Piraña, quinto largometraje –tercero de producción norteamericana– del francés Alexandre Aja, autor de Mirrors, Alta tensión y Furia –uno de los primeros roles de Marion Cotillard–, es una experiencia aterradora. O sea, es una película lograda, que coloca a la población de Lago Victoria, una localidad del estado de Arizona, y sus numerosos veraneantes, en un escenario dantesco, el ataque implacable de un antepasado prehistórico de la piraña, supuestamente extinguido, que de pronto emerge masivamente de las profundidades del mar.
Durante casi noventa minutos, lo que hace Aja es contraponer dramáticamente, en el lapso de veinticuatro horas, la vida despreocupada de una juventud inconsciente de todo riesgo, adicta al relajo y el exceso, con la rápida evolución de la amenaza submarina, que al inicio cobra víctimas de modo discreto y termina provocando gran mortandad y jaqueando la entera administración de la jurisdicción.
El guión de Pete Goldfinger y Josh Stolberg, dupla que ya había trabajado en el filme de horror Secreto de sangre, tiene el tino de empezar con la aparición de las pirañas a costa de Richard Dreyfuss, que aunque no convence completamente en la resolución de la escena, deja una estela de inminente peligro. Por ello, el resto del relato convierte cualquier escena de playa y navegación en un espacio de apremio, transformando el júbilo y la voluptuosidad en lúgubres antesalas del espanto. No hay la menor cuota de moralismo –aunque sí cierta crítica a su ensimismamiento– frente al estilo de vida que reina en Lago Victoria, sólo es utilizado como insumo para el contraste más brutal.
Entonces el cuerpo joven, principalmente femenino y en particular de las bellas jóvenes que graban videos eróticos con el hijo de la alguacil de la zona, es filmado frontalmente por Aja, y es el coprotagonista junto a sus especímenes verdugos. Y ese choque termina desnudando las carencias logísticas de Lago Victoria, cuyo personal es ampliamente sobrepasado, y la indefensión de los seres humanos, rápidamente reducidos a residuos.
Si Piraña –remake de una cinta de Joe Dante de 1978–, tiene personalidad, es porque el realizador no incluye algunos elementos que suelen encontrarse en este tipo de historias. En primer lugar, pese a la grave emergencia, nunca asoma la parafernalia propia de la potencia estadounidense, que en otras producciones llega al rescate para resolver espectacularmente el problema. Aquí no: asistimos a un lugar alejado, relativamente pequeño y poco dotado de tecnología y recursos, sólo provisto artesanalmente de unas cuantas armas y embarcaciones y las ganas de salvar a la gente. Tampoco brotan en la orilla grandes héroes inopinados, maestros ingenieros o expertos en seguridad. Todos corren despavoridos del agua y sólo tienen, básicamente, a dos figuras de perfil bajo como Elisabeth Shue (la compañía de Nicolas Cage en Leaving Las Vegas) y Ving Rhames (el Marcus Wallace de Pulp Fiction). Nada de Angelina Jolie ni Bruce Willis.
Por último, no se dan mayores explicaciones científicas al desastre, sólo lo suficiente para saber que es una sorpresa y que hay poco por hacer. Y no pudo elegir Aja un actor más apropiado para ello que Christopher Lloyd, el recordado Doc de la saga Volver al futuro, sin duda un cálido homenaje que, dado el final, parece sugerir el comienzo de otra serie de películas de aguas sanguinolentas, treinta y cinco años después del clásico Tiburón, que también tiene su guiño con el infortunado Dreyfuss.
Dir.: Alexandre Aja | 88 min. | EE.UU.
Intérpretes: Elisabeth Shue (Julie Forrester), Ving Rhames (Deputy Fallon), Christopher Lloyd (Mr. Goodman), Eli Roth (Wet T–Shirt Host), Jerry O’Connell (Derrick Jones), Jessica Szohr (Kelly), Kelly Brook (Danni), Richard Dreyfuss (Matt Boyd).
Estreno en el Perú: 28 de octubre de 2010
Deja una respuesta