Invitado especial del flamante Festival Iberoamericano de Cine Digital – Fiacid 2012, el cineasta argentino Iván Fund es uno de los más destacados jóvenes realizadores de la región, cuyas películas despiertan especial interés por su aparente sencillez, y su gran calidez humana.
El realizador entrerriano, además de ser jurado de la competencia oficial, presentará buena parte de su filmografía en el festival limeño, todo a partir del 15 de febrero. Así, veremos en nuestra ciudad tres largos: La risa, Los labios y Hoy no tuve miedo; un cortometraje: Sirenas; y un mediometraje: Cíclope.
En búsqueda del cine de no-ficción:
Tuve la suerte de ver su más película reciente, Hoy no tuve miedo, en el último BAFICI, y desde entonces quedé entusiasmado con su trabajo. Luego vería, con un año de retraso, «Los labios» -ganadora del premio a mejor interpretación en la sección ‘Un certain regard’ en Cannes el 2010– confirmándome que se trata de un director a seguir de cerca. Así que a aprovechar esta oportunidad de tener sus películas en Lima.
A propósito de su pronta visita, conversé con Iván Fund, léanlo a continuación:
En tus dos últimas películas noto un talento especial para transmitir una sensibilidad muy femenina. Alguien que viera estas películas, sin conocer el director, podria pensar que las dirige una mujer. ¿Tienes un interés especial en «la mujer» como personaje de tus películas? ¿O ha sido casualidad que las protagonistas hayan sido grupos de mujeres?
No creo que sea casualidad, pero tampoco es algo que uno piensa concretamente. En «Los labios» giraba una idea que podía tener que ver con la mujer como protectora de la vida, pero sobre todo era la realidad que se desprendía de esas historias. La mayoría de las veces eran las mujeres quienes acudían y se hacían presente en esas situaciones. En el caso de «Hoy no tuve miedo», la película misma surge en gran parte de mi encuentro con las protagonistas y sus sensibilidades, mis ganas de retratarlas, no hubo un planteo sobre el lugar de cada uno, sobre la presencia (o ausencia) de los hombres en su mundo, más bien fue algo que iba apareciendo y que termina por evidenciarse hacia el final de todo el proceso. No es algo que uno tenga premeditado, es algo que uno descubre. En mi primera película «La risa» los protagonistas son hombres y no por eso sentía que estaba hablando desde una masculinidad absoluta. No pienso las películas en términos de género, pero es cierto que me conmueven profundamente los personajes femeninos. En palabras de Antonioni: «la mujer es el filtro más sutil de la realidad».
¿Cuáles fueron las diferencias (y las similitudes quizá) en la realización de «Los labios» y «Hoy no tuve miedo»? Partiendo del hecho que una fue hecha en codirección, y la otra ya en solitario.
Fueron dos procesos y experiencias bastante diferentes. Si bien en el caso de «Los labios» fue una película de una estructura de producción pequeña (unas 15 personas entre técnicos y actores), era trabajar de alguna manera, de forma más cercana a lo que sería la idea pragmática de rodaje. Era la forma que la película necesitaba y que nos iba a permitir comunicarnos más claramente con todos y entre nosotros dado que para empezar éramos dos directores. Teníamos un guión convencional y un plan de rodaje. Yo hacía la cámara por lo que estaba más en el cuerpo a cuerpo con la escena, reaccionando a lo que iba pasando y Santiago Loza, desde el monitor, proponiendo y guiando. Era como un ida y vuelta constante que nos permitía tener cierto control para generar lo que necesitábamos para narrar y la posibilidad de no perder la riqueza de lo inmediato.
Mientras que en «Hoy no tuve miedo» éramos un equipo tres veces menor y en vez de guión teníamos una suerte de escaleta mínima para la primera parte y una premisa clara para la segunda parte: permitirnos filmar cuanto nos conmoviese durante esos días de rodaje, sin importar si pasaba delante o detrás de cámara. La película tenía que moverse como una suerte de rumor entre nosotros, sin un límite claro entre la escena y la vida al mismo momento de la toma, cosa que hubiese sido imposible dentro de otro marco de producción.
¿Cómo se originó, de dónde nace «Hoy no tuve miedo»? La película tiene dos partes bien diferenciadas, ¿esto estuvo pensado así desde el inicio?
Lo primero que filmamos fue de hecho lo que sería la segunda parte de la película. Filmando esto, en una escena, conozco a las que serían las protagonistas de la primera parte. Y surge como inevitable la necesidad de hacer una suerte de mínimo retrato de este trío de amigas y su historia. La idea era hacer un tríptico donde cada película se viese de manera independiente pero luego me di cuenta que efectivamente funcionaba mejor si se sucedían inmediatamente. La idea se cristalizaba en ese diálogo y en ese choque y convivencia, se hacía tangible la búsqueda. La película no tiene un origen exacto, único o preciso, son muchas cosas que se conjugan hasta que se vuelve inevitable que le película suceda. Algún viejo guión de cortometraje, imágenes que uno tiene dando vueltas por mucho tiempo, personas que uno conoce, que admira, encuentra, y una necesidad concreta de volver a sentirme acompañado de mis amigos y mi familia. Una suerte de volver a la protección de la manada supongo, de salir a buscar ese encuentro que afortunadamente suceda.
La división entre la ficción y la realidad se hace más difusa en filmes como los tuyos. En «Los labios», gran parte de los personajes de ficción son ‘de la vida real’, y los registros son de tipo documental. En «Hoy no tuve miedo» seguimos una ficción cotidiana, y al rato vemos al equipo de filmación ‘en la vida real’. ¿Hay un interés tuyo en jugar con esa linea divisoria, estirarla, romperla, pasar de un lado al otro?
Es tanto un interés como una condición, se me hace imposible filmar sin sentirme invadido por esa cuestión tan fundacional como esquiva del cine, donde es inevitable pensar el cine sin pensar tu propia vida. Empecé creyendo que quería hacer ficción tal vez solo por ósmosis, pero finalmente siento que mis películas terminan siendo una excusa para retratar a la gente que quiero y admiro, una forma de hacer contacto con ellos, de compartir ese instante. Que gracias a la cámara no es ni una cosa ni la otra, especie de dimensión paralela y plena del momento. Supongo que me siento cada vez más cerca de la búsqueda del cine de no-ficción, donde no haya más mediación entre el mundo, la cámara y uno mismo.
Siento una autenticidad, una naturalidad que sí se llega a transmitir en tus historias, digamos, del campo, en comparación a otros filmes argentinos recientes que pude ver, más urbanos. ¿Puede ser naif pensar así, que la gente ‘del interior’ es más pura de espíritu, que está menos ‘contaminada’?¿Crees que esto influye en la manera en que vas dando forma a tus películas?
No estoy seguro de que sea así, ¡ya quisiera uno que así fuera! ¡ja! De hecho pensarlo en esos términos es responder a un imaginario contra el que uno combate. Sin embargo creo que el lugar y la gente sí son un condicionante concreto de la película. Al filmar el lugar que conoces te sentís amparado, acompañado, siempre trabajé con amigos o gente con quienes tengo mucha afinidad. Eso sí que influye en la forma de mis películas, y si bien hace ya diez años vivo en Buenos Aires, todavía sigo pensando en el pueblo para filmar.
Leí que estabas montando la tercera historia de «Hoy no tuve miedo». ¿Cómo va eso? – ¿Y tu otro proyecto «Me perdi hace una semana», ¿en qué estado se encuentra?
Actualmente estoy montando mi nueva peli «Me perdí hace una semana», que esperamos tener lista para fines de marzo-abril, y ya tengo todo el material de lo que sería la tercera parte de «Hoy no tuve miedo», un mediometraje documental que sigue al personaje que dió origen a la historia de las chicas de la primera parte de la película. Lo vamos a codirigir con Juan Nanio, amigo y uno de los protagonistas de «Me perdí hace una semana».
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