«Deseos culpables» (Shame)

Shame - poster

En varias películas de los 70 el sexo era visto como algo liberador, mientras que en Deseos culpables (Shame) se lo ve como una adicción, y se busca explicarla por un factor: la culpa. Pese a este enfoque conservados aunque legítimo, la cinta sale adelante por su ritmo intenso y controlado, sus desnudos dramáticamente justificados y dosificados, el tempo relativamente lento, pero no moroso, aristas transgresoras en el relato y actuaciones sobresalientes, en particular la del protagonista principal, Michael Fassbender; quien encarna a Brandon, un joven ejecutivo neoyorquino, con depa propio y un gran problema: su satiriasis.

Shame - Fassbender
Un filme sobre la adicción al sexo.

El inicio del filme no puede ser más llamativo: un hombre que se pasea desnudo por su departamento, exhibiendo su humanidad y orinando en el baño, aunque de espaldas a la cámara. No hay ningún morbo, sino una situación cotidiana raramente vista en el cine, sobre todo en el hollywoodense, donde este tipo de escenas están mayormente reservadas a la exhibición del cuerpo femenino. Esperamos, entonces, un personaje del tipo “macho que se respeta”. Nancy que Berta. Más bien, al contrario, es el jefe de Brandon –otro joven ejecutivo, casado y con hijos– el que representa este papel: lleva una doble vida flirteando y seduciendo chicas con las que se acuesta. Brandon lo acompaña, pero no participa de sus aventuras. Sin embargo, él también lleva otra doble vida, aunque opuesta: buscando sexo con prostitutas (in house, on line), rompiéndose el ojo con pornos web, buscando el choque y fuga en el metro, masturbándose; aprovisionado de una profusa hemeroteca y diversos juguetes sexuales.

Se podría creer que esta afición es contestataria, transgresora o liberadora (o sea, alternativa a la monogamia, al matrimonio, a la doble moral patriarcal), pero es lo contrario: resignada, marginal, opresiva. Este no es un “macho que se respete”, sino un macho afligido, con la auto estima en el piso. En cierta forma, su ideal es el de su jefe, tener una relación socialmente reconocida y no una oscura adicción por la que siente profunda vergüenza. Es interesante cómo el filme contrapone una doble moral socialmente aceptada (en términos machistas) con otra individualmente rechazada por razones personales (nunca explicitadas) y tolerada de forma culposa (por presión moral y social).

Pero esta relación con su jefe, aunque importante, es secundaria. Lo que mueve la acción y profundiza el drama interno del protagonista es la relación con su hermana, Sissy (Carey Mulligan), quien llega de visita a instalarse en su depa. Dos encuentros casuales entre los hermanos (y el préstamo del piso para un encuentro sexual de ella) serán los desencadenantes e hitos principales de la acción de esta notable película. Veremos cómo Brandon es incapaz de tener elaciones sexuales que involucren sentimientos. Al mismo tiempo, descubriremos que su hermana es también promiscua (y quizás ninfómana) y que el gran conflicto del protagonista será no poder satisfacer la demanda emocional de ella. Por si fuera poco, la relación entre ambos mostrará rasgos ambiguos que sugieren deseos incestuosos (otra fascinante dimensión en esta cinta), todo lo cual incrementará la culpa que aqueja a Brandon.

Con ella tendrá las mejores escenas del filme y los diálogos más intensos. Su primer encuentro, casual, ocurre cuando Brandon la pilla bañándose; situación divertida para él pero no tanto para su hermana. La cámara los muestra uno frente al otro gracias a los espejos que adornan el baño y que revelan (al igual que en otros momentos) la intimidad física que comparten los hermanos; mientras que el juego de espejos permite al director Steve McQueen anticipar que ellos también tienen algo en común, la afición al sexo.

Shame - Fassbender
El azar que rige las relaciones de Brandon, detonará los conflictos con su hermana.

Más adelante viene la escena quizás más memorable del filme. Sissy está teniendo relaciones en el depa compartido, Brandon no lo soporta y sale a trotar por las calles de Nueva York. Aquí se sugiere tanto la necesidad de liberarse de su hermana, del deseo que lo agobia, de su (propia) adicción, pero también de sus celos; al mismo tiempo, más que una liberación, pareciera simbolizar una huida ante su incapacidad para afrontar estas tensiones. La pieza de Bach que lo acompaña, bella y obsesiva, ilustra a la perfección el conflicto interno del personaje. Es magistral como este episodio, aparentemente neutro, puede anticipar y sintetizar los enfrentamientos en ciernes que veremos más adelante en la película.

Un tercer momento, muy dramático, es cuando Sissy sorprende casualmente a su hermano masturbándose en el baño; situación divertida para ella pero no (en absoluto) para Brandon. Este episodio intensificará el conflicto filial –pasándolo del ámbito interno del protagonista al externo– y, al mismo tiempo, empujará el intento de Brandon por entablar una relación de pareja estable con Marianne (Nicole Beharie), una compañera de trabajo. El fracaso de este intento no puede ser más devastador. Igualmente, es notable advertir cómo estos quiebres dramáticos ocurren por hechos fortuitos, por el mismo azar que rige los continuos encuentros sexuales del protagonista.

Luego vendría el notable diálogo entre los hermanos, con la cámara tomándolos de espalda, viendo la televisión. Lo extraordinario es que mientras se cantan sus verdades (léase, el brutal rechazo de Brandon de dar apoyo emocional a su hermana), reconocemos en la pequeña pantalla, fuera de foco, borrosamente, lo que parecen ser unos dibujos animados de los años 50. Es decir, unas imágenes que pueden sugerir tanto una represión moral radical –vía la erradicación del visionado de pornografía y su sustitución por unos dibujitos inocuos–, pero también el anticipo de la recaída igualmente radical en la satiriasis de Brandon. Hay una sugerencia de regresión infantil (donde lo fuera de foco es lo inconsciente) que subyacería en el carácter unidimensional de la personalidad de Brandon y quizá también en la de su hermana. En una de las varias llamadas telefónicas de ella, nuca atendidas, Sissy le dice (cito de memoria): “no somos malas personas, solo venimos de un lugar malo”.

Desde el punto de vista estructural estamos ante una obra modélica. La película tiene un breve prólogo, siguen tres actos marcados por las inflexiones narrativas arriba reseñadas, a las que debe añadirse la extraordinaria secuencia del clímax, mientras que el desenlace es seguido por un corto aunque significativo epílogo. Además, casi inmediatamente después del prólogo, como en el de la secuencia de clímax, el director narra la historia utilizando un montaje paralelo, que contrasta con algunos plano secuencias o tomas más largas. Todo lo cual imprime un ritmo muy especial a esta cinta magistral, ritmo que pone en competencia el erotismo con los procedimientos propios de la progresión dramática, buscando regular la segunda con el primero.

Shame - Carey Mulligan
Sissy cantando, en busca de afecto filial.

En efecto, normalmente los momentos de gran y creciente tensión dramática se intercalan con otras escenas de “distensión” y expositivas. En el caso de esta película, esas secuencias de distensión dramática están cargadas de tensión erótica. El travelling de Brandon trotando por las calles, la sesión de flirteo con su jefe en un bar, la escena en la que Sissy canta con sensual abandono “New York, New York”, la irónica cita del protagonista con Marianne (con el mozo locuaz e insistente, al cual nadie hace caso), el juego de miradas en los momentos de “cacería” en el metro y hasta en la oficina, el ocasional –fugaz, breve– encuentro sexual en un callejón. Todas estas secuencias están dominadas por un erotismo sutil, más sugerido que explícito, aunque constante a lo largo del metraje.

De lo anterior podría pensarse que el filme está sobrecargado de morbo e intensidad dramática. No es así. Al contrario, estamos ante un sexo frío, gracias a la ambientación en la que transcurre la acción. Los ambientes de trabajo, así como los de interacción y diversión social son elegantes y modernos, pero impersonales. El mismo depa de Brandon es ficho pero blanco y frío hasta la asepsia, lo mismo que el espectacular piso donde se quiebra su intento de emparejarse formalmente; ambos con ventanales que muestran a la urbe moderna, la anónima jungla de cemento. Además, hasta poco antes del clímax, en realidad, casi no se ha visto ninguna escena de sexo que pudiera considerarse completa ni menos satisfactoria, pese a los varios desnudos e intimidades expuestas. Todas han sido sugeridas o son fugaces. Si sumamos a ello el tempo relativamente lento y el uso del montaje paralelo (que rompe la linealidad y debilita la unidad de la acción), veremos que este erotismo frío reduce la intensidad de las tensiones dramáticas.

Shame - Fassbender sex
La frialdad y lo mecánico presiden las relaciones sexuales del protagonista.

Cierto que también hay algunas escenas de alto voltaje en esta cinta, pero suceden principalmente en el montaje paralelo del clímax, cuando el personaje se rinde ante su adicción y, como en un desespera(nza)do descenso a los infiernos, visita antros (incluyendo uno gay) y se expone conscientemente a ser violentamente refrenado. Sólo tras el fracaso con su compañera de trabajo es que vemos a Brandon realmente “en acción”, desatado y hot a más no poder. Sin embargo, nuevamente, no hay en estas imágenes placer, morbo ni excitación, sino más bien una profunda amargura en el rostro del protagonista, mientras se revuelca en un agotador ménage à trois. Esto ha sido preparado (léase, anticipado) por el director McQueen con diversas escenas de Brandon sufriendo en soledad a causa de los conflictos interno y externos derivados de su condición. De esta manera, el sexo frío termina por extinguir todo vestigio de erotismo y muta en el derrumbe emocional del protagonista. Hay pues una fuerte intensidad dramática, pero controlada y mitigada –mediante la estructura narrativa– por la descripción del sexo como una patología. Esto se refuerza aun más por la apropiada partitura de Harry Escott, que soporta el aspecto sombrío y trágico del personaje.

Hay otras características que hacen de esta una gran película. La dirección de McQueen diseña una puesta en escena con un manejo virtuoso de la cámara. La introducción, por ejemplo, contiene varios escorzos del protagonista, lo que sugiere una personalidad limitada o “incompleta”. En otros momentos, las tomas de espaldas o el uso del contrapicado enfatizarán el sufrimiento de Brandon y la subordinación descontrolada a sus instintos. Pero lo mejor son las conexiones por contraste, las anticipaciones y simetrías con las que el director arma la cinta, utilizando con maestría diversos elementos audiovisuales, tal como lo reseñamos en la descripción de algunas escenas al inicio de este post.

Otro componente decisivo es el actoral. La caracterización de Fassbender aporta la frialdad, pasión, ira y sufrimiento emocional allí donde es necesario y en las dosis requeridas por las circunstancias. La ansiedad y el autocontrol también están expresadas como parte de la creación y transformación de un personaje que explora sus posibilidades hasta los límites que el permite su condicionamiento sexual. Como los grandes intérpretes, Fassbender hace que cada repetición (de miradas, gestos y lenguaje corporal) sea distinta y muestre la evolución del personaje hasta su degradación final (con el apoyo del director, por cierto). También sobresaliente el rol secundario de Carey Mulligan, quien logra caracterizar a la chica dulce, que ha perdido la inocencia y pide afecto a gritos, lo que la convierte en el detonante perfecto para el emocionalmente reprimido Brandon.

En suma, la estructura del filme conduce a un enfoque conservador del erotismo, contrapuesto, por ejemplo, a una película como «El imperio de los sentidos», donde una ninfómana y un sátiro practican el sexo sin culpas y más bien con fruición, aunque tal éxtasis de placer los conduzca –mediante la imposición de una relación de poder– a la muerte. En cambio, en «Deseos culpables» el poder se manifiesta sobre el protagonista como una presión social introyectada que le impide (junto a hechos de un pasado nunca precisado) mantener relaciones emocionales, generándole un profundo sentimiento de culpa, expresado en el desenlace de su relación con su hermana. Aquí también aparece el tema de la muerte, pero como un peligro que acecha, que debe evitarse, aunque el final abierto de esta cinta nos libere de mayores especulaciones al respecto. Gran película.

Shame - posterDir. Steve McQueen | 97 min. | Reino Unido | 2011

Intérpretes: Michael Fassbender (Brandon), Carey Mulligan (Sissy), James Badge Dale (David), Nicole Beharie (Marianne), Hannah Ware.

Guion: Steve McQueen y Abi Morgan.
Estreno en Perú: 10 de mayo de 2012.
Estreno en España: 17 de febrero de 2012.


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3 respuestas

  1. […] Carey Mulligan. La encargada de escribir el guion es Abi Morgan, la misma de The Iron Lady (2011), Shame (2011) y The Invisible Woman […]

  2. Avatar de Zdana Romero
    Zdana Romero

    El sexo y la fríaldad radican en el personaje, pero sobre todo un infinito acio y soledad, y es una pena que no haya sido una película tan reconocida como otras, a mi me parece que esto definitivamente si es buen cine y hay que reconocerlo y verlo de una forma crítica y abierta a todo lo que la trama nos propone, que no es nada fácil de digerir, sobre todo por el contenido de la trama.

  3. […] Deseos culpables . Sexo frío para el nuevo siglo: una adicción que se explica principalmente por la culpa. Pese a […]

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