Policeman es una película durísima, sobre una realidad tan alejada e incomprensible. Este filme israelí muestra la violencia desde dos puntos de vista, que parecen tan diferentes y que, sin embargo, pueden creerse similares.
La historia empieza con Yaron, policía de élite israelí que está a punto tener un hijo y goza del cariño de su esposa, sin embargo él y su grupo de policías están a puertas de un juicio por un ataque antiterrorista realizado años atrás. Pese a dicha preocupación, sigue con sus compañeros llevando su rutina y practicando deporte, haciendo rondas y asistiendo a los funerales de otros policías asesinados.
La película aquí no se arraiga a la violencia pues deja a los personajes envueltos en un mundo que los supera, entonces esta violencia ya no es algo contra lo que se lucha o se espanta, sino con lo que se convive.
En determinado momento se cambia el punto de vista y pasamos a un grupo de jóvenes con dinero, rebeldes que están armando un atentado terrorista. El espectador solo puede ver pistas a partir de las cuales puede conocer sus ideas y lo repulsivos que se sienten estos jóvenes en la sociedad que viven. Al mismo tiempo este es un grupo que uno difícilmente podría encasillar, pues parecen y no parecen judíos comunistas o sólo revolucionarios, o libertinos. Incluso dentro del grupo viven un triángulo amoroso, y ven a uno de ellos como un héroe mesiánico. Yaron reaparece al final con la orden de poner fin a este atentado.
Policeman es una película sin música extradiegética, pausada, con planos fijos, y muchos primeros planos. El filme reflexiona sobre el ser humano que se esconde más allá de las posiciones políticas y diferencias de bandos. Está la sexualidad, el amor, la muerte, el miedo, los padres, y los hijos, donde todos pueden emparentarse. Pero los hombres y sus diferentes utopías solo pueden encontrarse con la violencia. Una película recomendable pero muy intensa.
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