El turista (2010)

El turista

El turista me parece una total paradoja. Me causa tanto rechazo como atracción. Parece una película más de cartelera, de esas que van a pasar sin pena ni gloria –de hecho, es una de ellas–, y sin embargo me ha dejado preguntándome cosas todo el camino de regreso a casa, y aún no me la saco de la mente, como una de esas películas que vas a recordar todo el año.

La nueva cinta de Florian Henckel von Donnersmarck, director de la auspiciosa La vida de los otros, es un artefacto extraño. Una película que no se decide por ningún registro, y que en esa misma indefinición se vuelve atractiva.

Al principio, El turista propone una trama de identidades equívocas, como en El hombre que sabía demasiado, o, principalmente, Con el peligro en los talones, clásicos de Hitchcock. La femme fatale Elisa (Jolie) debe despistar a la Interpol, haciendo creer que un turista norteamericano (Depp) es un buscado criminal. Pero como thriller hace agua por todos lados. No hay suspenso en sus secuencias. Todas las vueltas de tuerca son sorprendentes por descabelladas. El tono, la puesta en escena, la construcción de personajes, todo juega a desmontar, a sabotear los cánones del género.

Cuando enrumba hacia la comedia, no termina de causar gracia, sólo genera una sonrisa suspendida. Los gags son simplones. Si va por el filón romántico, los gestos –y las manías de Depp– se multiplican, la música se vuelve pomposa, las situaciones, de manual. No despega.

Por como está armada, montada, recuerda a las películas de matinée familiar. Contada con grandes planos descriptivos, con movimientos armoniosos, con grúas que nos muestran una Venecia de postal, siempre en clave alta –las sombras nunca crean un ambiente, una atmósfera–; se detiene en los momentos de romance antes que en los de acción –¿acaso hay dos o tres en toda la cinta?–; momentos de acción, de violencia, en los que se opera quirúrgicamente, sin derramar una sola gota de sangre. El turista tiene el estilo de alguna comedia de la Aniston, o de Robin Williams.

Elisa Clifton–Ward, la femme fatale que compone Angelina Jolie, va a contrapelo de lo que se podría esperar. Lejos totalmente de una Dama de Shanghai, por citar un clásico, Elise está cargada de escrúpulos, no puede dejar morir un inocente por su causa. Sus posturas, y su vestuario la acercan antes a una princesita de Disney que a un personaje de cine noir.

Acaso la escena donde mejor se delata el toque «Disney», es el baile al principio del tercio final. Ella baja de la barca con vestido impoluto y peinado de reina, mientras camina el camino se abre delante de ella, todos los hombres voltean a verla. ¿No pasa lo mismo en La Cenicienta?

Ya no hablemos del inepto y obsesivo inspector Acheson (Paul Bettany), o de los rufianes rusos, todos parecen el séquito inútil de algún villano de animación. El turista es un filme de suspenso filmado por la Disney. Esa unión de géneros inesperada, es lo que la vuelve atractiva.

Como Janus, el dios bicéfalo, que es una clave del filme. La cinta muestra sus dos rostros, para dejarnos preguntándonos si quiso ser una comedia familiar, o un thriller. Y ahí, es donde se vuelve más opaca. Más allá de su propia trama, de la que nadie queda con dudas. Más allá de sus créditos, al no poder leer con claridad si el director quiso hacer una burla de los estudios y los estilos de Hollywood. ¿No habrá sido él, el turista –de la producción gringa–, a la que alude el título de la cinta? El turista parece caminar al borde de la cornisa todo el tiempo, como Johnny Depp en una de sus más bizarras escenas.

El turistaThe Tourist

Dir.: Florian Henckel von Donnersmarck | 103 min. | EE.UU. – Francia

Intérpretes: Johnny Depp (Frank Tupelo), Angelina Jolie (Elise Clifton–Ward), Paul Bettany (Inspector John Acheson), Timothy Dalton (Inspector Jones), Steven Berkoff (Reginald Shaw), Rufus Sewell (El inglés), Christian De Sica (Lombardi).

Estreno en España: 29 de diciembre de 2010
Estreno en el Perú: 13 de enero de 2011


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Una respuesta

  1. Avatar de Mario

    Ésta cinta es para pasar el rato alegre y ligeramente, para disfrutar de dos estrellas de Hollywood con talento pero que se ponen al servicio de lo intrascendente también, del recreo ante todo, a su vez para maravillarnos con Venecia. El resto son pretextos e incluso el contratar a un director talentoso como Florian Henckel von Donnersmarck es ir tras la fórmula para armar algo superficial pero bien engranado, algo que venda y produzca dinero, una inversión en actores famosos, un director exclusivo y un paisaje atrayente, el resto son entradas, butacas llenas.

    He escrito sobre la película, si gustan pueden leer más ahí. También si le echan una mirada a mi bitácora y les parece agradable pueden ponerla en su lista de preferidas. Y apoyar a un cinéfilo como ustedes. Un fuerte abrazo.

    Mario.

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