Larga vida a las flores muertas
Vuelve el director Fernando León de Aranoa a su campo habitual, el cine social. Descubrimos la profunda soledad de una mujer, desorientada y sin recursos ni económicos ni personales, en un entorno que no es el suyo, hija de la emigración, con Amador, la última propuesta del cineasta madrileño.
Sin embargo esta vez Aranoa deja a un lado el realismo que le engrandeció en Los lunes al sol (2002), para rematar un cuento metafórico, un tanto soporífero e ilusionista que no remonta al director del bache de Princesas (2005). Una historia que podríamos enmarcar dentro de una cierta literatura (en este caso cine) mágica. Marcela, interpretada por la estrella de La teta asustada, Magaly Solier, es una inmigrante latinoamericana que sobrevive, junto a su marido, en un Madrid áspero y competitivo, con la venta de flores que conservan en frío durante días.
Un día le surge a Marcela la oportunidad de un trabajo extra para la maltrecha economía de la pareja, cuidar a un anciano enfermo y bastante abandonado por su familia, Amador, interpretado con la habitual maestría por Celso Bugallo, un hombre mayor que permanece en cama y cuyo hobby es hacer puzzles. Cuando éste muere repentinamente, Marcela se debate entre dar a conocer el hecho o mantener al muerto un poco más vivo de cara a la familia, quienes están fuera y no saben lo que puede haber ocurrido.
Las flores arrancadas de la tierra que aún permanecen vivas por un tiempo, los puzles que hay que recomponer, los embarazos no confesados, o la vejez molesta, son temas habituales de este director que siempre trata de dotar de cierta profundidad humana a sus dramas sociales. A pesar de la espiritualidad filosófica con la que rocía la historia, mal me temo que no le ha salido, francamente, muy loable. De ritmo excesivamente lento y parsimonioso, las cuitas de Marcela son poco creíbles, bastante insufribles, salvando, quizás, a la simpática Puri, prostituta de barrio que intenta dar el único toque de humor a la cinta, y con ello una frescura realista al drama.
La juventud frente a la vejez, el encuentro y reconocimiento de dos seres muy abandonados, un cuento que el director construye con unos pilares demasiado fabuladores y poco creíbles, a pesar de la originalidad de la historia. Una mezcla de metáforas que se articulan en un universo rosa, el de este director que no quiere y se niega a impresionar con duras verdades. Solier está creíble como trabajadora perdida en un mundo ajeno, aunque repite el modelo ya empleado en La teta asustada. Hay voluntad pero le hace falta un giro de 180 grados para desarrollar su vena de intérprete.
Dir.: Fernando León de Aranoa | 112 min. | España
Intérpretes: Celso Bugallo (Amador), Magaly Solier (Marcela), Sonia Almarcha (Yolanda), Pietro Sibille (Nelson), Fanny de Castro (Puri), Juan Alberto de Burgos (vendedor de neveras), Christian Sampedro (vendedor de electrodomésticos).
Estreno en España: 8 de octubre de 2010
Deja una respuesta