Festival de Lima 2012: Análisis temático de la Competencia Oficial de Ficción

Abrir puertas y ventanas

Luego de haber examinado sucintamente los aspectos estilísticos presentes en las 20 películas en competencia oficial en la categoría de ficción, pasaremos a revisar sus aspectos temáticos:

Rostro y rastro de mujer

Abrir puertas y ventanas
Abrir puertas y ventanas (Argentina, 2011), de Milagros Mumenthaler.

Lo primero que destaca son al menos 11 películas donde la acción es controlada por personajes femeninos, o que tratan directamente temas de mujer. Entre las primeras tenemos «Casa dentro», «Abrir puertas y ventanas», «Historias que solo existen cuando son recordadas» y Violeta se fue a los cielos; todas cintas con claro protagonismo de los personajes femeninos y en las que se advierten trampas (Casadentro), conflictos (Abrir puertas y ventanas) y solidaridad (Historias…) de género.

Entre las segundas podemos mencionar «Joven y alocada» (derechos sexuales), «Cielo oscuro», «Yo recibiría las peores noticias de sus bellos labios», «Cuchillos en el cielo» y «La sirga» (violencia contra la mujer, explícita en las dos primeras y latente en las dos últimas); y, como parte de incompatibilidades en una relación de pareja, «Post Tenebras Lux» y «Pescador» (subordinación sexual de la mujer).

Para no sobredimensionar la pertinencia del tema no consideramos al menos otras cinco cintas con presencia ocasional («Heleno», «La cebra») o relevante («El estudiante» y «3») de mujeres o donde ésta lleva el punto de vista («La demora»); en cuyo caso llegaríamos a 16 obras (o sea, casi todas) con esta característica. Lo que evidencia que el tema de género es el más importante en las películas en competencia.

También es interesante señalar otros temas que se correlacionan con la problemática de género. Los filmes centrados en violencia contra la mujer («Pescador», «Violeta se fue a los cielos», «La sirga», y «Cuchillos en el cielo») tienen su fuente en factores políticos y un contexto de pobreza, además de consecuencias de la guerra interna, en el caso de las dos últimas, y del machismo («Cielo oscuro»). Todo lo cual apunta a una visión integral de las múltiples subordinaciones de la mujer en un régimen patriarcal.

3 (Uruguay, 2012), de Pablo Stoll.

Sin embargo, la presencia masculina –aunque disminuida– también tiene un peso relativamente importante. Hay por lo menos ocho filmes cuya acción o punto de vista está dominado por varones («La playa», «El estudiante», «El año del tigre», «Pescador», «Elefante blanco») y/o muestran el machismo («Cielo oscuro», «Heleno») o la violencia patriarcal contra la mujer y la naturaleza («Post tenebras lux»).

De todas las mencionadas, solo la cinta de Joel Calero presenta claramente el fenómeno machista, mientras que en «Heleno» y «Pescador» este tema es secundario. En el caso de «El estudiante», se muestra la actividad política como predominantemente masculina; y aunque se aprecia un importante liderazgo femenino, las grandes querellas y decisiones quedan a cargo de los líderes varones (aparte que el tema de género está ausente en los debates estudiantiles que componen esta cinta). De otro lado, las varias secuencias crípticas de la película de Reynagas y el hecho de que se trate de una obra inclasificable, reducen el impacto de su –por otra parte– inocultable contraste de género. El resto de obras con fuerte presencia masculina («La playa», «El año del tigre», «Elefante blanco»), la tiene por razones meramente dramáticas ya que la problemática de género está casi ausente de las mismas.

A este grupo de ocho películas podríamos añadir hasta tres más con “predominio” masculino («Chicama», «La cebra») o con cierto (e inesperado) peso de lo patriarcal («3»). La cinta trujillana muestra, como «La playa», presencia ocasional de personajes femeninos, sin mayor aporte a una mirada de género novedosa o creativa. «La cebra» tiene un punto de vista masculino, aunque en uno de los dos episodios con presencia femenina, se trata de mujeres empoderadas que embridan a la pareja protagonista masculina.

Mientras que la cinta uruguaya «3» es sumamente original, ya que muestra la persistencia de la familia nuclear, pese al hecho del divorcio. En el comienzo y buena parte de la obra se exhiben los esfuerzos de una madre separada y las acciones de una hija adolescente por independizarse de un padre obsesivo y controlador hasta lo insoportable. Es más, ambas ya han logrado un alto grado de autonomía en sus vidas durante buena parte del metraje, sin embargo, hacia el final, la situación pareciera revertirse y –de manera irónica– la familia reconstituirse. Lo simpático del filme es que satiriza sin piedad la mentalidad autoritaria del padre de familia, para luego ver cómo, mediante su intervencionismo y control, pareciera conseguir reunir a su separada familia. Este sería el único caso, en las 20 obras en competencia, de un personaje masculino y machista que es reivindicado y puesto bajo una luz positiva, aunque al mismo tiempo con altas dosis de ironía.

En conclusión, mientras que hay entre 11 y 16 películas con (lo que llamaré, generalizando) un enfoque femenino, se presentaron entre nueve y 11 cintas con una mirada más bien masculina. Esta comparación cuantitativa se refuerza cualitativamente cuando observamos que hay una mayoría de películas que trabajan temas específicamente femeninos como violencia contra la mujer, derechos sexuales, autonomía (agencia) y otros asuntos de género, desde el punto de vista de las mujeres. Mientras que no hay prácticamente ninguna cinta que defienda abiertamente el machismo o el patriarcalismo, salvo la uruguaya «3» (aunque en clave irónica) y, en mucho menor grado, «La cebra» (también una comedia). Esto ratifica que el tema de género es el más importante de todos los presentados en las 20 cintas de la competencia de ficción; pero también revela el cierto repliegue de los temas de masculinidades en la muestra de obras que venimos reseñando.

Sexo desde distintos angulos

Joven y alocada - sexo
Joven y alocada (Chile, 2012), de Marialy Rivas.

Paralelamente, la muestra incluye nueve películas donde el sexo tiene especial preponderancia; lo que no es (o era) muy común en la cinematografía actual. La más obvia es «Joven y alocada», donde una adolescente realiza su aprendizaje sexual y se enfrenta a las rígidas normas de la secta evangélica a la que pertenece su familia. El filme muestra cómo la protagonista intenta mantener abiertamente su bisexualidad y las relaciones triangulares en el único marco de vida que ha conocido: el religioso. Mientras que en «Elefante blanco» se plantea la relación del pareja de uno de los curas protagonistas por oposición al celibato y como obstáculo para sus labores entre políticas y pastorales. En estos filmes, el sexo tiene un fuerte sesgo transgresor, más allá del placer en sí.

No es el caso de «Abrir puertas y ventanas», donde el erotismo tiene más bien una función liberadora. En tal sentido, aparece –en el caso de dos de las tres hermanas protagonistas– como vía para salir de la casa y el duelo opresivo que la acompaña, mientras que a la tercera le sirve como mecanismo de compensación ante la tensión de mantenerse en ella.

Esa misma función se cumple en «El estudiante», donde las relaciones son más convencionales y centradas en el disfrute. Al contrario de lo que ocurre en «Post tenebras lux», en la que un esposo satiriásico y violento impone un sexo transgresor sobre su cónyuge; o en cintas con episodios eróticos más convencionales (aunque en mayor o menor grado explícitos), como «Heleno», «Violeta se fue a los cielos» y «Cielo oscuro», en las cuales los celos ahogan el placer y destruyen las relaciones de pareja.

Finalmente, «Yo recibiría las peores noticias de sus bellos labios» tiene numerosas secuencias de sexo realizado en distintas situaciones emocionales, pero dado que es un filme con graves defectos (léase desbalances y hasta fallos) narrativos no es posible asociar este elemento con el resto de la cinta, salvo quizás con su final moralista. Pero ni eso.

Pobreza dentro y fuera del écran

La playa DC
La playa DC (Colombia, 2012), de Juan Andrés Arango Garcia.

Otro tema relevante en esta competencia cinematográfica ha sido el de la pobreza, presente en ocho películas; cierto que en varios casos como (parte del) contexto en que se desenvuelve la acción, pero con suficiente despliegue audiovisual como para considerarla un elemento significativo de la puesta en escena. Más aun, el tema es relevante no solo como un asunto del filme, sino también a nivel de la propia producción de algunas películas, que por ello han resultado premiadas.

Es el caso de películas como «La playa DC» y «La sirga», en que las precarias condiciones de vida allí narradas (acentuadas por las tensiones del terrorismo) se condicen con las precariedades de la producción. Mientras que «Chicama» no enfatiza el tema de la pobreza sino que la exhibe a través de una producción franciscana, con rasgos documentales y recursos simples hasta alcanzar una alta artesanía.

Luego tenemos los filmes en los que la pobreza se muestra a través de carencias, destacando «Elefante blanco», cinta que –entre su variada temática– presenta el problema de la vivienda y lo ejemplifica con una locación gigantesca a medio construir, rodeada de un barrio de casas muy pobres y con gran hacinamiento, escenario de una de las mejores escenas de esta película. Mientras que en «La demora», las carencias materiales pueden acarrear dramáticas carencias emocionales. Finalmente, tenemos los filmes en que las carencias materiales son un componente menor de dramas ligeros («Pescador»), sin solución («Cuchillos en el cielo», «Cielo oscuro») o semilla creativa de una vida («Violeta se fue a los cielos»).

Desmitificando la política

El estudiante
El estudiante (Argentina, 2011), de Santiago Mitre.

Al igual que la pobreza, la política ocupa también una amplia dimensión en ocho películas. La más relevante, sin duda, es El estudiante, que muestra el quehacer político en la actualidad, mientras que el biopic sobre Violeta Parra ofrece un contrapunto con las formas de hacer política en los 60 y 70, mucho más ideológica (aunque la mirada de Wood no profundiza en este aspecto, sino que más bien se dirige a lo emocional a partir de las contradicciones de su personaje).

«Elefante blanco», por su parte, retoma esta última época en el homenaje al sacerdote Carlos Mugica, asesinado aparentemente por un grupo ultraderechista en los 70; de esta forma, busca conectar las formas de hacer política desde el clero comprometido con los pobres en aquellos años con los de la actualidad. El estar entre más de dos fuegos en este convulso escenario local muestra las distintas aristas de una actividad política aun más compleja (y riesgosa) que la mostrada en «El estudiante». No obstante, esta es una parte débil en la cinta de Trapero.

Alejado de las tremendas tensiones de «Elefante blanco», «La cebra» muestra en clave cómica un episodio de la revolución mexicana logrando varios momentos realmente hilarantes. Lamentablemente, tiene un epílogo ‘serio’ que le da un sentido político a lo que parecía una entrañable comedia con un interesante desenlace dramático; lo que sentí que no encajaba del todo.

Finalmente, las consecuencias derivadas de violencia política en el pasado («Cuchillos en el cielo») y presente («La sirga» y, en menor medida, «La playa DC») contextualizan las penalidades que padecen los personajes de estas obras; que, en este aspecto, no tienen el filo político de las mencionadas líneas arriba. Menos aun en «Yo recibiría las peores noticias de sus bellos labios», donde manejos político-ambientales apenas presentados pretenden dar un giro decisivo a una historia mal hilvanada.

Edades, tránsitos, fe, arte

Historias que solo existen cuando son recordadas
Historias que solo existen cuando son recordadas (Brasil, 2011), de Julia Murat.

Están también algunos temas más puntuales que no dejan de ser interesantes. El primero es la vejez, que aparece marcadamente en un par de películas, pero ¡qué películas!: «Historias que solo existen cuando son recordadas» y «La demora». En la cinta uruguaya esta etapa de la vida es presentada casi como una rémora de la que hay que salir, sugiriendo una condición de discriminación, aunque sin caer en un esquematismo maniqueo; al contrario, el tratamiento audiovisual es homogéneo y el dramático lo suficientemente rico como para explorar los ángulos posibles de la situación planteada.

Mientras que la película brasileña trabaja un contraste maravilloso entre la juventud de la fotógrafa visitante y un pueblo fantasmagórico que parece desvanecerse ante el lente de sus cámaras. Gracias a la visitante, la vejez deja de ser un apagado tránsito para convertirse en un luminoso pasaje cuyo destino final es el que todos conocemos; aunque también se insinúe un irónico recambio, al que no sabemos si la encantadora joven accederá.

Pero hay otros contrastes, por ejemplo entre el peso de la tercera edad en «Casa dentro» y la vejez como presencia invisible (salvo en un momento, fantasmagórico), silenciosa en una cinta juvenil: «Abrir puertas y ventanas». Abusando de la interpretación, podríamos extender la vejez a las antiguas y a veces descuidadas locaciones en que transcurren estas cintas, desde un pueblo entero hasta la sólida casona del filme de Lombardi. E incluso extenderse a detalles tales como la recuperación de viejas tecnologías –¡los discos de vinilo!– por parte de jóvenes en cintas como «Abrir puertas y ventanas» o «3»; por oposición al uso creativo de las nuevas tecnologías de la información y el conocimiento como soporte narrativo (el blog de la protagonista de «Joven y alocada»).

Chicama, de Omar Forero
Chicama (Perú, 2012), de Omar Forero.

Con ello llegamos a las películas juveniles o que trabajan algunas de sus problemáticas, tales como el desempleo y la marginación social (o racial) como en «La playa DC», quizás la que aborda el asunto con mayor amplitud. Asimismo, una de las historias de «Elefante blanco» es la de los jóvenes adictos, mientras que «El estudiante» transcurre en el ámbito de la juventud universitarias y «Joven y alocada» en el del fin de la adolescencia. En tanto, «Chicama» nos muestra la vida de jóvenes y niños en el interior del Perú.

Se ha señalado «Historias que solo existen cuando son recordadas» como una relato de tránsito, el de fotógrafa visitante pero también como la situación de pasaje de la anciana panadera y de los veteranos vecinos de ese pueblo ficticio. Pero hay otros tránsitos. El oscuro y terrible recorrido descrito en «El año del tigre», o el divertido periplo de la pareja de jóvenes campesinos en «La cebra», en busca de tierras donde trabajar y el de la protagonista de «La sirga», una desplazada por la violencia política en Colombia. En la mayoría de estos casos el viaje también es interior, es parte de una amarga profundización («El año del tigre»), de una transfiguración («Historias…»), de una huida aparentemente sin fin («La sirga»), pero también el de una llegada con proyecciones al presente («La cebra»).

En estas películas vemos también las formas distintas en que se presenta la religión, tanto en su versión fundamentalista («Joven y alocada») como en su tendencia de izquierda y parcialmente secularizada («Elefante blanco»). Asimismo, su ambigua presencia a través de esas canciones religiosas que narran el camino a Canaán en el devastador periplo del protagonista de «El año del tigre», en el que la invocación divina pretende inspirar temor sin lograr su objetivo. Aquí la religión no brinda consuelo ni consigue el arrepentimiento, sino todo lo contrario. Gran película, pero –como en el caso de «La demora»– una obra menor, quizás con la mejor actuación de reparto (Sergio Hernández). Pero la religión también puede tratarse de una presencia relativamente inocua, como ocurre con el cura y las misas de «Historias…», y el rol del esposo evangélico en «Yo recibiría…».

Finalmente quedan las referencias artísticas, como la obra musical y pictórica de Violeta Parra en la cinta de Andrés Wood, pero también el fascinante papel del arte fotográfico en «Historias…», así como su casi nulo sentido en «Yo recibiría las peores noticias de sus bellos labios».

En la parte final de este balance de la competencia oficial de las películas de ficción en el 16 Festival de Cine de Lima, haremos una breve reseña crítica de las premiaciones.


6 respuestas

  1. […] Films (Colombia), ellos fueron productores de “La playa DC”, que estuvo el año pasado en el Festival de Lima. A través de esta coproducción es que llega Isabel Gaona, la actriz colombiana que está con […]

  2. […] brevemente sobre algunos de los aspectos temáticos de estas obras en la tercera parte de este balance de la Competencia de Ficción del 16 Festival de […]

  3. Avatar de Alexander
    Alexander

    Leí este parrafo y aún me estoy riendo. Una verdadera delicia: «Para no sobredimensionar la pertinencia del tema no consideramos al menos otras cinco cintas con presencia ocasional (Heleno, La cebra) o relevante (El estudiante y 3) de mujeres o donde ésta lleva el punto de vista (La demora); en cuyo caso llegaríamos a 16 obras (o sea, casi todas) con esta característica. Lo que evidencia que el tema de género es el más importante en las películas en competencia». Entonces, todas las peliculas que se hacen en el mundo tienen tema de genero, salvo las que la protagonizan sólo hombres y no aparece ninguna mujer en el desarrollo del metraje. Vaya.

    1. Avatar de Juan José Beteta
      Juan José Beteta

      No. Solo me refiero a las del Festival. Y comparo esta presencia creciente, en los términos en los que la defino, con el caso de muchas películas donde los personajes varones tienen el control de la acción o el punto de vista. Esto refleja que el papel de las mujeres en películas haya aumentado notablemente, ya sea conduciendo la acción o como tema de género. Hace poco leí un artículo de un lacaniano que ponía al personaje de Shame como ejemplo del papel de los hombres en la cultura actual: como simples receptáculos de semen, incapaces de mayores desarrollos emocionales. Discrepo con este enfoque para ese filme específico, pero lo pongo como ejemplo de como se percibe el cierto repliegue masculino que se puede observar en mayor o menor medida, por ejemplo, en esta muestra del 16 Festival.

  4. Avatar de cesar pereyra
    cesar pereyra

    El film argentino El estudiante, tiene claras referencias a Poder y Traiciòn , el film de George Clooney, solo que mientras la argentina se desenvuelve en aulas universitarias la norteamericana en una campaña politica por la gobernaciòn de una ciudad, con tendencia hacia la presidencia.

    1. Avatar de Juan José Beteta
      Juan José Beteta

      Así es, el tema de la traición es uno y el más importante en esta cinta argentina, al igual que en la película que mencionas. La diferencia podría ser que El estudiante exhibe una imagen más pedestre de la actividad política, mientras que Poder y traición se ubica en la cumbre de una campaña nacional masiva. Saludos, César

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