El director, productor y guionista Todd Phillips es responsable de algunas dosis de la llamada NCA (Nueva Comedia Americana), donde las bromas escatológicas hacen su agosto, la estupidez más evidente se mezcla con el sexo y la caspa, se entroniza la cultura de consumo, nutrido todo ello en celebraciones lo más desbocadas posibles. Rodajes físicos y somáticos en los que los mismos actores parecen no actuar, sino más bien acudir a una juerga continua.
Comedia políticamente incorrecta, en los tiempos que corren de remilgados miramientos y necesidad de reír porque lo que ocurre fuera de las salas no nos hace ninguna gracia. Comedias que en algunos casos miran con nostalgia al cine más trasgresor de los sesenta. Desde Road Trip (2000), Old School (2003), a School for Scoundrels (2006), llegando a su éxito inesperado, Resacón en Las Vegas (The Hangover, 2009), de la que el realizador aprovechó el tirón del nuevo descubrimiento del (humor) absurdo, Zach Galifianakis, para hacer con él Due Date (2010), resultona y divertida. El problema viene al no dejar un éxito tal como está, e intentar sacar más leche de la que puede dar la vaca, aunque en este caso no se sabe bien si la vaca es la fórmula o el propio autor.
El resacón funciona en cine, porque sigue la regla de la transgresión juvenil, la juerga intensa y la resistencia a entrar en la edad adulta de la seriedad laboral y familiar. La idea enfocada en el después, dejando en negro al espectador, al igual que a los personajes que necesitan saber qué ha ocurrido para recuperar lo que hayan perdido por el camino y devolver lo que se han encontrado, es en sí una idea brillante. Como se supone que es un resacón de órdago, cabe todo tipo de locuras pecaminosas y excentricidades, siempre ayudadas por las drogas. La locura de Las Vegas funcionó mejor de lo que esperaban sus responsables, Phillips y los guionistas Jon Lucas y Scott Moore. En realidad fue todo un taquillazo sorpresa.
Lucas y Moore, al parecer, tuvieron el tino de no repetir la fórmula de cabo a rabo, como así ha hecho Phillips, en un intento de llevar otro resacón a otra parte del mundo, esta vez más escatológico si cabe, y a poder ser un lugar tercermundista, que da mucho juego para barbaridades y tópicos, por ejemplo, Tailandia.
The Hangover Part II es, sin la menor duda, un sucedáneo cansino y ladrillo de la precedente, un show de barraca de feria que reniega de todo valor creativo. Esta vez los guionistas, Graig Mazin y Scott Armstrong parecen cansados, y el resultado es un deslucido metraje, cuya primera risa se hace de rogar (si es que llega), y que repite todo el proceso, además de contar con la presencia de los mismos protagonistas, la mitad de los cuales aprovechan su tirada actual de cartel, Bradley Cooper y Galifianakis, así como el segundón de oro, Paul Giamatti, menos los otros dos amigos, Stu (Ed Helms) y Doug (Justin Bartha).
La boda esta vez será la de Stu, por la que viajan a Tailandia, de donde es la familia de su novia. Cargan, como un favor otra vez, con Alan, y allí volverá a pasar lo inevitable, aunque todo transcurre con una evidente falta de energía, como un contrato cosido a toda prisa, una maquinaria a la que fallan las pilas, cuya gracia no se percibe por ningún rincón del filme. Rodada sin la más mínima autoría, si acaso alguna panorámica que discurre obligada, los planos se suceden sin originalidad, y la frescura, lo kitsch y el vértigo de Las Vegas está, aquí, totalmente ausente. Incluso los personajes están desvaídos.
El intento de aportar un nuevo elemento, el joven hermano de la novia, no es aprovechado para sacar el polvo a una sucesión de repeticiones idénticas de la versión anterior: La aparición de tres componentes del grupo, Stu, Phil, y Alan en un estado deplorable, en un cuartucho maloliente en Bangkok, al día siguiente de beber unas cervezas tranquilamente en la playa donde va a celebrarse la boda. Un pequeño macaco, un tatuaje en la cara, un dedo cortado y una cabeza rapada forman el resto del repertorio de la sórdida noche.
El argumento está trazado con prisas, y aunque las incorrecciones no dejan de producirse, especialmente a nivel de desnudos integrales, el misterio que la historieta pudo haber explotado está mal hilvanada, produciendo un sopor general en el espectador, que ni la presencia de Mike Tyson cantando al final del todo logra levantar. Ni tan siquiera la obligada sucesión de fotos en el The End que aclaran alguna de las locuras, o una banda sonora interesante.
Dir.: Todd Phillips | 102 min. | EE.UU.
Intérpretes: Bradley Cooper (Phil), Ed Helms (Stu), Zach Galifianakis (Alan), Ken Jeong (Mr. Chow), Mason Lee (Teddy), Justin Bartha (Doug), Paul Giamatti (Kingsley), Mike Tyson (él mismo).
Estreno en el Perú: 26 de mayo de 2011
Estreno en España: 24 de junio de 2011
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