El turista es una de esas películas que muestran claramente cómo un realizador talentoso puede desacomodarse en medio de una gran producción, de recursos y expectativas altamente cuantificables y determinantes. En el 2006, el alemán Florian Henckel von Donnersmarck destacó con La vida de los otros, truculenta historia de espionaje y correcta reconstrucción de época de la Alemania socialista de los 80, que ganó el Oscar Extranjero y muchos otros premios. En su momento apreciamos sus virtudes: «luce una puesta en escena meticulosa, que está muy lejos del tremendismo pero que sabe manejar el suspenso y ser impactante, con magnífica disposición del tiempo y el espacio, la luz y la oscuridad, la compañía y el aislamiento, que se contraen o dilatan al ritmo de las tensiones de los personajes y en espera del inexorable encuentro de perseguidores y perseguidos.»
El costo de esa prometedora opera prima no pasó de los dos millones de dólares. Esta vez, los fondos ascendieron a unos cien millones, o sea cincuenta veces más. El director, que había sido el único encargado del guión, ahora compartió la labor con Christopher McQuarrie (Valkyrie, Sospechosos comunes) y Julian Fellowes (La joven Victoria, Gosford Park), y volvió a contar una trama de espías, filmada en Venecia y protagonizada por una dupla tan rutilante –y cara– como Angelina Jolie y Johnny Depp. Entonces, de las mismas manos que labraron un universo propio alrededor del agente Wiesler y sus vigilados, en la presente entrega hay una inconsistente construcción de personajes y falta de ritmo, que muestra a Jolie como Elise Clifton–Ward, una agente británica no muy distinta de su reciente papel de Evelyn Salt, aunque no tan intrépida, y a Depp como Frank Tupelo, un hombre común, profesor de matemáticas de Wisconsin, que hace turismo en la ciudad flotante y se ve envuelto en una persecución que lo asume como un bribón de alto vuelo.
La dicotomía Elise dominante / Frank indefenso es el eje del relato. Luego de pasar por una primera situación de grave peligro, saltando casi divertidamente por los techos venecianos, él se arriesga a seguir cerca de ella, prendado de su belleza y glamour, tan desbordantes que Jolie más parece una estrella del jet set que una discreta oficial. La película es un remake del filme francés Anthony Zimmer (2005), de Jérôme Salle, pero además de hacernos recordar a Salt, que es bastante mejor, nos remite en su concepción básica a la clásica intriga hitchcockiana, tipo Con la muerte en los talones, donde Cary Grant era confundido con Kaplan, un misterioso personaje que se convertía en su sombra, de la sede de la ONU de New York al Monte Rushmore. Sin embargo, la referencia no pasa de la epidermis y se va diluyendo, porque Florian Henckel von Donnersmarck nunca se decide por un tono coherente, oscila entre tomarse las cosas más o menos en serio y una ligereza que convierte la cinta en un divertimento desangelado y tedioso, que forzadamente fue considerado en el último Globo de Oro entre las nominaciones de la categoría Mejor Comedia o Musical (¡!). Tal vez tenga más música, a cargo del experimentado James Newton Howard, que comedia…
El misterio de Alexander Pearce, las marchas y contramarchas de los equipos secretos, las ambigüedades de Elise y Frank, la ansiedad del inspector Acheson (Paul Bettany) por resolver el caso, la arremetida del oscuro Reginald Shaw (Steven Berkoff), todo es un mero trámite de parafernalia que explota el millonario presupuesto y vende Venecia al mundo a costa de los bonos de su autor, que de este modo pierde personalidad fílmica y a la vez fracasa en su ingreso a la liga de las grandes producciones de Hollywood.
Dir.: Florian Henckel von Donnersmarck | 103 min. | EE.UU. – Francia
Intérpretes: Johnny Depp (Frank Tupelo), Angelina Jolie (Elise Clifton–Ward), Paul Bettany (Inspector John Acheson), Timothy Dalton (Inspector Jones), Steven Berkoff (Reginald Shaw), Rufus Sewell (El inglés), Christian De Sica (Lombardi).
Estreno en España: 29 de diciembre de 2010
Estreno en el Perú: 13 de enero de 2011
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