En la cartelera cinematográfica el último mes del año tiende a ser de transición. Si bien existe una sobreoferta de títulos infantiles insoportables, empiezan a salir algunas luces y esperanzas puesto que la temporada de premios se acerca.
Jobs
La película biográfica sobre el fundador de Apple, Steve Jobs, considerado un ídolo de la innovación y modernidad actual, había sido tan maltratada por la crítica, que en algún momento quería que me gustara, sólo porque todo el resto la había odiado. Pero hay veces que hay que apoyar la opinión mainstream, sobre todo cuando ésta es correcta. Jobs recuerda, durante gran parte de su metraje, a las partes vergonzosas de The Newsroom, con mucha musiquita sentimental de fondo para recalcar la importancia emocional de ciertas escenas. Muchos han defendido la interpretación de Ashton Kutcher, pero me parece que, a pesar de que es aceptable, haber decidido protagonizar una película con un guión tan básico es imperdonable. Este biopic no tiene sustancia, no conocemos realmente en momento alguno a su protagonista ni sus reales motivaciones. Además, la mayoría de las escenas conflictivas son más bien estáticas, con Steve Jobs discutiendo en una habitación, ya sea con abogados y gente de terno, o con otros colegas de trabajo menos innovadores que él. El retrato del creador de (al menos) la mitad de los gadgets tecnológicos que poseemos (o que queremos poseer) más bien lo establece como un niño porfiado con ideas fijas, que vence sus argumentaciones a punta de pataletas y traiciones a sus amigos y familiares. Esta película es como The Social Network formato TV movie cliché, lo que se demuestra en la cantidad excesiva de escenas con elaborados discursos en habitaciones llenas de personas, que por supuesto siempre terminan en aplausos formidables y de aprobación. Jobs, tercer largo de Joshua Michael Stern, logra algo muy difícil, que es odiar a Steve Jobs. Uno desea que se muera, y el tipo ya está muerto, por lo que la sensación durante su visionado es que por favor se acabe pronto. Olvidable, mal pensada y cuestionable.
Dark Skies
Familia común y corriente comienza a ser atormentada por sucesos sobre naturales asociables a fuerzas extraterrestres. Con una premisa más bien simple y sin grandes ambiciones, Dark Skies, de Scott Stewart, logra construir, lenta y correctamente, un suspenso notable. La familia protagonista sufre pequeños sucesos extraños, desde comida robada a movimiento de muebles durante la noche. Pero cuando las fuerzas misteriosas empiezan a escalar y, por ejemplo, un día despiertan y todas sus fotos familiares han desaparecido, dejando los marcos vacíos, el miedo también va aumentando, y su angustia se expande hacia el espectador. Siendo una película más bien del montón, este filme de terror extraterrestre logra su objetivo básico de asustar. Recuerda a un muy buen capítulo de X–Files, lo que para algunos puede ser negativo, aunque no en mi caso. Funciona porque su conflicto es que una familia sufre y no sabe a qué se está enfrentando, ese es su misterio. No es simplemente mostrar a alguien que lo está pasando mal y profitar de eso, como tanta película de la actualidad.
Prisoners
Los dramas de «niños desaparecidos» son un buen sub–género. La angustia que produce un hijo o una hija perdida visto en pantalla es un buen placer digno del cine: uno puede sufrir por algo terrible que sucede en la vida real, pero al saber que es una mentira parte de una ficción, está todo bien. La incursión norteamericana del canadiense Denis Villeneuve, acompañado por un gran reparto más un ambiente invernal, interesa mucho inicialmente. La trama y su set–up es sencillo: dos familias amigas y vecinas cenan juntas en el Día de Acción de Gracias, cuando las hijas de las dos familias desaparecen, lo que gatilla una incesante búsqueda e investigación, tanto desde sus padres como de la policía local. El problema es que lo que parte muy bien como un missing children drama se transforma en, gracias a la decisión de sus personajes, en una historia de abusos y tortura. Los padres sufren tanto que toman decisiones extremas, por lo que el misterio y la investigación pasan a un segundo plano. La explotación y pornografía del sufrimiento de todos se transforma en el protagonista de este drama de larga duración. Dicen que Incendies, su filme anterior, es aún más explotación, lo que sugiere que es un rasgo característico de su realizador.
The Hobbit – The Desolation of Smaug
El primer Hobbit («Un viaje inesperado») era pésimo: largo, y lleno de barbones horribles cantando. Esta segunda entrega de Peter Jackson, si bien es superior a su predecesora, aún no logra despegar. Este segundo Hobbit sigue siendo confuso, en mi caso me costaba recordar la misión original: Okey, hay un montón de enanos y Bilbo Bolsón con un anillo, pero ¿qué están haciendo y hacia dónde van?, se me repitió como pregunta varias veces durante su metraje de 161 minutos. Si bien ya no hay canciones insoportables, la cantidad de personajes y sus largos diálogos gratuitamente solemnes, sumados a escenas que parecen haber sido escritas para construir un ride en un parque de diversiones más que para narrar la historia original de Tolkien, confirma que esta trilogía está muy enfocada en un público adolescente. Además, el 3D exhibido sigue con los 48 cuadros por segundo (en vez de los tradicionales 24), lo que provoca una visualidad extraña y muy poco cinematográfica. Todo se ve falso, sobre iluminado y luce como una película de TV de los 80, mermando la credibilidad de sus grandes parajes y batallas.
Blue Jasmine
Para los fanáticos de Woody Allen, en los cuales me encuentro, siempre es una buena noticia y una alegría cuando llega a cartelera la entrega anual del director más prolífico de nuestras vidas. Además, con el correr de los años, la esperanza de que «ésta por fin sea buena» ha ido creciendo, si se consideran sus últimas entregas. En este sentido, Blue Jasmine es una buena película, pero parece mejor de lo que es, al compararla con la realización anterior A Roma con amor. Esta historia de ascensión y caída social de Jasmine (una formidable Cate Blanchett) es una fábula sobre la ambición desmedida y el clasismo. Su protagonista femenina, luego de años de lujuria en New York gracias al poder económico de su marido (Alec Baldwin), debe vivir con su hermana (Sally Hawkins) de clase media en San Francisco. Así, Jasmine debe aprender a vivir de forma «normal», teniendo que pasar de una opulencia y de tener todo, a una vida austera y donde además debe autosustentarse económicamente. Lo mejor es que el guión logra mantener esta tensión durante toda la película, a través de flashbacks muy bien situados, pero además en su desenlace logra sorprender con un final sorpresivo que hace reformular toda la atracción y empatía hacia sus personajes principales, ampliando la reflexión social (que Allen siempre realiza) sobre la ambición hacia una historia sobre orgullo, dolor y traición.
Diciembre del 2013 no fue un mes muy glorioso en la cartelera, la mayoría de lo que se pudo ver en Chile no era de tanta calidad. Aún así, se pudo apreciar la muy buena Blue Jasmine, lo que vale la pena. Es de esperar que enero, y los meses siguientes entreguen mejores títulos. ¡Feliz Año Nuevo para todos y que el 2014 sea un muy buen año de cine!
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