Enterados de la buena nueva, contactamos al realizador peruano Fernando Vílchez, para que comparta con nosotros sus primeras impresiones luego de enterarse que su cortometraje La calma estará en la sección oficial Berlinale Shorts, junto a los últimos trabajos de gente como Spike Jonze y Chan-wook Park. Casi nada.
Esto fue lo que nos contó Fernando sobre su corto, sobre su «búsqueda de la paz»:
¿De qué trata La calma? ¿Por qué realizaste este proyecto?
Fernando Vílchez: El proyecto de La calma empieza el 2008. Tenía en mente la historia de una persona que deambula por su ciudad, agobiado por una carga emocional difícil. Estoy hablando de un corto de ficción, en este punto.
Debido a mis labores como periodista me enteré del caso de un hombre que casi había perdido la vida en el terremoto de Pisco. Quedó sepultado y alguien registró su rescate con una cámara.
Empecé a investigar sobre él y entonces noté que en realidad su historia equivalía al personaje que estaba en el guión. En ese momento había que empezar a pensar en una obra que estuviera con un pie en ambos mundos: en el de la ficción que había sido concebida y en el del documental, en la vida real de Jorge Luis, el protagonista.
Creo que la separación ficción/documental ya no interesa mucho, siempre que sea algo que contenga algo verdadero. Aunque sea difícil de explicar esto último.
Lo siguiente fue un proceso lento y complicado. Jorge Luis es una persona que es recelosa con los periodistas y me tomó mucho trabajo convencerlo de participar. Porque no se trataba de una entrevista sobre «su caso» (el vídeo de YouTube donde él es rescatado desde bajo los escombros) sino se trataba de, literalmente, hacerlo actuar.
Después de convencerlo, procedimos a hacer sus planos de inmediato. El procedimiento fue ir acompañándolo por Pisco, por lugares que le parecían importantes o significativos a él, pero sin fastidiarlo ni interrumpirlo ni interrogarlo. Una vez que ya nos instalábamos en un lugar, entonces ahí empezábamos a planificar el asunto como una «puesta en escena de ficción», con planos, con ensayos, etc. Ahí ya lo tuvimos que hacer repetir dos, tres veces cada toma. Así, Jorge Luis pasó a ser nuestro actor en todo sentido.
En junio del 2010 terminé la escuela de cine [en España]. Entré a trabajar a mi primer rodaje y luego de esa experiencia (agosto 2010) volví a revisar todas mis cintas. Encontré todo lo grabado sobre Pisco y replanteé toda la idea. La decisión fue quedarse con lo absolutamente esencial. Además, mandé grabar otras imágenes (contraplanos, etc).
La idea de documental extenso quedó en lo que es hoy La calma, un corto silencioso sobre un tema específico: la búsqueda de la paz. Fueron dos meses de encierro, planteamiento y edición del trabajo.
Vean el tráiler de La calma:
¿Cuánto tiempo les tomó hacerlo?
FV: Resumiendo, las primeras imágenes se grabaron el 2008, pero las finales, las decisivas, y el concepto real de la obra, todo esto es del 2010. Si hubiera editado el corto como se pensaba el 2008, sería algo completamente distinto (hubiera sido una especie de largo), para bien o para mal. Así que el corto ha tenido un proceso de tres años donde mutó en varios géneros, en varias duraciones.
¿En qué referentes podemos pensar? ¿Qué películas tuviste en mente?
FV: Si hay un referente ‘emocional’ al menos, es «The House is Black», de Forugh Farrokhzad [Irán, 1962]. La tranquilidad para narrar algo cercano al sufrimiento era lo que este corto necesitaba. Pero el problema era que no podía usar un narrador, así que la opción fue usar letras, simplemente. Letras como voz en off. Como en una película muda de antaño.
Además, el otro aspecto muy importante es el sonido del cortometraje, ya que se trata de un corto casi «mudo», solamente con el registro de sonidos cotidianos. No los tuve en mente, pero recuerdo la importancia del sonido en El sol del membrillo [de Victor Erice, España, 1992], cada sonido «cotidiano» que se usa para dar un significado a la «monotonía» del personaje.
¿Cuál fue tu equipo de rodaje? ¿En qué formato grabaste?
FV: Grabamos con una Panasonic MiniDV de un amigo de la PUCP, camarita cuyo trípode se rompió al tercer día del primer viaje. Total de material: 11 horas de grabación (demasiado).
Debido a los varios viajes, todos cubrimos todos los rubros prácticamente. Especialmente Robinson y Carlos. Pero digamos que las funciones oficiales son:
Guión, Dirección, Edición y Post: Fernando Vílchez.
Imágenes: Gisella Barthé/Fernando Vílchez.
Ayudante de Dirección: Robinson Díaz.
Sonido: Paula Chávez.
Producción: Carlos Zevallos.
Música: Rauf Neme.
Cuéntanos sobre ti, y tus proyectos.
FV: Tengo 30 años. Llegué a Madrid hace dos años para estudiar cine. Mientras, he trabajado como reportero/corresponsal para Perú de distintas noticias en Europa. Además grabo y produzco eventos que ocurren en Madrid. El 2010 tuve la suerte de contar con dos hechos que me permitieron vivir cómodamente para dedicarme a editar «La calma» en paz: trabajar en el largometraje ruso To Hear the Sea y «vender» un cortometraje que hice antes: Tercer acto.
De momento, tengo en mente dos metas: la primera es terminar un proyecto del que poco puedo hablar pues aún da vueltas en mi cabeza. Tiene que ver con literatura clásica y, a la vez, con la política peruana. Espero tener un esbozo en los próximos meses para poder planearla sin necesidad de fondos muy altos.
La otra meta es realizar Las cenizas, la película de la cual soy guionista, y dirigida por Raúl del Busto. Creo que es un proyecto importante, que consiguió tener a Carlos Reygadas y a Lita Stantic como productores y que no fue suficientemente apreciado por el jurado de Conacine de aquel año. Raúl es un cineasta que merece total atención en el Perú.
Yapa: Vean en en La Mula una videoentrevista con Fernando.
Deja una respuesta