¿Por qué los peruanos vivimos choleándonos unos a otros todo el tiempo? ¿Somos o no somos racistas los peruanos? Son las dificiles preguntas que se plantea el antropólogo Roberto de la Puente, director del documental Choleando.
Dos son los personajes de esta película, quienes tienen sus propias respuestas. Para Mariananda no hay duda: es por racismo. Siempre lo ha habido, siempre lo va a haber. Pero Julio no está tan seguro. ¿De verdad se trata de racismo? ¿No estarán confundiendo el racismo con los otros muchos tipos de discriminación que practicamos los peruanos? Para empezar: ¿qué es el racismo?
Este documental intentará resolver quién de los dos tiene razón, pasando revista a las múltiples formas de discriminación que practicamos los peruanos, indagando por sus orígenes y por sus lamentables consecuencias. A través de entrevistas, animaciones e imágenes de apoyo, Mariananda y Julio comprenderán a fondo el confuso sistema de discriminación racial del Perú.
Vean aquí el tráiler de Choleando, o el documental completo a continuación:
Choleando, opera prima de Roberto de la Puente, de 100 minutos de duración, será estrenada este 23 de febrero en el 1er Festival Iberoamericano de Cine Digital – Fiacid 2012. A propósito de esta presentacion, conversamos en extenso con el director. Lean la entrevista a continuación:
Roberto, ¿cómo se origina el proyecto «Choleando»?
El proyecto de hacer este documental nació hace unos 6 años, cuando un grupo de antropólogos nos reunimos para investigar y discutir sobre cómo hacer un video que explique el racismo peruano. Leímos todo lo que se había escrito sobre el tema y empezamos a construir algunos modelos explicativos. Con Luis Domínguez (productor del documental) armamos una carpeta y empezamos a buscar financiamiento, tocando cientos de puertas. Pero no conseguimos ni un duro. Desalentados, el grupo de antropólogos se disolvió.
Pero yo continué investigando y escribiendo, sin cesar, un guión que crecía y crecía de manera monstruosa. Al final, por una cuestión de salud mental, me mandé a hacer el documental unicamente con mis medios. Contando con la generosa ayuda de buenos amigos, empecé a hacer las entrevistas. Pero todo el proceso era caótico y bastante incierto. Felizmente, como la locura es contagiosa, Luis volvió a sumarse al proyecto y el orden se instauró: empezamos a trabajar con cronograma y planificación. Se hicieron las entrevistas que faltaban, se rodó la parte de los personajes y se hizó toda la postproducción. Y ahora estamos en el asunto de la exhibición y pensando en formas de distribución.
¿Cómo decidiste el formato para presentar el tema del racismo en el Perú, con dos «protagonistas» antagónicos?
“Choleando” se estructura en clave dialógica (o dialéctica si quieres). Dos personajes, Mariananda y Julio, se enfrentan: un personaje sostiene una posición, desarrolla sus argumentos y da ejemplos que lo respaldan. Entonces entra el otro personaje, desbarata la posición expuesta y plantea una contraposición. Y así continuan, ahondando más y más en nuestra particular forma de ser racistas.
Narrativamente, me pareció interesante aterrizar ese choque de posturas teóricas (“hay racismo” versus “no hay racismo”) en dos personajes. La idea es que, desde el arranque, el espectador se identificará con una de las dos posturas, y estará esperando que “su” postura gane al final. Pero mientras tanto tendrá que escuchar y entender los argumentos de la postura opuesta. Y darse cuenta que “su” posición es rebatible y que la otra posición es tan convincente como la suya propia.
Desde un inicio me di cuenta que el tema del racismo es super pólemico. Y super confuso. ¿Qué es el racismo? ¿Qué es una raza? ¿Existen razas humanas? ¿De verdad clasificamos a las personas “por su raza” o lo estamos haciendo por otros criterios? Es bastante arduo encontrar a dos personas cuyas respuestas a estas preguntas coincidan. Esa falta de consenso, esas “fracturas semánticas”, siempre me han interesado mucho.
Creo que en nuestro país sufrimos de una sordera crónica muy particular. Simplemente no nos ponemos a escuchar los argumentos de los otros. Ni nos molestamos en entender sus puntos de vista. Nos cerramos en nuestra posición y en nuestras cuatro verdades. Sucede a todo nivel: desde la interacción entre individuos, hasta los enfrentamientos intergrupales. Y esa sordera selectiva (o indiferencia hacia los otros) muchas veces raya en el desprecio puro y duro.
Ese patrón se ve una y otra vez: dos grupos distintos sostienen dos posiciones encontradas, ¿qué es lo que hacen? Pues los de un grupo se ponen a “ningunear” a los del otro grupo. Y justifican ese ninguneo poniendo etiquetas sobre los otros: “anti desarrollo”, “caviares”, “fachos”, “pro mineros”. Más que escuchar y comprender mínimamente al otro, cogemos algunas de sus frases al vuelo, las sacamos de su contexto y las tergiversamos o ridiculizamos. Y así vamos.
En cierta forma quería personificar algunas de las rupturas que hay en nuestro país. Pero también queria mostrar que, a pesar de las diferencias y distancias, también hay puentes, también es posible el reconocimiento del otro como un agente valioso. Por eso mis personajes se toman en serio el uno al otro: se toman tan en serio que se dan el trabajo de entender bien la posición contraria hasta el punto en que pueden rebatirla honestamente.
Eso por un lado. Pero también hay un lado más teórico. En las Ciencias Sociales había una discusión bastante fuerte entre los que afirmaban que el racismo persiste en el Perú (“la herencia colonial”) y aquellos que sustentaban que en realidad el racismo ya es algo superado, y que los problemas de discriminación que vivimos se explican por otros motivos. Ambas posturas estaban bien sustentadas y apasionadamente defendidas. Decidí entonces mostrar ambas posiciones, con sus argumentos, ejemplos y limitaciones. Claro, hacer esto es mucho más complicado que simplemente apostar por una posición y obviar la otra. Pero ¿para qué hacerlo fácil cuando puedes hacerlo difícil?
¿Cómo elegiste a los entrevistados?
Los entrevistados se eligieron después de terminada la investigación, por lo que ya conociamos sus opiniones e ideas sobre el racismo. La lista es larga y variada: genetista, biólogo, zootecnista, psicólogos, linguista, historiador, psicoanalista, sociólogo, abogados, congresista, víctimas de discriminación, politólogo, marketero, analista, cirujano plástico, extranjeras, escritor, “bricheros”, actriz, periodistas, filósofo, etnocacerista, peluqueras, bailarina, etc. Y numerosas personas entrevistadas al paso, en las calles de distintos distritos de Lima.
¿Qué buscas lograr al plantear las preguntas que haces en este documental? ¿Cuáles son tus inquietudes personales o profesionales sobre el tema?
¿Por qué los peruanos vivimos choleándonos unos a otros todo el tiempo? ¿Somos o no somos racistas los peruanos? Tales son las preguntas que subyacen a todo el documental. Y el objetivo de estas preguntas es invitar al espectador a reflexionar sobre las discriminaciones que vive, sufre y practica todos los días. Y que a su vez se pregunte a sí mismo: ¿por qué tenemos que vivir de esta forma? ¿qué se puede hacer para cambiar esta situación?
Creo que el primer paso para resolver un problema es reconocer que hay un problema. El siguiente paso es comprender a cabalidad por qué existe ese problema. Luego vienen las soluciones. En ese sentido, me gustaría que los espectadores del documental se vayan con ganas de conversar y discutir de estos temas con sus familiares y amigos. Que, a su aire y con sus propios argumentos, repitan un poco la lógica de la discusión de los protagonistas del documental. Que hablen de estos temas tan dolorosos, que les den vueltas y tomen una posición al respecto.
Ahora bien: un documental no soluciona un problema social. La superación de las múltiples formas de discriminación (fenotípica, étnica, socioeconómica, linguística, etc) requiere, por supuesto, de la aplicación de políticas públicas bien diseñadas y claramente enfocadas. Pero también requiere de ciudadanos que comprendan a fondo la injusticia de estas discriminaciones y simpaticen con la necesidad de superarlas. Y es ahí donde un documental puede ayudar.
Yo detesto al racismo peruano. Hay pocas cosas que detesto más. Desde muy niño fui consciente de nuestro racismo y siempre me insubordinaba. Simplemente me parecía muy cruel, demasiado injusto y francamente estúpido. Siempre quise entenderlo, comprenderlo a fondo a fin de poder saber cómo enfrentarlo efectivamente. Hacer este documental me permitió eso: a través de las lecturas, investigaciones y las decenas de entrevistas, pude comprender a fondo nuestro racismo. Pero también me permitió algo más importante: conversar con muchísimas personas sobre este tema y darme cuenta que hay un montón de gente reflexionando y luchando para enfrentar las distintas discriminaciones que vivimos a diario en nuestro país. Por eso, mi mayor satisfacción sería que este documental contribuya, aunque sea un poco, con esa labor de reflexión, discusión y acción contra la discriminación.
¿Cuánto tiempo les tomó hacer toda la pelicula? ¿Cómo lo financiaron?
La primera entrevista para este documental fue hecha hace tres años y medio. La postproducción acabó a finales de setiembre del 2011.
El documental es totalmente autogestionado. Una vez con Luis, mi productor, empezamos a sacar la cuenta, y era para ponerse a llorar. Sólo te puedo decir que hacer este documental me dejó totalmente quebrado (financieramente hablando).
Lo hemos hecho con dinero de nuestros bolsillos y con la ayuda de muchos buenos amigos. Diego Giannoni, Oliver Stella y Rodrigo Lajo figuran en los créditos como productores asociados porque nos apoyaron de manera sostenida, ya con trabajo, ya con valiosos contactos para realizar entrevistas. El Taller de Antropología Visual de la PUCP nos prestó eventualmente algunos equipos de registro de audio. Y la Cabina Subsónica (de Rolando Muñoz) nos apoyó generosamente con la corrección del audio de todo el documental.
Cuéntanos un poco de ti, ¿cuál es tu formacion académica o profesional? ¿Cuál es tu experiencia previa en el audiovisual?
Tengo 36 años. He estudiado Derecho y Antropología (ambas carreras becado). Empecé a hacer videos desde que era un estudiante universitario. Junto con el antropólogo Marcel Velásquez hicimos un video etnográfico sobre la situación del Centro de Salud Mental de la ciudad de Cusco (para ello vivimos un mes dentro de esa institución psiquiátrica). Luego, siempre como estudiante, realicé El proyecto del pishtaco puquino y el inkarri perdido, una “ficción farsesca” en la que me burlaba de cierta antropología cultural y de esa manía de exotizar a grupos humanos distintos al propio.
Luego ya empecé a trabajar con Luis Domínguez, quién es comunicador audiovisual y docente universitario. Hicimos el mediometraje documental Las Tabas, que cuenta la historia de un grupo de rock formado por tres chicas; y el cortometraje de animación Yawarpampa, sobre el mítico enfrentamiento entre incas y chancas.
“Las Tabas”, a pesar de tener una duración de 53 minutos, fue emitido completo en el programa de TV “El placer de los ojos”. “Yawarpampa” ganó un premio en un festival de animación.
Ahora estamos en plena realización de un corto de animación sobre la violencia política que vivió el país. Y en la preproducción de nuestro segundo largometraje.
Choleando (Perú, 2011) es una producción de Relapso Filmes e IDM.
Con la participación del Taller de Antropología Visual y Cabina Subsónica.
Protagonizado por Mariananda Schempp y Julio Navarro
Dirección: Roberto de la Puente
Producción General: Luis Dominguez
Música: La Sarita
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