Por Carlos Rentería.
La verdad es que mi BAFICI empieza un par de semanas antes cuando aparece en la página del festival las películas y los horarios. Busco un certificado de alumno regular en la universidad, estudio el programa y unos cinco días después arranca la venta.
Este año, y como año a año ocurre por la inflación, los precios aumentaron, de 13 a 15 pesos para estudiantes, decididamente hay que llegar con dinero a inicios de abril. Pero aunque puede sonar elevado, en comparación a otros festivales el precio es nimio: casi 2 dólares por ticket. Por las 52 entradas que compré pagué 795 pesos, no llega a 90 dólares, esta misma compra en, digamos Sundance, representaría 795 dólares.
Jueves 11 abril: Chiri/Trace de Kawase para comenzar, luego un corto de Straub, ya sin Hulliet y correr a comer algo. Este año el BAFICI tiene su sede central en el Village de Recoleta, así que los restaurantes peruanos baratos han sido reemplazados por una lata de redbull y unas galletas para compensar.
Luego Leviathan, un viaje de go-pros en la marea furiosa de la pesca matutina americana, luego Hasta el sol tiene manchas del guatemalteco Julio Hernández y Mapa un documental en primera persona, de León Siminiani. En estas tres películas estuvieron sus directores presentándolas y debilitando o reforzando la ética de su puesta en escena. Lo revisaré en artículos posteriores.
Viernes 12: Dormir poco y correr al cine, mandato de los próximos 9 días. Vivo en San Telmo y para llegar a mi primera función en Belgrano a las 2 de la tarde hay que encaminarse a la 1 al menos. Un par de viajes en el subte después veo por tercera vez Post Tenebras Lux de Reygadas a sala llena.
Luego comer en el camino y volver a Recoleta para ver Arraianos de Eloy Enciso, peliculón que ha ganado la recién estrenada sección Vanguardia + Género en reemplazo de la mejor sección que en mis breves 6 festivales anteriores ha tenido el festival: Cine del futuro. Luego el nuevo bodrio de Park Chan-wook, Lazos perversos dónde lo unico que rescato es que me dieron una postal con una redecilla negra bastante simpática, y para terminar Call Girl del austríaco Mikael Marcimaín que termino a las 1:50 con conferencia posterior. A las 4am en San Telmo seguía corriendo el reloj y mi sueño.
Sábado 13: 10am. en San Telmo: co-rrer. Se presentaba ese día la triología entera de Ulrich Seidi Paradaise. A razón de varios problemas con los proyectores solo pude ver dos. Luego taxi a Belgrano: 60 pesos, los valen, la nueva película de Jem Cohen es otra obra preciosa de una coherencia interna envidiable, Museum hours es una joya del festival.
En la misma sala luego se presentó la nueva de Oliver Assayas, Apres mai, que más parecía una continuación de The Dreamers de Bertolucci y para terminar Starlet de Sean Baker, película solida con un guión sencillo filmada en el valle porno de Los Angeles y dónde nos encontramos con Asa Akira haciendo de sí misma.
Domingo 14: No llegué a la primera función así que me detuve un rato a conversar con la gente, resulta que este año en el Talent Campus la presencia de peruanos es la mayoritaria, habían 7, hurgando entre los nombres encontré a un viejo amigo de Lima por lo que conversaré con él más adelante.
Comienzo el día con Centro histórico compilación de cortos de grandes nombres: Kaurismaki (Aki), Pedro Costa, Victor Erice y Manuel de Oliveira. Más tarde veo My afghanistan: live in the forbiden zone, que se articula con registros de cámaras de celulares ingresadas clandestinamente en zona de conflicto que aunque resulte meramente provocadora no se puede negar la potencia de su registro. Finalmente veo Woman on the beach de Hong sang-soo de quien se presentaba una retrospectiva que incluía la visita del director. Notable película.
Lunes 15: Comienzo el día en el barrio de Caballito viendo Metamorphosen del alemán Sebastían Mez, un amigo y yo nos quedamos hablando con él un largo rato sobre las condiciones de producción de esta película filmada sin permisos con cámaras DSLR en la zona de mayor contaminación radioactiva del mundo al norte de Rusia. Gente como Mez, simple y llana para hablar de cine me recuerda que lo difícil de este oficio esta siempre en la coherencia.
Luego vuelvo a Recoleta para ver una función más que esperada de la cual salimos decepcionados buena parte de la sala, Mekong Hotel de Apitchapong Weerasethakul: si estuviésemos en los tiempos Eisenstein la condena sería simple, formalista, máxime que repite recursos. Después La libertad de Lisandro Alonso en una copia de 35mm perfectamente conservada y luego el esperado estreno, dentro del circuito interno del festival y de mi escuela en particular, de Jázmin López, Leones, que ha encontrado una propuesta que integra correctamente sus recursos de planos secuencias largos -filmados por el operador de steady de Gus van Sant- y sonido rarefacto que expone su artificialidad con un universo que recrea una especie de limbo dónde circulan sus personajes. De ella espero grandes obras. Termino el día en Caballito viendo una comedia negra turca, Cold de Ugur Yücel.
Martes 16: Día de la primera película peruana de esta edición del festival, Cuéntame de Bía, obra de la que he tenido que tomar distancia para poder abarcar y de la que presentaré mi conversación con la directora en un artículo posterior. No es una obra sencilla.
Luego The power of Kangwon Province de Sangsoo y más tarde una de Competencia Internacional Les Coquillettes cuya premisa es describir los festivales de cine como una fiesta de encuentros sexuales y dónde si se menciona el cine es por pura casualidad, un universo enigmático para un nerd supongo. Más tarde nos juntamos con unos amigos brasileros a ver una película hecha en Arrecife que prometía ser muito bom: presentó buenos momentos más O som ao redor de Kleber Mendonca Filho es una serie de televisión de tres capítulos que me dejó con ganas de una segunda temporada. Para cerrar el día otra de Sangsoo, Tale of cinema, probablemente la mejor que he visto de él.
Miércoles 17: La pretención de almorzar algo hecho en casa me arranca la posibilidad de ver Tell me Lies de Peter Brook, como la pretención de evadir una batalla que yo mismo busqué. Ya en Recoleta vi Japan’s Tragedy de Masahiro Kobayashi y más tarde A última vez que vi Macau, otra obra singular y precisa: los autores portugueses, Joao Pedro Rodrigues y Joao Rui Guerra de Mata, parecen haber recolectado material de sus visitas a Macao, antigua colonia portuguesa, por cierto tiempo y con una mirada contemplativa o acaso enajenada de un concepto esotérico respecto a la cultura oriental, para luego articular con breves planos de acción minimalista y acotada, una ficción de género policial, más una vez cerrado este relato de «ficción» el archivo vuelve con una potencia inusitada burlándose de la necesidad de relato y proyectando su Macau, su mágica e idílica Macau, como un epicentro del fin del mundo. No vi más, fui a casa, tomé unas cervezas, dormí mucho, probablemente soñé mucho también.
Jueves 18: Solo dos tickets, sin embargo es un gran día. A las 15:00 se había anunciado la visita de Hong sangsoo más yo tenía una entrada para The Act of Killing a las 14:50. Me las jugué por la película de Joshua Oppenheimer, no pude haber jugado mejor las cartas. La película del danés va tras los pasos de los represores comunistas en la Indonesia de los 60´s, autores orgullosos de miles de asesinatos, más no conforme con el registro de testimonios se les pide a varios de ellos que recreen una ficción de sus matanzas: la película se convierte así en un manifiesto sobre el papel de la memoria, el registro, la imaginación y la culpa, la película puede llegar a leerse si su propia existencia no amplía una herencia cultural que propague la violencia, no existe una lectura desambiguadora, como no puede haber una lectura llana del fascismo. Al salir de la función, satisfecho y lleno de ideas me entero que Sangsoo no ha podido venir.
Un par de viajes en el subte y llego a Belgrano para ver la nueva película de Panahi, Closed Curtain. Trabaja entre los mismos ribetes de la anterior This its not a film, más los recursos son mayores y más complejos tal vez, pero encuentro aun más interesante que el cuestionamiento legal de si es meritorio o no de más condena por la obra, o lo que pueda entenderse como tal, me recuerde que la estructura judicial entera es un ejercicio de la imaginación humana y la falta de distanciamiento con este concepto es castrante tanto para las obras de Panahi como para cualquier individuo. Más tarde unas cervezas por el estreno de la nueva película de Matías Piñeiro en un bar, las conversaciones van y vienen sobre las obras que están haciendo tal o cual y cuando estrenarán y dónde, parece un regodeo en el hecho de hacer. De regreso en casa leo el credo de Ballard.
Viernes 19: Comienzo con el Cocodrilo Persa, un documental de Houchang Allahyari, obrita -porque dura 58 minutos- muy festivaleada y que encontré sincera y lúdica sobre un cocodrilo atrapado en un dique y cómo devolverlo a un río sin dañarlo, sedarlo y menos dominarlo. Luego la nueva obra de Sylvain George, ganador del BAFICI 13 sobre las manifestaciones de Mayo del 2011 en Madrid, lo que luego sería conocido como el movimiento 15M, política y politiquera. Luego correr a la querida Sala Lugones del Centro San Martín en San Nicolás, pasaban la nueva película de Kiarostami, Like Someone in love, evidentemente a sala casi llena. Mas fue una tristeza. Después del primer rollo se encadenó el cuarto, cuando se dieron cuenta y corrigieron el error, después del segundo pasaron el quinto, no resistí mi indignación y fui por mi plata a la boletería, no recibí el mejor trato.
Aquí debo reconocer que el festival parece ahora haberse concentrado menos en la gente que en los cineastas, todas las funciones supuestamente agotadas a las que fui presentaban varias filas vacías y esto porque parece haber una especie de espacio reservado para los participantes del festival: que lejos aquellos días en los que las grandes películas recibían tanta gente que se llenaban hasta las gradas de gente apretujada y se sentía un ambiente casi de estadio. La transición a esta nueva dirección lo ha hecho menos arriesgado, más de mercado del cine y menos de cinefilos o freaks del cine, precisamente en ese camino lo último que vi ese día parece reconciliarse con el viejo espíritu del BAFICI de ver lo casi imposible de conseguir: cortos de Peter Kubelka en 35 en un programita de cortos austriacos. Perlas, puras perlas.
Sábado 20: penúltimo día, ma-ra-tón. Arranco con Chicama, la segunda y útlima película peruana que vería en el festival. Reservo mis opiniones dada la amplísima literatura que hay sobre esta. Luego una verdadera joya y probablemente la mejor película que vi en el festival: The End of Time, presentada por el mismo Peter Mettler que además fue juez del festival, una obra que armoniza lo fotográfico con lo narrativo, el tiempo con el espacio, a Richie Hawtin con el acelerador de partículas, y a él y su mamá.
Luego llego un poco tarde al cortometraje As Ondas de Miguel Fonseca que se proyectaba con el medio Reconversao de Thom Andersen sobre las obras de Souto Moura en el norte de Portugal. Almuerzo manzanas mientras escucho comentarios sobre los ganadores que se anunciarían en la noche. Luego Stemple Pass, la nueva película de James Benning, una de las grandes películas de Benning que suma un recurso inusitado en él que no mencionaré para aquellos que siguen la carrera de uno de los grandes directores americanos de este tiempo pero de la que sí puedo comentar que sigue empujando al cine hacia otros lugares, o lugares a secas. Guiño. Para cerrar el día Sleepless night stories del querido Jonas Mekas: el dominio de su lenguaje es absurdo y absoluto. No me da más la cabeza ni el corazón, una pizza a media cuadra y unas cervezas, luego tratar de colarse a la fiesta del BAFICI en el Centro Cultural Recoleta revoloteándole las entradas que tenía del día al seguridad.
Domingo 21: último día, re-ma-ra-tón. Comienzo con The Great Noth Korean Picture Show, una película sobre la industria del cine en el país centro de tensión mundial actual. Luego la emocionante última película de Raul Ruiz La nuit d’en face, un ejercicio de lucidez lúdica que lamentablemente se agotó el año pasado; más tarde otra puesta en escena del estatismo de Manuel de Oliveira, Gebo et l’ombre, luego Far from Afghanistan que contenía unos cortos sobre la intervención americana en el país asiático que confieso he visto más por ver el de Jon Jost, que ha sido duro y contundente como todo su cine, más una vez visto eso los demás me resultaron ejercicios menores al punto de abandonar la sala por única vez en el festival. Probablemente haya sido el hambre.
Para terminar el día Not in Tel aviv, de Nony Geffen, pequeña gran película que se maneja con el cuchillo en la mano sobre los usos del lenguaje y la construcción del realismo llegando a ser a la vez divertida como combativa, al salir de la sala caigo en cuenta que en la sala del costado se presenta como película sorpresa la de Kiarostami que había abandonado en el segundo rollo, decido colarme, resulta que acaba de comenzar. Fin del festival con una buenísima obra que realmente quería ver desde Mayo del año pasado. Se acabo, a comer perdices, el cine está en otro lado y hay que ir a buscarlo o hacerlo.
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