El director Felix Gary Gray ha realizado Días de ira, un thriller que no escapa a los estándares narrativos y de producción de Hollywood, plenos de acción y dramatismo, y protagonizado por estrellas convocantes como Gerard Butler y Jamie Foxx. Pero se permite algún grado de complejidad en el diseño de la pareja antagónica y la historia que cuestiona el sistema judicial norteamericano y, hasta cierto punto, los conceptos de víctima / victimario / delincuente / terrorista que obran en el léxico político–policial contemporáneo.
Escrita por Kurt Wimmer, el guionista de Salt, Días de ira empieza con un acto de violencia extrema que crispa toda la primera parte del filme y la concluye de modo determinante. Se trata del abatimiento de un hombre de mediana edad que no sólo pierde a su esposa e hija, asesinadas cruelmente en su propia casa por un par de maleantes, sino que además experimenta en carne propia que la justicia, pese a los gravísimos hechos, no está diseñada para ser tal y que el manejo de la ley propicia los pactos inescrupulosos y la distorsión de los acontecimientos.
La trama hace una especie de presentación larga de Nick Rice (Foxx) y Clyde Shelton (Butler), en la que el carácter del segundo, quien luce devastado al final del acelerado y desnivelado juicio, recién termina de definirse luego de una elipsis de diez años que abarcan no pocos minutos en los que sólo vemos la evolución de su contraparte, quien continuó su ascenso profesional dentro de lo previsible. Shelton reaparece transformado en un vengador, dotado de una excepcional capacidad técnica para hacer daño a cuanta persona encarnara el orden que él desprecia.
A partir del cobro de una deuda moral llevado al paroxismo –que parcialmente recuerda la pugna de Robert DeNiro y Nick Nolte en Cabo de miedo–, Felix Gary Gray busca el enfrentamiento de ambas personalidades, coloca las piezas de tal forma que Foxx y Butler sostengan un duelo actoral y su batalla sea una amenaza a la seguridad pública y el poder político en Pennsylvania. Por ello, Shelton facilita su rápido encarcelamiento, ya que su opción de atacar, paradójicamente, es muy superior estando preso. El efecto es el incremento de la intriga, ya que la platea se pregunta cómo continúan los atentados si está supuestamente restringido en sus movimientos. Entonces el relato plantea una estructura secreta que es desvelada paulatinamente con sigilo por los investigadores, aunque haya detalles del plan de Shelton, sobre todo acerca de la logística acumulada en esa década previa, que no pasan del trazo grueso y meramente funcional. En algún momento se percibe la tentación de apostar por una suerte de genio del mal, inalcanzable y cercano a Hannibal Lecter o Keyser Soze, pero afortunadamente el autor la refrena.
A despecho de un conflicto ético muy cargado que es la base de la propuesta, Días de ira logra el compromiso emocional del espectador evitando las moralejas exageradas y elaborando un ejercicio de estilo superior al promedio, que aprovecha un conjunto de diversas locaciones de encierro y escondite –celdas, oficinas, túneles, autos, fábricas– convertidas en alojamientos de una monstruosidad creada por el mismo régimen jaqueado.
Dir.: Felix Gary Gray | 108 min. | EE.UU.
Intérpretes: Gerard Butler (Clyde Shelton), Jamie Foxx (Nick Rice), Colm Meaney (Detective Dunnigan), Leslie Bibb (Sarah Lowell), Michael Irby (Detective Garza), Viola Davis (April Henry), Bruce McGill (Jonas Cantrell), Regina Hall (Kelly Rice), Annie Corley (Laura Burch).
Estreno en España: 7 de mayo de 2010
Estreno en el Perú: 14 de octubre de 2010
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