Un reciente estreno de interés en la cartelera peruana es La Pontífice (Pope Joan / Die Päpstin), del alemán Sönke Wortmann, laboriosa reconstrucción de época y soberbia recreación del personaje cuya existencia no es segura pero tampoco descabellada: la Papisa Juana, leyenda que perfora el frontis del Vaticano, mito resistente al tiempo y delicia temática para el cine y todas las artes.
Wortmann es coautor, junto a Heinrich Hadding, del guión que adapta la novela Pope Joan, publicada en 1996 por la escritora norteamericana Donna Woolfolk Cross. El acercamiento a la autoridad papal femenina que habría vivido en el siglo IX, es militante, reivindicativo y pasional, que alude la grisura política que sigue acusando la Iglesia mil doscientos años después, además del cariz patriarcal, represivo y especialmente misógino, no sólo por la exclusión femenina de las altas esferas del clero sino también por el acoso contra sus derechos elementales.
El relato acompaña a Johanna von Ingelheim desde la niñez, con voz en off introductoria a sus vivencias claves, y expositiva puesta en escena que subraya la precocidad y perseverancia que desafían el rígido sistema encarnado en su padre (Iain Glen), el sacerdote de la aldea donde vive. La narración es de largo aliento, en sus 149 minutos Wortmann se toma su tiempo y labra el carácter de la heroína hasta agotar un periodo determinado, luego emplea sinopsis pronunciadas y toma nuevos aires como si de escalar una montaña se tratara. Para leer y escribir –lo que estaba prohibido a las mujeres–, incluso en griego antiguo, sobreponerse a la discriminación social, sobrevivir a la matanza perpetrada por los vikingos y convertirse exitosa pero dolorosamente en Johannes Anglicus.
De esta manera, la película es bastante religiosa y a la vez laica, porque carece de apariciones divinas o llamados sobrenaturales. Asistimos a la travesía de una predestinada, un prodigio de la fe que hace de su cuerpo el epicentro de su lucha espiritual, sufriéndolo, ocultándolo y gozándolo en diferentes momentos. Es una trayectoria que se nutre reiteradamente del azar, que no sólo sirve de resorte dramático y argumental sino que transforma las tragedias en oportunidades de desarrollo. En la infancia, la muerte de su hermano alfabetizador Matthew; la visita providencial del erudito griego Esculapio que descubre su talento y la distingue para siempre de su hermano Johannes; el asesinato del enviado de la Escuela de Dorstadt. En la adultez, el ataque vikingo que interrumpe el matrimonio invalidante y forzoso que estaba a punto de contraer; la suerte de no ser descubierta en su verdadera identidad en el monasterio donde destaca ya como varón; y la llegada prestigiosa al entorno del Papa Sergio (un John Goodman algo desentonado).
Cada etapa es abordada con solvencia y amplitud, logrando un sobrio acento épico, alejado de los clichés de Hollywood, y la construcción de sólidos personajes secundarios en cada una. Por momentos adolece de cierto academicismo, de la tentación de explicar mucho y erigir a su protagonista en un ser sobresaliente y tangible que incluso es recordado y homenajeado personalmente por la voz narradora. Son deméritos menores para una producción muy cuidada, en la que se dan la mano el bien aprovechado despliegue de recursos y el nervio de Johanna Wokalek como la intérprete adulta -curiosamente tocaya- de la Papisa, que compone notablemente la ambigüedad de los rasgos físicos y los contradictorios impulsos de su rol.
Nota: Vean el tráiler de Pope Joan (Reino Unido, 1972), de Michael Anderson, con la desgarradora Liv Ullmann como Johanna.
Dir: Sönke Wortmann | 149 min. | Alemania
Intérpretes: Johanna Wokalek (Johanna von Ingelheim), David Wenham (Gerold), John Goodman (Papa Sergio), Iain Glen (padre de Johanna), Edward Petherbridge (Esculapio), Anatole Taubman (Anastasio), Lotte Flack (Johanna adolescente), Tigerlily Hutchinson (Johanna niña), Jördis Triebel (madre de Johanna).
Estreno en el Perú: 19 de agosto de 2010.
Deja una respuesta