Un hombre solo es una película excelente y desde ya se luce entre los mejores estrenos del 2010 en la cartelera peruana, gracias a BF Distribution. Su realización no conoce casualidades. Es un sentido homenaje a su fuente literaria y refleja parte del sentir personal de su autor, el diseñador norteamericano Tom Ford, piloto del espectacular relanzamiento de la firma Gucci en los años 90 y abierto militante gay. Cercano al medio siglo de vida, debuta en el cine con la adaptación del libro del británico nacionalizado estadounidense Christopher Isherwood (1904–1986), publicada en 1964 y apreciada por algunos críticos como «una de las primeras y mejores novelas del moderno movimiento de liberación gay».
Comprometido totalmente con el proyecto, Ford ha escrito el guión junto a David Scearce y también lo coproduce. Ambientada en Los Angeles, en 1962, se trata de una historia finamente romántica y estilizada, en la que el modisto aporta su notable sensibilidad para transmitir las íntimas emociones que conoce bien y a la vez recrear la década de los 60 con un conjunto de elementos de dirección artística, vestuario, maquillaje y manipulaciones cromáticas que le dan un aspecto añejo al filme, como si hubiera sido producido en esa época.
Es admirable el look de Un hombre solo, no sólo por su virtuosismo estético, sino principalmente por su modo de representar las contradicciones de ese tiempo, que por un lado despierta las libertades y empuja a desatar los conflictos internos, y por otro subraya el peso de la forma artística en la vida de las personas –presente hasta en las pestañas–, y agudiza las tensiones bélicas, que sobrevuelan el drama y ejercen una tácita amenaza nuclear a través del histórico episodio de la crisis de los misiles, en la vecina Cuba.
Ford ama la composición de cada escena. Saborea los cuerpos de los personajes, preferentemente masculinos. Se centra en ojos, labios, dientes, perfiles, torsos, la cabellera, el rímel, la sangre, el carmín, la ondulante bocanada de humo, la desnudez entera submarina, playera, o de alcoba. Ralentiza, casi congela, divide la acción, la interrumpe y retoma, abre el encuadre y lo achica, usa la grúa y el dolly, filma el pesar, la imaginación, el recuerdo doloroso, la alegoría onírica. Su protagonista lleva el semblante y los anteojos de montura negra y lunas grandes del Marcello Mastroianni de 8½, el cineasta Guido Anselmi, en crisis similar a la del catedrático universitario George Falconer.
La banda sonora, y en especial la música del polaco Abel Korzeniowski, está construida con detalle y mucha riqueza. El flamante cineasta aprovecha la dicción tan británica de Colin Firth, para mostrarlo desfalleciente y enlutado en todo el relato; deja en lejano plano sonoro la lluvia que lo acompaña en el momento más triste, por debajo de la voz que le habla por teléfono, sobriamente narrativa y solidaria, pero quemante; cruza las secuencias con bellos acordes de violín o piano; hipnotiza con la pieza Scene d’amour de Bernard Herrmann de Vértigo. Otro guiño hitchcockiano es la gigantografía de Janet Leigh de Psicosis que observa el encuentro fugaz pero intenso de George con un joven madrileño que rescata en un diálogo la belleza de las cosas espantosas.
Virtudes y atractivos sobran en la opera prima lírica y sensual de Ford. Firth, que antes ha demostrado versatilidad en filmes como La joven de la perla, Mamma Mia! y la oscarizada Shakespeare apasionado, ofrece una gran actuación. Como siempre, Julianne Moore llena el encuadre como Charley y brilla en esos baños de depresión y baja autoestima que se da junto a George. Matthew Goode (Match Point), el poco conocido Nicholas Hoult y el modelo español Jon Kortajarena –en su primera cinta también–, asoman como los destinatarios de las pasiones del escindido hombre maduro, públicamente rígido y muy cálido en la intimidad.
La cinta es un trayecto de despedida y abandono, renuncia al futuro, autopsia del presente, apego al pasado en el que Falconer se ensimisma y concentra su memoria. En una de las primeras escenas, que parece la antesala de un velorio, oímos los sonidos precisos de sus cajones, prendas, zapatos, frascos, mientras confiesa al espectador su hartazgo por tener que cumplir un rol: Me toma tiempo en la mañana convertirme en George. Tiempo para ajustarme a lo que se espera de George y la manera en que debe comportarse. Para cuando me he vestido y pongo la última capa de lustre queda un levemente tieso pero bastante perfecto George. Sé perfectamente qué rol me toca actuar. Al mirarme al espejo no se trata tanto de una cara sino de un predicamento. Pasemos el maldito día.
Dir. Tom Ford | 99 min. | EE.UU.
Intérpretes: Colin Firth (George), Julianne Moore (Charley), Matthew Goode (Jim), Nicholas Hoult (Kenny), Ginnifer Goodwin (Sra. Strunk), Teddy Sears (Sr. Strunk), Jon Kortajarena (Carlos), Paulette Lamori (Alva), Ryan Simpkins (Jennifer).
Estreno en España: 12 de febrero de 2010
Estreno en el Perú: 21 de octubre de 2010
Deja una respuesta