Ante el estreno de Imparable (Unstoppable), vale la pena repasar la carrera de su director Tony Scott, y su colaboración con el actor Denzel Washington, que por quinta vez trabaja con él. Scott es un hábil artesano que durante buena parte de su carrera estuvo a la sombra de Ridley, que en los últimos tiempos ha pasado más bien de un status de autor celebrado (Alien, Blade Runner, Thelma & Louise) a ser un esforzado director de la industria (Gladiador, La caída del halcón negro, Robin Hood) de similares méritos que su hermano. Tras un prematuro debut en 1970 (Loving Memory, que no llegaba a la hora de metraje), The Hunger (1983) marcó el regreso de Tony a la pantalla grande, y luego entró al mainstream con una serie de filmes entre medianos y olvidables (Top Gun, Venganza, Un detective suelto en Hollywood 2, Días de trueno, El último boy scout).
Otro nivel expresivo mostró desde Romance verdadero (1993), donde contó con el entonces joven Quentin Tarantino en el guión, y en su siguiente entrega, Crimson Tide (1995), inició su colaboración con Washington, continuada por Man on Fire, Deja Vu y Asalto al tren Pelham 123. Este último es el estreno anterior a Imparable y narra también una emergencia en rieles, con la diferencia que en ese caso el escenario es el Metro de New York, John Travolta es un perturbado pistola en mano, y Denzel el controlador del servicio que busca manejar la situación.
Basada en un episodio real en Ohio en el año 2001, Imparable ocurre entre los estados de Pennsilvania y Dakota del Norte, un trayecto básicamente rural y de cambiante demografía. Los primeros minutos crean un ambiente de camaradería, en un tono distendido y jovial que, sin embargo, no oculta tensiones generacionales y desencuentros laborales entre recortes de personal y privilegios excepcionales, en una empresa de ferrocarriles cuyas millonarias dimensiones se notarán más tarde. El guión de Mark Bomback (Duro de matar 4, La montaña embrujada) traza un relato casi de tiempo real, en el que define rápidamente la disímil pareja que conforman el veterano Frank Barnes (Washington) y el principiante Will Colson (Chris Pine).
De pronto, surge el error humano con una de las máquinas y empieza a escaparse sin conductor el tren convertido en bomba andante por su peligrosa carga de insumos químicos. Ahí se desencadena el ritmo trepidante que Scott domina tan bien, aprovechando cada minuto transcurrido, cada milla de velocidad creciente del armatoste y cada metro de sus instalaciones, con las tensiones paralelas entre los funcionarios de la compañía y las autoridades, y la fricción de caracteres y fierros que hacen de la banda sonora un tenaz martilleo sin ser chirriante. Es acción pura, mostrando además la entraña empresarial del cálculo bursátil, el espectáculo de la noticia con helicópteros que sobrevuelan la línea férrea para transmitir en vivo, y el forcejeo de los mandos medios y sus superiores en medio del peligro, en el que se luce Rosario Dawson como la jefa de tráfico.
Las escenas de Washington y Pine en el intento de acoplar la unidad que manejan a la vertiginosa locomotora están muy bien filmadas y vienen a ser el clímax de una narración muy correcta en sus coordenadas. La cinta de Scott recuerda sin mucho esfuerzo a Máxima velocidad, el thriller con Keanu Reeves y Sandra Bullock, pero trasciende sus semejanzas y revela un universo popular en el cual el individuo promedio adopta repentinamente el traje de héroe, una vieja tradición del cine norteamericano.
Dir.: Tony Scott | 98 min. | EE.UU.
Intérpretes: Denzel Washington (Frank Barnes), Chris Pine (Will Colson), Rosario Dawson (Connie), Ethan Suplee (Dewey), Kevin Dunn (Oscar Galvin), Kevin Corrigan (Inspector Werner).
Estreno en España: 12 de noviembre de 2010
Estreno en el Perú: 20 de enero de 2011
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