El miércoles 1 empezó el Tercer Festival Internacional La Noche de los Cortos en el local de UVK Larcomar. Kathy Serrano, que comparte la dirección del certamen con Roberto Barba, condujo la ceremonia de inauguración, que además de destacar la programación general, incluido el Primer Rally de Cortometrajes y el conjunto de importantes auspiciadores, tuvo momentos muy emotivos.
Se homenajeó por sus largas trayectorias, con proyección de semblanzas y entrega de trofeos especiales, al actor Aristóteles Picho y a la directora artística Marta Méndez, y de modo póstumo al realizador, productor y guionista Danny Céspedes, quien falleciera hace unos meses víctima de una penosa y fulminante enfermedad. Su familia recibió el reconocimiento en su nombre y agradeció al festival por la deferencia y además por la exhibición de su último cortometraje, Sueños de América, que pasamos a comentar.
Ganador de la primera versión del Concurso Filmocorto en 2007, Sueños de América es un ejercicio de refrescante humor, que juega con una anécdota común en el cine peruano: el bendito viaje-fuga a los Estados Unidos, el pesadillesco sueño que sirvió de base argumental a Ciudad de M y Pasajeros, entre algún otro caso. Cuatro hombres ingresan por separado a una casa en la oscuridad de la noche, y se encuentran para su sorpresa. Dos (Giovanni Ciccia y Renzo Schuller) para amarse a escondidas de la dueña de la casa, madre de uno de ellos, y otros dos (Picho y Miguel Iza) para robar en complicidad con Gisela, la trabajadora del hogar que habla angustiosamente por teléfono.
Resulta que las coordinaciones para el atraco se cruzan con una tocaya que se hizo famosa recibiendo llamadas desde los sets de la TV peruana. Sí, es Gisela Valcárcel, notable en el auricular haciendo de sí misma, cuando todavía no pensaba interpretar a la autoritaria ama de casa de Tarata. Danny Céspedes consigue sorprender, lucir timing y mantener la gracia de la situación, concentrando los vaivenes de sus personajes en una locación única, en la que confluyen, sin caer en estereotipos, jóvenes gays y torpes ladronzuelos que recuerdan algo a la estulticia de los personajes de los hermanos Coen. Durante 17 minutos, Sueños de América divierte y maneja hábilmente las emociones del espectador. Una lástima que Danny no tuviera más tiempo para seguir puliendo esta prometedora vena cómica que tanta falta le hace a nuestro cine.
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