Bruno Dumont, el director de «La humanidad» y «Flandres», vuelve a perturbar al público con Hors Satan (Fuera de Satán), como me ha constado en una de las proyecciones del BAFICI. Ubica su historia en una pequeña localidad rural, donde una pareja marginal, integrada por una jovencita y un hombre un poco mayor, asumen una extraña relación, de tendencias homicidas, impulsos animalizados, espíritus monstruosos, actitudes vengadoras, halos redentores, que desafían indistintamente la vida y la muerte.
El territorio es deshabitado, prácticamente no existe población ni civilidad. La naturaleza está a disposición de los personajes para perderse o refugiarse en ella como seres salvajes y cazadores, y escapar de sí mismos, o precisamente abrazar su propio carácter. David Dewaele –que actuó en el filme anterior de Dumont, «Hadewijch»– y Alexandra Lemâtre componen una dupla hierática, casi imperturbable, capaz de encontrar remanso en el disparo a distancia a un hombre que dañó a la joven, así como verse sacudida por la muerte de un venado que recibe una bala también remota.
El relato muestra las vivencias como situaciones en que los cuerpos responden a estímulos y obtienen o pierden energía. En el camino, el protagonista devuelve a la vida a su acompañante, con la que no consuma un vínculo carnal y llega a rechazarlo expresamente, y también insufla nuevo aliento, por el contrario, con el contacto más intenso posible, a una adolescente cuya madre lo busca desesperada y le agradece como si se tratara del Mesías. Dumont juega despiadadamente con los instintos, la atracción más cuadrúpeda, los extremos destructivos y rejuvenecientes, desembocando en lo sobrenatural sin la menor dificultad narrativa. «Hors Satan» es una obra notable, al límite de la repelencia y las contradicciones de la condición humana.
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