Fue en marzo del 2009 cuando se canceló el estreno de esta película en Lima. Entonces, ni la nominación al Oscar de su protagonista Anne Hathaway le valió el aprecio de las distribuidoras, quedándonos solo a los cinéfilos descargarla por “la mula” o recurrir a nuestro pirata de confianza. Raro, pues Jonathan Demme, su director, es el mismo de El silencio de los inocentes y Filadelfia, cintas multipremiadas de los noventas. Su anterior El candidato de Manchuria (2004), con Denzel Washington, también fue anunciada mas nunca llegó. Pareciera que Demme ya no es parte de la maquinaria de productos en serie que es Hollywood y eso está bien. La boda de Rachel me lo confirma, pues es una propuesta muy personal.
La película se desarrolla en el seno de una familia disfuncional, afectada por celos, rencores y tragedias. Kym (Hathaway) es una alcohólica que interrumpe su terapia para asistir al casamiento de su hermana Rachel (Rosemarie DeWitt). Su problema no es solo adictivo sino, más bien, emocional. Ella regresa a casa ante la incomodidad de extraños y también de propios, todos saben de su facilidad para irritar la calma y tensionar las situaciones más apacibles. Además de irónica y mordaz, su sola presencia remueve los más dolorosos recuerdos familiares, como la muerte del pequeño Ethan, que se ahogara tras caer al lago en el auto que ella conducía. Ese es el marco lóbrego con que se presenta el drama.
Y sí, La boda de Rachel es una película incómoda desde su puesta en escena: una cámara –al hombro- que, cual testigo y no desde una perspectiva omnipresente, se pasea por los rincones de la casa y alrededores donde se llevará a cabo la ceremonia, verificando las fracturas en cada ámbito de la cotidianeidad: cada rato de júbilo se quiebra por la melancolía, por el desasosiego de otrora que aún se arrastra.
Demme filma la parafernalia de una boda, símbolo máximo de la unión y el amor, para resquebrajarla con pesares de la conducta humana, encarnados por una Kym perturbada por su pasado y atribulada por su presente, no obstante, la escena del casamiento mismo, con música y danza desbordante, es lograda porque nos adentra a un regocijo colectivo que no se detiene a reflexionar sobre los conflictos que nos atormentan; es, pues, el clímax y bien final del filme. Si bien la película se desarrolla sobre el eje del sufrimiento que nunca se desapega, se distiende en festejos, júbilos y música de Neil Young. El guion de Jenny Lumet proyecta a la felicidad como el fin del camino, sin embargo, antes está el campo pedregoso de las aflicciones.
A La boda de Rachel se le emparenta con el Dogma 95 danés por su distanciamiento de la ortodoxia audiovisual y su estrechez a métodos rudimentarios de filmación. Eso importa poco por más razón que tenga el argumento. El filme en cuestión es inorgánico, imperfecto adrede –lo cual se agradece- que demanda de la activa participación de sus varios figurantes, de la integración de música en vivo y de los silencios incómodos para cuajar. Es atrevida en un inicio y más complaciente al final por órdenes del guión.
Más bien, el peso (melo)dramático que recae sobre las hermanas en sendos enfrentamientos es lo más estridente y discorde del conjunto. La publicitada interpretación de Hathaway se vale de griteríos y encaramientos; en cambio, más gustan sus miradas perdidas y sus frases sarcásticas, su gesto indiferente frente a la algazara de la boda. Su lucimiento individual disgusta cual amarrabola del fútbol.
Jonathan Demme es un melómano confeso, fanático principalmente de Neil Young. Lo demuestra el par de documentales a la leyenda del folk norteamericano: Neil Young Heart of Gold y Neil Young Trunk Show, de 2006 y 2009, respectivamente. En La boda de Rachel suena Neil Young y música original en vivo, a cargo del palestino Zafer Tawil y del saxofonista Donald Harrison Jr. que conforman una fusión de sonidos del Medio Oriente y jazz americano. Mientras Kym y Rachel pugnan por sobrellevar sus rencores a lo largo del filme, un ecléctico jam session se escucha también protagonista, muy armoniosamente.
Rachel Getting Married
Dir.: Jonathan Demme | 118 min. | EE.UU
Intérpretes: Anne Hathaway (Kym), Rosemarie DeWitt (Rachel), Bill Irwin (Paul), Tunde Adebimpe (Sydney), Mather Zickel (Kieran).
Estreno en España: 31 de octubre de 2008.
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