Lo bueno: ¿Qué puede ser más apoteósico y grandilocuente que el climax de “El lago de los cines”? Un Tchaikovsky by Clint Mansell. Es el compositor predilecto de Aronofsky, ha firmado todas su bandas sonoras, desde la primitiva y experimental PI hasta esta revisión en estupefacientes de la obra del clásico compositor ruso. Clint le asegura a Darren un score a la altura de las circunstancias, considerando que en este caso la música juega un rol clave en la narración de la historia, es una presencia constante y palpable. Mansell toma el clásico, y lo reformatea para vestirla acorde con esta bailarina de una compañía de ballet de nuestros días. Escuchen ustedes.
Lo malo: Aronofsky over the top, mal. Demasiado es demasiado, Darren. Ya parecías haber domado esos demonios tuyos en The Wrestler, tu obra maestra, pero en este Cisne los dejas volar nuevamente, libres y sin pudor. Solo puede existir un Requiem for a Dream, y tú lo sabes. Te defendí entonces, y lo seguiré haciendo, pero no vuelvas a los mismos efectismos. No lo necesitas.
Lo esperable: Las obsesiones de Aronofsky. La búsqueda de la perfección, la belleza última, la fórmula mágica que explique toda creación, el elixir de la vida eterna. Una búsqueda dolorosa, enfermiza, que dejará muertos y heridos, pero una búsqueda necesaria al fin. Así lo exige una vida monótona y cuadriculada que necesita esa dosis de drogas y sexo para despabilarse, sin medir consecuencias. Los excesos llegarán siempre y ahí estará la madre sobreprotectora para hacértelo notar. La que te corta las uñas, las alas, para no dejarte volar del nido. La que secretamente te envidia y extraña su juventud. La que quiere volver a vivir, a sentir, esta vez a través de sus hijos.
Lo mejor: Los primeros momentos, de presentación, donde conocemos al personaje y su mundo. Es The Wrestler en tutu. El esfuerzo y el rigor de las bailarinas, sus músculos tensionados, sus pies haciendo increíbles flexiones, me recuerda al “The Ram” de Mickey Rourke, rompiéndose los huesos por puro placer y cerrando los puños antes de cada show. Aquí también está lo mejor de Black Swan: La cámara al hombro que persigue a Nina, como perseguía a Randy, en la intimidad de su habitación, o afuera, en las calles, en el metro, durante los duros entrenamientos.
Una Natalie Portman con la cara lavada mirándose al espejo, preguntándose cómo ser perfecta. Esa es Nina. Gran trabajo físico de Portman, mucho rigor, mucho sudor. Todas esas recriminaciones que hace el personaje de Vincent Cassel a Nina, su incapacidad para saltar del frágil y bello cisne blanco, al siniestro y seductor cisne negro, esas mismas carencias las podemos encontrar en la propia Nati. Y quizá por eso mismo haya sido la actriz perfecta para este papel. Como Nina, Nati puede hacer fácilmente y sin esfuerzo una perfecta y linda veinteañera retozando en sus calzones de algodón, pero tiene muchos problemas para lograr seducir a su presa cuando así lo exige el guion. Y cuando lo intenta, se le siente forzada, fingida. Algo que su alter ego, la libidinosa Mila Kunis, logra con una mirada, un guiño, un roce.
Lo peor: El CGI. Por dios, el CGI del mal. Estaba claro que la premisa de la historia es la transformación, y lo dolorosa y traumática que esta puede ser para alguien como Nina. Pero esos efectos dignos del peor Narnia, esas patas de gallo (literalmente), esas plumas al vuelo, están de más. Ese es el Aronofsky pasado de vueltas que ya no queremos ver.
El cliché del artista francés explosivo y seductor también llega a ser molesto, Vincent Cassel tiene que evitar ese typecasting hollywoodense.
Entenderé a los que lleguen a odiar esta película. Supongo que estarán entre los que nunca se pudieron tragar ningún Aronofsky. No es mi caso, y no voy a decir que Black Swan me ha decepcionado. Sé lo que puede ofrecer Aronofsky, y así, uno va preparado al cine, para lo bueno y lo malo. Dicen que las comparaciones son odiosas, y sin embargo las hacemos todos los días. Aquí va una más: prefiero The Wrestler, es mejor, mucho mejor. Sigue siendo insuperable, quizá sea el verdadero punto de madurez de Darren. Un real indie film that made it.
Este Cisne, en cambio, es más convencional, más explicativa, más efectista. Y lo tiene todo de cara al Oscar: el rostro bonito y popular, de creciente prestigio entre sus pares, y lo más importante para la Academia, un personaje que lucha, llora, sufre, sangra, se cae, renace, y brilla hermosa en un final grandioso, bigger than life. Aplausos. Denle la estatuilla a Nati. Esta película fue hecha para eso, y eso, lo hace muy bien.
Black Swan. Dir. Darren Aronofsky | 110 min. | EE.UU.
Intérpretes: Natalie Portman (Nina), Vincent Cassel (Thomas Leroy), Mila Kunis (Lily), Barbara Hershey (Erica), Winona Ryder (Beth).
Guion: Mark Heyman, Andres Heinz y John McLaughlin; basado en un argumento de Andres Heinz.
Música: Clint Mansell.
Estreno en Perú: 3 de febrero de 2011
Estreno en España: 18 de febrero de 2011
Deja una respuesta