la impresión que les dejó John Wayne. De eso no salen.
¿De qué va tu próxima película Cada Viernes Sangre? ¿Alguna nueva inquietud en relación a tu obra anterior?
Se basa en un caso real, sobre dos amantes que planean robar la empresa donde ella trabaja, para eso convocan ha algunos colaboradores que los ayudarán en el crimen. Es una historia sucia y quiero que se vea así, Para lograr la estética desaliñada de Cada viernes sangre estoy grabando con lentes rudimentarios ya arañados fabricados caseramente, partiendo de lentes de cámaras fotográficas empotradas a la cámara de video. Me complico la vida con la iluminación (natural, artificial, difusa, directa) al servicio de lo que se narra, dando un valor dramático y experimental a las escenas.
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