La mirada y la experiencia del encierro en la cárcel de San Pedro de La Paz es el gesto de provocación en el documental Ciudadela, de Diego Mondaca. Lo es, no en tanto concepto que articule la propuesta formal y narrativa, sino como un eje que, a través de las historias de aquellos que habitan la cárcel, se desdibuja constantemente y cuestiona sus problemáticos alrededores: la libertad, la culpabilidad, la sindicalización de los márgenes y la ética de la mirada.
Ésta es una propuesta arriesgada que apuesta por el recorrido de un espacio demasiado particular, extraño en sus formas. Esta extrañeza es un golpe porque obliga a hacer una suerte de restitución de lo que es la cárcel, digamos, en verdad, o desde una experiencia que se aleja radicalmente de lo que se supone que es una cárcel, de nuestro imaginario de la justicia más arraigado.
A primera vista, esta cárcel no se ve como una cárcel, sino como un barrio o un conventillo, donde la gente cocina y come con su familia, juega fútbol, baila morenada, visita al dentista. Después de este primer golpe de vista, la paradoja está en la ética de una sola pregunta: ¿qué diferencias existen entre lo que ocurre dentro de la cárcel y lo que ocurre fuera de ella?
Después de la primera secuencia del documental, la pregunta se prolonga vertiginosamente. El trabajo de Mondaca es, sobre todo, una investigación profunda al interior de la cárcel, alejada del carácter académico y más cercana al tiempo y el espacio de la experiencia. Dejar de visitar la cárcel para, de alguna manera, ser testigo de lo que ocurre en ella y mirarla a través de sus rostros particulares y sus más diminutos gestos, fue un trabajo de largo aliento que tomó a Mondaca y su equipo alrededor de cuatro años.
“En ningún momento planteamos un documental didáctico o descriptivo de San Pedro, nuestro acercamiento fue muy vivencial, procuramos provocar la sensación de estar adentro y de recorrer los pasillos de San Pedro, están presentes la fiesta, la comida, las expresiones de fe, la familia, que son aspectos en los que la gente que esté o no esté recluida se identifica y reconoce, entonces surgen las preguntas”, explica el director en una entrevista para el periódico La Prensa.
En esta experiencia vivencial de la cárcel, la primera posta la constituye el encuentro con un personaje en particular que, ya fuera de la cárcel, cuenta a Mondaca su vida dentro de ella, en el corto documental La Chirola (Cuba – Bolivia, 2008). Filmado en blanco y negro, el documental tiene como protagonista a Pedro que, fuera de la cárcel, pone en cuestión no el concepto, sino la experiencia viva e incluso práctica de la libertad. “Porque él tuvo la experiencia de vivir ahí dentro como de ahora estar fuera. Es un gran ser humano que ha vivido esos límites y nos puede dar una dimensión humana y sencilla de lo que puede representar la pérdida de libertad, una pérdida de sentido de la vida”, explica Mondacca en una entrevista en el blog del programa radial Cine con Cristal de La Paz.
Como un primer acercamiento o umbral, «La Chirola», que además es el cortometraje dirigido por un boliviano más premiado en la filmografía de este país, puede entenderse como el prólogo de lo que es «Ciudadela». Aquí, el personaje central es la cárcel, el espacio de cada uno de sus lugares, la gente que los habita y la gente que entra y sale de ella. La tensión entre lo que significa estar dentro de la cárcel y lo que significa estar fuera de ella es mucho más compleja que una simple tachadura de fronteras. Estar en la cárcel no es lo mismo que vivir en una casa, junto a las personas que uno ama o solo: ésta es una verdad que cada uno de los personajes que conocemos en «Ciudadela» nos revela radicalmente. Otro es el conflicto de la libertad: ¿está condicionada al encierro, a la libre elección de la rutina, de los juegos en los que se participa, de las danzas que uno baila, a con quién se casa uno, a cuántos hijos decide tener?
Mondaca y su equipo se acercaron a la cárcel de San Pedro tres años antes de concluir el documental, estrenado en el Festival Internacional de Documentales de Amsterdam, Holanda, el 2011. Se presentó el proyecto a los dirigentes de la cárcel, que permitieron que durante semanas se filmara dentro de la cárcel. Como cierre de los objetivos de la película –que pueden resumirse en la restitución de la dignidad de las personas que habitan la cárcel de San Pedro y la construcción de una mirada ética que se acerque a ellos sin la costumbre de los clichés o el falso asombro ante un objeto de estudio– la película se presentó por primera vez en Bolivia en la cárcel de San Pedro.
En una función que no se manejo como noticia para la prensa y que fue cerrada sólo para el público de la cárcel, Mondaca exhibió «Ciudadela» y discutió con el público después de la proyección. Después de esta presentación, la película realizó un circuito de visionados poco usual: Mondaca no quería que la película sea un producto de las salas de cine, sino una pieza, un material para discusión. Es por esto que optó por exhibir la película en cineclubes y centros culturales de La Paz y Santa Cruz de la Sierra, desde octubre del año pasado hasta la fecha. El Festival Transcinema de Lima es, este año, uno de los primeros festivales de la región donde se programa el documental.
En la citada entrevista con La Prensa, Mondaca resume: “la reflexión más fuerte es que esa gente me demuestra que la vida existe, que es un regalo y que hay que luchar por ella, al margen de una sociedad que te arrastra hacia un castigo o que te condiciona a tener cierto tipo de actitudes. El hecho de cometer un delito no es algo gratuito, sino es también una construcción de la sociedad, esto hay que entenderlo, porque la solución no son las cárceles, sino que implica muchas más reflexiones y tendría que ser más pensada”.
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