Hábil artesano capaz de manejar grandes presupuestos, Phillip Noyce es un realizador australiano de sesenta años que llamó la atención de Hollywood en 1989 con Terror a bordo, el thriller que catapultó internacionalmente a Nicole Kidman. Instalado en Norteamérica, siguió por esa línea con filmes como Sliver, en el esplendor de Sharon Stone, y El coleccionista de huesos, y se especializó en historias de espionajes y complots internacionales y filmes de acción en general, como Juego de patriotas y Peligro inminente, díptico de aventuras del analista de la CIA Jack Ryan, basado en novelas de Tom Clancy y protagonizado por Harrison Ford; El Santo, en versión Val Kilmer; y las menos conocidas Blind Fury y Catch a Fire. Dedicado también esporádicamente a documentales y programas de TV, Noyce vuelve por sus fueros en Salt, que relanza la imagen de intrépida heroína de Angelina Jolie (Tomb Raider, 60 segundos, Se busca) en el rol de una espía involucrada en un intrincado proyecto ruso a ejecutarse en Estados Unidos.
Como es previsible, el argumento es laberíntico y no se puede ni se debe describir en detalle, porque tiene un conjunto de vericuetos y sorpresas. El prólogo de tortura en una celda rusa e intercambio de agentes marca las coordenadas del relato, introduciendo los personajes centrales, Evelyn Salt (Jolie), su jefe Ted Winter (Liev Schreiber, figura de The Omen y X-Men orígenes: Wolverine) y su esposo alemán Mike Krause (August Diehl, actor de Los falsificadores e Inglourious Basterds), aracnólogo que será clave en los futuros acontecimientos. Pasado cierto tiempo, el vértigo se desata quince minutos después, cuando el interrogatorio a Vassily Orlov (el polaco Daniel Olbrychski), un importante desertor ruso, obliga a Salt a dejar su puesto y pasar a la acción. El ritmo de las incidencias es trepidante, con escenas espectaculares de persecución en las que Jolie salta de un camión a otro sin pausa, creando explosivos al paso y abriendo un abanico de posibilidades que la trama de Kurt Wimmer (guionista igualmente de otra cinta presente en la cartelera peruana, el thriller Días de ira) va dosificando, desmintiendo y retomando a cada paso, no sin poder evitar desajustes narrativos en los giros más bruscos.
Para desarrollar sus paranoicas premisas, Salt hace suyo el escenario post 11–S de inseguridad y desconfianza extrema, donde ninguna hipótesis de ataque es descartable, la fidelidad al país está cuestionada, no se sabe quién es quién y el sistema de defensa nacional es pasible de ser infiltrado y vulnerado. Jolie encarna a una espía impulsiva, rencorosa y altamente capacitada que lleva sentimientos encontrados y sorprende a los servicios secretos de ambas potencias nucleares, curiosamente polarizadas de nuevo en la pantalla en tiempos más distendidos, salvo el extravagante episodio reciente que comprometió a una periodista peruana que trabajaba en New York. Básicamente, Noyce se divierte, asume Salt como un artefacto funcional, un juguete vistoso y al fin y al cabo ingenuo al que se le puede dar suficiente cuerda para que genere una nueva exitosa saga.
Finalmente, causa gracia que, como producto de conspiraciones y penetraciones en las más altas esferas del poder de las que Salt es parte de un modo u otro, se maneje la posibilidad de un bombardeo masivo en una zona del mundo que tendría graves consecuencias, ajeno a la voluntad política del presidente estadounidense y en general de la administración que representa. ¿Tantas veces los han manipulado para bombardear medio planeta?
Dir: Phillip Noyce | 100 min. | EEUU
Intérpretes: Angelina Jolie (Evelyn Salt), Liev Schreiber (Ted Winter), Chiwetel Ejiofor (Peabody), Daniel Olbrychski (Vassily Orlov), August Diehl (Mike Krause), Daniel Pearce (Orlov joven), Hunt Block (Presidente Lewis), Olek Krupa (Presidente Matveyev).
Estreno en España: 20 de agosto de 2010
Estreno en el Perú: 30 de setiembre de 2010
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