Acaba de ganar la competencia de cine nacional en el Festival de Santiago (Sanfic), y en unos días competirá en el Festival de San Sebastián. El filme chileno Ulises destaca por sus propios valores cinematográficos dentro de la nueva producción del país del sur, y de Latinoamérica en general, y puede ser además de especial interés para el público peruano por la historia que nos presenta:
Sinopsis: Julio es un peruano que lleva unos meses en Chile y busca incesantemente un nuevo rumbo a su vida. Se comunica esporádicamente con su madre para mantener el lazo con sus raíces y no dejar de pertenecer a un pasado que tampoco añora. En Chile vive con una familia peruana bien afincada en el país. Julio busca insertarse en esta nueva sociedad buscando un trabajo, pero su ilegalidad le impide lograr su objetivo, sólo encuentra trabajo en aquello que nadie quiere hacer, por lo que comienza a ver este mundo con hastío. La degradación física tampoco lo hace reaccionar. Comienza un deambular, una degradación física y psicológica que le es imposible frenar. Julio queda perdido en el limbo de la no pertenencia.
Ulises se estrena comercialmente en Chile el 1 de setiembre, y esperamos que pronto llegue también a las salas de Perú.
Conversamos via e-mail con su director, el joven realizador Oscar Godoy, para conocer un poco más de su opera prima. (La entrevista puede incluir algún spoiler, así que léanla con precaución):
«El verdadero viaje es hacia sí mismo»
¿Oscar, por qué una historia sobre peruanos?
Más que sobre peruanos, es sobre un emigrante en un país ajeno. Ahora bien, me pareció más relevante en este caso que el personaje fuera peruano, pues en Chile es la mayor población emigrante que hay, muy por encima de otras nacionalidades, y más aun por que entre Chile y Perú hay una larga relación de amor-odio, de incomprensión y desconocimiento por ambas partes.
La película recorre ciertos clichés del peruano desempleado en Santiago: la espera al lado de la plaza, la llamada desde el locutorio, la idea de la comida. Pero también se desmarca para hablar de Lucha Reyes, por ejemplo. ¿Cómo buscaste el balance para construir tu historia? ¿Cómo fue tu investigacion de «peruanidad» para encontrar estos elementos particulares que para un extranjero pueden pasar desapercibidos?
Quizás les pueda parecer un cliché. Desde Santiago es iconográfico, es la imagen que se asocia a migración y a migración peruana, un fenómeno reciente en la historia de este país.
Antes los chilenos emigraban (en los años 70 y 80) y de repente en pocos años, su ciudad se vió con personas de otro lado y especialmente de Perú. Pero esa sería una mirada solo desde el que recibe al “otro”, y quizás resultaría una mirada muy paternalista, como muchas otras historias de emigrantes, “esas almas prístinas que vienen a buscar otras oportunidades”, cosa con la cual me revelo. Es por eso que la película ahonda más desde el punto de vista del que viaja, es allí donde surge Lucha Reyes, que debo decir que es un ícono latinoamericano y que las canciones de Augusto Polo Campos son parte del cancionero popular latinoamericano, y siguen siendo muy peruanas.
Espero que ese balance esté dado por mi propia experiencia personal y lo que observé, siendo extranjero en Europa, creciendo en Venezuela siendo chileno y hablando como venezolano en Chile. Ciertos detalles provienen de una investigación al desarrollar el guión, que vienen de varias fuentes. El Perú ha estado muy cercano a mi y eso que nunca he estado más de una semana en Lima, pero tengo varios amigos peruanos, me interesa la literatura peruana, desde Arguedas, Bryce Echenique, Vargas Llosa, hasta Alarcón, Roncagliolo, etc., y espero poder leer algo de Julio Ramón Ribeyro, cuyo trabajo he conocido hace poco. Y en un plano más practico, yo vivía cerca del centro de Santiago y frecuentaba todos los lugares donde la comunidad peruana reside (voy a los mismos locutorios a hablar con mis padres que viven en Venezuela. Sale mucho más barato que llamar desde un teléfono fijo de tu casa). Entonces, hablando con algunas personas pude interiorizarme de detalles que le aportaran verosimilitud a la historia.
En tu biografía, vemos que has vivido un tiempo en Venezuela y en Europa, has sido tambien «un extranjero», «un migrante». ¿Cómo aporto esto a la sensibilidad de Ulises? ¿Este fue el origen, el germen de la película?
Obviamente es el inicio del trabajo, esa condición de extranjero permanente, y cómo les comentaba recién, esas experiencias propias y vistas en otros son el origen, y sobre todo la necesidad de hablar desde el que emigra, desde el que viaja, pues veía la necesidad de aportar desde ese otro punto de vista. Creo que eso pocas veces se había contado en el cine. Me parecía pertinente hablarlo desde allí en este siglo que parece ser el de las migraciones, donde los emigrantes son los nuevos Ulises en busca de una Ítaca que no logran encontrar.
Por momentos, «Ulises» nos recuerda a «El hombre sin pasado» de Kaurismaki, no solo es que comienza con un hombre asaltado en la calle, sino que el pasado personal de Julio está negado, escamoteado en la pelicula. Es un personaje más bien apático, como en permanente desconexión. ¿Por qué presentarlo así?
Sí había visto [la película de] Kaurismaki, pero no soy muy asiduo a su cine, ni tampoco soy muy cinéfilo en general. La opción de empezar así tiene que ver con instalar al personaje en un estado de indefensión en el que se encuentra en esta sociedad. Sobre las pocas claves que se dan de su pasado, responde a una posición ético-moral con respecto al cine, creo que para este tipo de historia, no podía entregar un relato donde el espectador tuviera todo completo, entonces espero que el espectador construya la historia del pasado del personaje según su propio universo. Es allí donde algunas personas infieren una cosa u otra según su experiencia personal. Si eso logra provocar que uno se quede con la película dentro de sí, la película se completa.
Con respecto a la “apatía” del personaje, tiene que ver con eso que arrastra a lo largo de la película. El personaje va renunciando a distintas oportunidades, nunca más vuelve a relacionarse con la comunidad peruana, renuncia a esa familia hiper adaptada que vive esa especie de «sueño chileno del consumo». Tampoco la posibilidad de una relación con la chica lo satisface, todo para terminar con un pequeño trabajo en un matadero, ¿es eso lo que buscó cuando vino a Chile?
Ahí hay un tema que puede llegar a inquietar: la película termina cuando Julio recibe la residencia y comienza a ser aceptado por sus compañeros, hay una cierta «chilenización» del peruano. ¿Es una lectura errónea, o hay algo de eso?
Qué oportuno que consulten por el final, por que la película funciona, creo yo, según la experiencia personal del espectador. Algunos pensarán que se chileniza, o acepta esta condición. En lo objetivo, obtuvo lo que supuestamente todo emigrante busca: un lugar donde vivir, ese pequeño departamento, papeles que le ayudan a obtener en el trabajo del matadero. Para algunos es un final feliz, o positivo. Otros ven un final terrible, este profesor de historia después de toda esta odisea en otro país termina trabajando en un matadero. Es tan pequeño el logro, desolador. Yo no tengo una lectura para la condición final del personaje, prefiero que cada uno saque sus conclusiones. Esa es la apuesta de la película.
La pelicula tiene una peruanidad bastante bien lograda, sobre todo en la escena de la celebración de Fiestas Patrias. De cierta manera, cuando Julio canta resume su personaje. Un «Regresa», que no es exactamente regresar a un lugar, si no a ser uno mismo. Una cierta búsqueda. ¿Lo ves así?
Si, completamente. Julio no puede regresar a ese pasado que dejó atrás, ni el presente que le es esquivo. Muchos viajan para cambiar su mundo externo, y algunos como Julio creen que el viaje los cambiará internamente, pero sus cargas internas los acompañaran a donde vayan. El verdadero viaje es hacia sí mismo.
Si habia una cosa que nos sacaba de la pelicula era el dejo, que no termina de ser exacto. No suena peruano, ni limeño. ¿Cómo trabajaron esto con Jorge Román, el actor argentino?
Me imagino que podría pasar eso en Perú, pero como no trataba de hacer un retrato exacto de la peruanidad, que creo que puede ser más propicio de otros medios o formatos como el reportaje o la televisión, opté por hacer un retrato de esa condición de extrañeza de un extranjero en otro país. Con Jorge estuvimos trabajando sobre todo para que no tuviera el dejo argentino que es tan fuerte, y fue ayudado por un periodista que trataba de darle la dicción adecuada, teniendo en cuenta que el castellano hablado en Bogotá y en Lima son los mejores de todo el mundo hispanoamericano. Es sumamente difícil.
Con respecto al reparto, ¿elegiste a Jorge Román por la coproduccion argentina? ¿Pensaste en algún momento en actores peruanos? Cuando veíamos Ulises, pensábamos en algunos actores locales. En Bruno Odar, protagonista de «Octubre», o en José Luis Ruiz, el protagonista de El «Premio», y años antes en «Bajo la piel».
La coproducción con Argentina resultó mucho después que Jorge fuera el protagonista. En principio mientras escribía el guión, pensaba en actores y un amigo me recordó a Román, pero mi primera reacción fue rechazarlo por ser argentino. Busqué películas peruanas, y vi algunos muy buenos actores, pero no estaban en el rango de edad que tenia el personaje. “Octubre”, “El premio” y “Bajo la piel” no las he visto, y creo que será difícil que en Chile las podamos ver. Lamentablemente Polvos Azules solo existe en el Perú. Seguí buscando en algunas producciones bolivianas a las que tuve acceso, pero me pasó lo mismo, y las gestiones para hacer una coproducción con Perú fracasaban pues los productores a lo que consulté me decían que Conacine no apoya coproducciones minoritarias peruanas, por lo cual el acceso a hacer un casting en Perú era muy difícil. En ese punto, nuevamente este amigo me recordó a Jorge Román y como yo buscaba también que el personaje fuera un mestizo latinoamericano, como creo que somos la mayoría de nosotros, Jorge encajaba en eso.
¿Cómo fue el trabajo con Inti Briones (director de fotografía)? ¿Que el sea peruano fue circunstancial, o eso también aportó en la realización de tu película?
Inti es uno de mis mejores amigos. Nos conocimos cuando yo llegué la primera vez a Chile en el año 1994 e Inti también tenía poco tiempo de haber llegado a Chile. Nos hicimos muy amigos, y hemos compartido esa experiencia de ser un poco extranjeros en este país, pese a que yo haya nacido aquí e Inti tenga familia chilena. Entonces creo que eso también lo volcamos en la película.
El trabajo con él fue sumamente grato porque se unían las dos cosas, por un lado el respaldo de un amigo que me ayuda a hacer mi primera película, y el respaldo de un director de fotografía con gran experiencia que entendía, compartía y ayudaba en la propuesta cinematográfica que yo quería hacer. Inti resolvía circunstancias que yo planteaba, como que quería rodar en exteriores de noche y sin ninguna parafernalia de luces. Es por eso que filmamos en Super 16 ya que en ese momento tenia más latitud que el digital. Además, el uso de un solo lente para narrar toda la historia, entre otras decisiones técnicas.
¿Cómo ves el panarama del cine chileno actual? ¿Te sientes parte de un ‘Nuevo cine chileno’, por ponerle una etiqueta?
Veo un panorama alentador, hay más películas y más temas, algunas las reconocen en circuitos especializados de cine como los festivales. «Ulises» estará participando en San Sebastián y en Varsovia, pero tenemos graves dificultades para ser vistos en Chile. La escasez de pantallas hace que nuestras películas tengan que competir en los mismos espacios y pantallas que las películas industriales y de entretenimiento estadounidenses que arrasan y nos ahogan, por lo cual es muy difícil poder llegar al publico chileno deseoso de ver algo distinto y propio. Tienen que correr [a verlas] el primer fin de semana y si no, ya no la verán. Eso es muy triste.
No me siento parte de un nuevo cine chileno, pues mi origen es distinto. Siento alguna cercanía con otros directores por sus intereses, por lo que quieren contar. «Tony Manero», «Huacho», son películas en las cuales además tuve la oportunidad de trabajar como asistente de dirección, pero no creo que haya un ‘Nuevo cine chileno’, como un planteamiento y una búsqueda colectiva. Hay gente que está haciendo más películas y hablando de distintas cosas, pero no sé si habrá un nuevo cine chileno. En todo caso eso le toca reflexionar a los académicos o críticos que pueden tener la suficiente distancia para verlo.
Nos puedes contar algo más sobre ti, ¿desde cuándo estás dedicado al cine, al audiovisual? ¿Cómo comenzaste en esto? ¿Y qué expectativas tienes ahora con tu primer largometraje?
Empecé a trabajar en filmación de comerciales, en el año 1992, y allí pasé por los distintos oficios, desde productor hasta asistente de cámara, esa fue mi escuela práctica. En esos tiempos realicé un corto documental que se llama «Mariachi alfa», que muestra un grupo de mariachis en Caracas, un grupo que anima fiestas, y que los contactas por el periódico.
Ahora, las expectativas con «Ulises» son básicamente que pueda llegar al máximo de personas, ojalá pueda ser vista en países o que reciben muchos emigrantes o que tiene poblaciones que han emigrado. Ojalá pueda ser vista en los países de Latinoamérica, y especialmente en Perú y en Venezuela.
Con respecto a San Sebastián es muy grato poder mostrarla allí, siendo una ópera prima y que esté en competencia con trabajos que han sido reconocidos con la Cámara de Oro como «Las acacias» o «Abrir puertas y ventanas” que ganó el Leopardo de Oro en Locarno, o películas como “Miss bala” y “Bonsai” que estuvieron en Una cierta mirada de Cannes. Creo que ese es un respaldo importante a este primer trabajo.
Entrevista: Antolín Prieto y Laslo Rojas
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