Enterrado (Buried), una de las ganadoras del Goya 2011 (guión, sonido y edición), debe ser una de las películas que más tiempo han tenido completamente en negro la pantalla en la historia del cine, además de sumirse en la penumbra el metraje entero, lo que recuerda las tinieblas de La celebración, de Thomas Vinterberg, o el dilatado fundido–elipsis de Fahrenheit 9/11 de Michael Moore. Se trata del segundo largometraje del español Rodrigo Cortés (Concursante, 2007), una coproducción hispano–franco–norteamericana que ha costado unos tres millones de dólares, con el protagonismo casi exclusivo de Ryan Reynolds (Adventureland, The proposal), un ascendente actor hollywoodense que debe haberse llevado buena parte del presupuesto.
Cortés plantea una acción límite en un espacio que apenas permite desesperarse, maldecir, buscar salidas y luchar por sobrevivir, consumiendo paulatinamente el escaso oxígeno que puede caber en un ataúd. La puesta en escena se convierte en una clase de cine, echando mano de una calculada edición, a cargo del mismo autor, y de las posibilidades lumínicas y sonoras en una locación de unos cuantos metros de tamaño. Durante largos segundos, el ecran oscuro sólo ofrece ruidos ininteligibles antes de la primera imagen amparada en el encendedor que Paul Conroy tendrá como extensión de su brazo en todo el relato, una fuente de luz que arde, oscila y expira al ritmo de su ansiedad.
Reynolds escudriña el habitáculo y la cámara encuentra densidad a su alrededor. El Blackberry hace notar su presencia con su vibración y resplandor, la pluma y los papeles son herramientas de sobrevivencia, el pequeño fuego que ahuyenta a la víbora intrusa cruza medio decorado y amenaza quemarlo todo, el envoltorio de madera sorprende en sus bordes y rincones y sirve de agenda telefónica en el techo que se va desintegrando con el paso de las horas. ¿Quién es el director de fotografía? El joven Eduard Grau, el mismo de A Single Man, la notable opera prima de Tom Ford.
El guión de Chris Sparling realiza malabares con el fin de mantener el interés durante hora y media, y lo logra. El camionero Paul Conroy pivotea con una serie de personajes residentes en Irak y Estados Unidos a los que llama para clamar ayuda. Entre contestadoras automáticas, respuestas distraídas, reacciones sorprendidas y actitudes indiferentes, que complementan intensamente el paisaje sonoro, la cinta nos transporta a lugares que no vemos pero imaginamos, la vertiginosa Norteamérica inubicable en el hogar, el drama familiar que termina de mostrarse hacia el final, los escritorios del Departamento de Estado, la frialdad empresarial de la compañía que lo contrató, el aparente esfuerzo por rescatarlo del funcionario destacado en ese país. Enterrado es, entonces, denuncia y misa de un sacrificio humano, el «costo colateral» de las guerras preventivas y los empleos esclavizantes a miles de kilómetros de la opinión pública yanqui.
Junto a la humanidad prisionera, la tecnología ocupa el centro de la obra. El Blackberry es el nexo de Conroy con el mundo, que le permite el acceso a sus seres queridos y a los que no lo son, que lo transforma en trabajador y ciudadano indignado, emisor de contenido inmediato, fuente informativa literalmente de primera mano y tropiezo de la política exterior estadounidense. En el esquema narrativo del hombre solo que encarna una tragedia colectiva, el aparato es el conducto que relativiza las distancias, construye una polifonía circundante, crea una dinámica dramática de ida y vuelta, y aporta un barniz de naturalidad a los diálogos tan informativos por los que el espectador se entera de qué sucede al mismo tiempo que los interlocutores de Conroy. Es finalmente, el atajo económico, el reemplazante de un cúmulo de intérpretes en un filme con tanta acción sugerida, vivida, como si la incidencia militar que cuenta hubiera sido mostrada desde fuera del cajón.
Dir. y Edición: Rodrigo Cortés | 95 min. | España – Francia – EE.UU.
Intérpretes: Ryan Reynolds (Paul Conroy), José Luis García Pérez (Jabir), Robert Paterson (Dan Brenner), Stephen Tobolowsky (Alan Davenport), Samantha Mathis (Linda Conroy), Warner Loughlin (Maryanne Conroy / Donna Mitchell / Rebecca Browning).
Estreno en España: 18 de setiembre de 2010
Estreno en el Perú: 20 de enero de 2011
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