En el Seminario Cine Independiente Norteamericano, organizado en el 17° Festival de Cine de Lima, se realizó con importante concurrencia principalmente de jóvenes, la charla del historiador de cine, periodista y crítico cultural Peter Biskind, quien abordó una serie de temas vinculados a esa franja de la producción y al cine en general.
Autor de libros como Easy Riders, Raging Bulls: How the sex, drugs, and rock ‘n’ roll generation saved Hollywood, y ex director ejecutivo de la revista Premiere, Biskind expuso diferencias básicas respecto de la gran industria. Afirmó que el cine independiente podría dar buenas o malas obras que lograran la taquilla justa para seguir filmando, «pero que siempre serán suyas», mostrando sensibilidades individuales y con un proceso «mucho más igualitario», mientras que el de Hollywood es más dado a las jerarquías y construía «películas hechas de fábrica».
«El marketing tenía una mala reputación, pero siempre fue parte del corazón del negocio del cine independiente, que se basaba en el boca a boca; el de Hollywood sólo saturaba al público de publicidad», indicó el intelectual estadounidense, quien recordó además que «los directores vendían hasta su propia sangre para financiar sus películas» y que «con presupuestos muy bajos y tiempos muy cortos, detrás de la cámara todo era muy dramático».
Biskind, articulista en publicaciones como Rolling Stone, The New York Times, Paris Match, La Nación, Sight and Sound, Cine Trimestral y The Washington Post, y editor colaborador de la revista Vanity Fair, comentó que en la actualidad el incremento de la producción no significa necesariamente una mayor facilidad para la exhibición y distribución del material.
«Precisamente porque ahora es más fácil hacer una película, es más difícil que la gente la pueda ver. Son muchas», aseveró, a la vez de remarcar que «siempre se tiene que reinventar la rueda, sólo con ser un director destacado no es suficiente para hacer una buena cinta».
Asimismo, Peter Biskind recordó que en la historia del cine independiente, Sexo, mentiras y videotape de Steven Soderbergh, fue «el gran big bang”, de cuyas ganancias pudo vivir un tiempo Miramax Films en los años 90, y que el siguiente hito, bajo el sello de esa misma productora, lo alcanzó Pulp Fiction de Quentin Tarantino, que costó 8 millones de dólares y superó, por primera vez, la valla de los 100 millones en la taquilla de una producción independiente.
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