Tres indigentes, en plena noche de Navidad, encuentran a un recién nacido entre la basura. Ellos son un travesti medio mojigato (Hana); su némesis, un alcohólico bastante gruñón (Gin) y una chica de 15 años (Miyuki), la hija que vive en las calles después de una confrontación familiar.
Este particular trío recorre las calles, subsistiendo como pueden, sin embargo toman la vida con el buen humor que su ya precaria situación les niega. Al mismo tiempo, la propia ciudad de Tokio, oscura, inmutable y apurada, es el lienzo sobre el cual Satoshi Kon dibuja esta historia.
Hana, que ve al bebé como la realización de sus sueños frustrados de maternidad, finalmente comprende que el niño debe ser devuelto a sus progenitores, a los cuales ella misma -según sus palabras- se encargará de dar una lección.
Para Gin, el borracho bonachón, esta situación extrema le hace reflexionar sobre su propio calvario. En su mente, su actual situación es producto de su fracaso como padre y esposo debido a sus problemas con el juego.
Miyuki, la más resentida del grupo, sufre al extremo la crisis de la adolescencia. Esto la lleva a reiteradas disputas familiares, llegando incluso a una agresión contra su propio padre, sin embargo, entiende también la necesidad de devolver al niño.
La aventura de estos tres antihéroes se centra en la búsqueda de los padres del bebé, con giros de historia y coincidencias por doquier. Mientras se desarrolla la trama, los tres personajes van también dando a conocer sus propias historias, a modo de tragicomedia. Cada uno es un mundo en particular ya que no siempre fueron los vagabundos de hoy. Esto los lleva a confrontar la realidad actual con su pasado.
El filme comparte con sus antecesoras Perfect Blue y Millennium Actress el cuasi realismo de los personajes y la trama al estilo de serie de televisión. Pero a diferencia de las mencionadas, Tokyo Godfathers se impregna de humor y mensaje positivo, sin caer en falsos moralismos.
Ciertamente la historia es en su conjunto bastante fresca, donde confluyen amor, amistad, acción, familia y humor cotidiano, esto último lo más logrado a mi parecer. Si a esto le agregamos una animación realista (completamente opuesta a la de otros directores como Mamoru Oshii o Hayao Miyazaki), tenemos una película consistente y completamente recomendable.
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