¿Qué pasó ayer? (The Hangover, 2009), de Todd Phillips, es una de las buenas comedias de Hollywood de los últimos tiempos. A pesar de no contar con figuras de renombre, tuvo un notable éxito económico, con 35 millones de dólares de presupuesto y 277 millones de taquilla, es decir, casi ocho veces lo invertido, y lanzó al estrellato a sus actores. Especialmente a Bradley Cooper (Phil), quien luego encarnó a Templeton Peck en la versión fílmica de Los Magníficos y sigue en ascenso, y Zach Galifianakis (Alan), que se convirtió en el forzoso acompañante de Robert Downey Jr. en Todo un parto (Due Date), la siguiente cinta de Phillips.
Due Date, a nuestro parecer, confirmaba a su autor como «hábil narrador de historias trepidantes, que transcurren en un día o dos a lo largo del territorio norteamericano y oscilan entre la acción y la comedia, provistas de accidentadas incidencias y personajes contrastados, que muestran humanidad y desventura en medio de torpezas y dislates».
Se cayó entonces en la tentación de hacer una secuela de The Hangover al cabo de dos años. ¿Qué pasó ayer? 2 (The Hangover Part II) ha conservado todo el reparto y la idea básica, pero la labor de guión que asumieron acertadamente Jon Lucas y Scott Moore, quienes trabajan juntos desde el 2005, esta vez fue compartida por Phillips con Scot Armstrong y Craig Mazin, lamentablemente con resultados menos satisfactorios.
La cuota de frescura en la estrategia narrativa, que centraba su gracia en la imposibilidad de los personajes juergueros de controlar sus impulsos y recordar qué sucedió en una larga noche de desenfreno, en vísperas de la boda de uno de ellos, Doug (Justin Bartha), se vuelve un procedimiento mecánico y previsible, que se limita a tratar de calcar lo que había funcionado en el original. La torpeza de la patota, las personalidades excéntricas, el disparatado mafioso chino, el cameo imposible del venido a menos Mike Tyson, los huecos de la memoria nocturna, la lejanía de las mujeres ingenuas, los flashbacks incompletos, la búsqueda de detalles que expliquen el caos.
Ocurre lo mismo, pero ahora en Tailandia, con lo que se refuerza el elemento cultural asiático, la dificultad del idioma y el hecho de estar en tierra ajena. Ahora se va a casar Stu (Ed Helms), y alrededor de las celebraciones del caso nuevamente desaparece un integrante del grupo, en esta oportunidad Teddy (Mason Lee), un adolescente cuñado de Stu, quien debe responder por él ante su futura esposa. Las apariciones de Mr. Chow (Ken Jeong) y Kingsley, un rol cuyos gruesos trazos no puede disimular el correcto Paul Giamatti, representan un jaloneo forzado de la trama, por supuesto siempre en clave de farsa, hacia la aventura policial de alto vuelo. Y las embestidas de los rusos y la presencia musical de Tyson no pueden ser más impostadas.
En conclusión, la risa escasea y el producto es más una ocasión de lucimiento para Cooper, Galifianakis y Helms, un actor que, así como Jason Sudeikis, busca su propio espacio como intérprete de comedia en el cine norteamericano. Phillips no descarta cerrar una trilogía, esperemos que si se da no continúe el descenso expresivo de la propuesta, y que más bien encuentre en otros proyectos el material idóneo para reeditar el nivel exhibido en Due Date.
Dir.: Todd Phillips | 102 min. | EE.UU.
Intérpretes: Bradley Cooper (Phil), Ed Helms (Stu), Zach Galifianakis (Alan), Ken Jeong (Mr. Chow), Mason Lee (Teddy), Justin Bartha (Doug), Paul Giamatti (Kingsley), Mike Tyson (él mismo).
Estreno en el Perú: 26 de mayo de 2011
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