La Noche de los Cortos 2010: «El niño del Cusco»


En el Tercer Festival La Noche de los Cortos tuvo lugar el estreno de El niño del Cusco, mediometraje documental de Ricardo Ayala y Carla García. Se trata de un acercamiento entrañable a la tradición del Niño Compadrito, un culto popular que ha resistido el paso del tiempo y la hostilidad de la Iglesia Católica en esa ciudad. Los autores narran en un tono distendido y jovial, semejante al de un blog –no en vano Carla es bloggera de larga data y Ayala un experimentado realizador–, hablan en primera persona, colocan la cámara cerca de todos, sin invadir, y comparten hasta cierto punto la fascinación por el personaje y su entorno social. Cuentan el modo casual en que tuvieron muy cerca al objeto de la leyenda en una visita a la Ciudad Imperial y asumieron la producción de la película, en medio de una relación personal que al término del proceso ya no seguía en pie sin afectar la autoría compartida, y recogen el punto de vista de conocedores, devotos y críticos con empatía y compromiso.

Durante cincuenta y seis minutos, Ayala y García muestran el camino autónomo que puede tomar la fe en un escenario de múltiples creencias que se superponen y retroalimentan, y que beben de una misma necesidad de creer en lo sobrenatural y lo mágico–religioso. Todo a partir de un mito de raíz misteriosa pero de arraigo indiscutible, al que le atribuyen milagros como a cualquier santo oficial. Entonces la narración se da maña para no perder el ritmo ni la sonrisa, con las objeciones de los representantes eclesiásticos y breves dramatizaciones insertadas entre los testimonios que dan forma a la historia de estos extraños restos que, según la memoria popular, podrían haber sido tanto del hijo de un malvado noble español y una bondadosa princesa incaica, como de un simple simio.

Qué deliciosa mixtura made in Peru, que también emerge maliciosa y vengativa en el recuerdo de la muerte de un antiguo perseguidor que lo proscribió durante seis años como si fuera un delincuente. Los fieles del Niño Compadrito se dan el gusto de contarle a la cámara que, luego de que el vehículo en el que viajaba cayó a un abismo de 300 metros de profundidad, el ex arzobispo Luis Vallejos Santoni se dio de bruces y quedó exactamente como la figura que denostaba. ¿Voluntad de Dios? «Es un castigo», dicen convencidos. Para un no creyente como yo, es muy curioso ver la exasperación de un sacerdote entrevistado, que no puede aceptar que no sólo perdure la leyenda, sino que encima un par de documentalistas estén dedicándose al tema con tanto interés y respeto, y que exija razonar sobre su origen que considera espurio, cuando las bases de su propio credo establecido por siglos podrían ser igualmente insostenibles para la razón.

En suma, El niño del Cusco es una mirada muy equilibrada y tolerante de las creencias populares y un ejemplo de cómo los autores de un documental pueden ser igualmente personajes sin perder perspectiva ni estilo.


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