Nikkei, ópera prima de la cineasta venezolana Kaori Flores Yonekura (1976), será presentado en la Sección Oficial Documental Iberoamericano del 27° Festival Internacional de Cine en Guadalajara – FICG, que que se inicia este 2 de marzo.
Se trata de una producción mayoritariamente venezolana que, debido al tema que aborda -la inmigración japonesa a Latinoamérica-, buscó en su momento una contraparte en Perú.
La directora publicó un aviso buscando un coproductor y Hugo Shinki de Mullu Producciones respondió, y se sumó al proyecto. La película ya fue presentada en nuestro país, en agosto pasado, en la sección «Cortos y documentales itinerantes» del Festival del Lima 2011.
Vean el tráiler de Nikkei:
Antes de su presentación en el festival mexicano, conversamos con la directora:
Kaori, ¿Cómo nace el proyecto de «Nikkei»? Parece ser una historia que tenías para contar desde siempre, por tratarse de tus abuelos. ¿Cuándo fue que decidiste darle la forma de un documental?
Al contrario, «Nikkei» no es una historia que quise contar desde siempre, y tampoco es una historia sobre mis abuelos. «Nikkei» es una historia que trata sobre la construcción de la identidad a partir de la inmigración, y utilicé como conducción el viaje de mis abuelos, explicando las condiciones económicas, políticas, sociales y humanitarias de las diferentes épocas que porque no la conocía.
Como explico en la película, yo sufría de lo que llamo ‘desmemoria’, sabía de ese viaje pero nunca me dieron detalles. Comencé a investigar en el 2008, a partir de una fotografía en la que estaban unos issei (primera generación de nikkei) en un campo, vestidos como campesinos, y me explicaron que estaban confinados a ese campo en Venezuela durante la Segunda Guerra Mundial. A partir de allí comencé a hacer líneas de tiempo y a integrar documentos y testimonios para poder entender.
Sobre el hecho de darle forma documental, pues yo siempre he pensado que el cine es un ensayo audiovisual, la conduces a través de un viaje (en el caso de «Nikkei»), pero lo que estás contando y lo poderoso es el argumento y la forma ensayística en que lo presentas. «Nikkei» muy bien puede hacerse como ficción, pero para mí como realizadora y protagonista, integrante de la comunidad que registraba, solo me funcionaba el «documental de creación» para poder sanar esta ‘desmemoria’, y tocar la realidad así, en primera persona.
Hay una especie de prejuicio acerca de la forma del documental, se encasilla el género en la pantalla televisiva, que es un lenguaje en sí mismo, por el tipo de plataforma y por el público al que se dirige, así como también por los espacios de tiempo de emisión. Muchos de estos documentales caen en el infoentretenimiento, y son los que tienen difusión masiva.
La función de nosotros como cineastas, y a la vez la de los estados es crear las condiciones para que el documental de creación tenga más espacios, y evitar que sea víctima de ese prejuicio de subgénero cinematográfico en el que también ha caído el cortometraje.
¿Cuánto tiempo rodaste en Perú y Venezuela? ¿Cómo fueron los tiempos en las distintas etapas?
Rodé no solamente en Perú y Venezuela, sino también en Japón. Hice el viaje de mis abuelos según la cronología por países, en principio Japón, y aproveché mi propio shock cultural y la mirada que produce esto. Fueron aproximadamente 12 días de rodaje por país.
La posproducción demoró más, debido a las traducciones, entre el japonés, español e inglés, además de la localización de los derechos de la música adquirida, y un par de retomas que decidí hacer. Al mismo tiempo íbamos trabajando con el músico, el sonidista adelantaba trabajo con los diferentes cortes. Fueron aproximadamente 4 meses de postproducción. Hay unas ocho variantes de la pieza de música original, y la colorización fue bastante cuidadosa.
Hay que tomar en cuenta que existe una etapa adicional: la de los festivales, mercados de películas, etc. Eso conlleva un trabajo bastante grande y gastos en materiales. Asistir a festivales es, hasta cierto punto, muy divertido, pero es un trabajo enorme.
El arbol genealógico se va construyendo como un collage donde el material que prima es el papel. ¿Cómo relacionas ese elemento con la cultura (Japón) y la construcción de la memoria (Perú-Japón, Occidente-Oriente)?
Nunca pensé el asunto del papel como un elemento de enlace con el Japón. Me agrada que le des esa lectura, quizás fue inconsciente. Trabajé con el collage porque estaba buscando la forma de ubicarme dentro de mi familia y en la comunidad para encontrar un punto de vista como realizadora, entonces pensé que lo más cómodo para mí era verlo como una niña a la que yo, como adulta, le ayudaba a construir su identidad. El asunto de ver la construcción de una obra y el asunto de recortar y pegar, colorear es algo infantil y muy plástico, que siempre conmueve, por ello es una herramienta poderosa de comunicación.
Antes de la primera escena de la película, que es el collage, la pantalla dice: «A mi familia y a toda la comunidad nikkei». No había otra primera escena que hacer que no fuese el árbol genealógico, una familia que se construye, y que obviamente es la base de una sociedad.
¿Cómo has hecho para que estos elementos seleccionados (imágenes y sonidos) no queden en un localismo y puedan ser vistos como universales?
La inmigración, por sí misma, es un tema universal. Para construir la historia de cualquier inmigrante hay que comenzar por una necesidad, «necesito saber quien soy», y posteriormente con otras más: ¿Cómo llegué aquí?, ¿Por qué estoy aquí? Las respuestas a esas preguntas siempre contienen razones políticas, económicas y culturales, dadas por un efecto mariposa: lo que puede ser el aleteo de una mariposa en Londres puede producir una lluvia en Hong Kong. Así lo hice, revise mi vida desde mi presente hacia atrás. Qué produjo que yo estuviera aquí en este momento.
Sobre el sonido en tu película, ¿has querido construir algún tipo de relación entre el paisaje, la montaña, y el sonido del idioma japonés?
Trabajamos con paisajes sonoros y sonido directo, usamos elementos característicos de cada lugar que visitamos, pero no hicimos nada que no fuese naturalista. En Tokio por ejemplo, usamos dos sonidos que siempre estaban presentes: la máquina y el cuervo. En Perú habían muchas palomas y música. En Venezuela también usamos sonidos del lugar. Mi sonidista fue lo más naturalista posible, y creó algunos detalles. Con quien sí hicimos más pautas fue con el músico, Alejandro Rosso, para la música original, propuso una estructura pentagónica, como la música japonesa.
Tu película se presentó en una sección paralela en el Festival de Lima. ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Cómo fue recibida por el público peruano?
Creo que fue bastante grato estar en una muestra paralela, porque el público tuvo la oportunidad de acceder a las funciones de forma gratuita. Creo que la tercera parte del publico era nikkei, y el resto estaba conformado por asiduos a nuestra cultura, otros a las artes plásticas y colegas cineastas.
La experiencia con ellos ha sido muy buena, han salido muy conmovidos y la película ha servido de alguna forma, como curación, de esas cosas que se escondieron en la memoria por ser tan dolorosas.
Espero que Hugo Shinki haga las gestiones para que las puedan ver en más oportunidades en Perú.
Entrevista: Paola Vela y Laslo Rojas.
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Nikkei (2011) – 80 mins.
Dirección, guión, fotografía y producción: Kaori Flores Yonekura
Sonido: Daniel Zahalka
Edición: Eyeletmy Rodríguez y Kaori Flores.
Productoras: AC NO Film (Venezuela), Mullu Producciones (Perú).
Extra: El Ministerio de Cultura nos recuerda la delegación de cineastas peruanos que estarán viajando al Festival de Guadalajara, presentando sus respectivas películas y proyectos: Alberto Durant (Cuchillos en el cielo), Rosario García-Monterio (Las malas intenciones), Javier Fuentes (Contracorriente), Fernando Vílchez y Julia Gamarra (El agua inmóvil), Ina Mayushin y Eliana Illescas (Islandia), Mauricio Vélez, entre otros.
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