Mi primera nota en Cinencuentro salió publicada el 1 de marzo de 2007. Era un refrito. Bueno, en verdad era una nota que había levantado en mi blog personal sobre la grabación de un cortometraje de Javier Corcuera en Belén, el barrio más popular de Iquitos. Lucho Ramos, master Jedi, me invitó a formar parte de la nueva plana de colaboradores, que entonces sumaban más de dos decenas.
Nunca se lo he dicho a Lucho, creo (o sí, no recuerdo muy bien) pero igual ahora lo hago público: siempre me pareció alucinante que me invitaran a escribir en uno de los blogs sobre cine más pajas y dinámicos de América Latina. Yo, que en ese entonces tan solo había formado parte de algunas producciones pequeñas pero pujantes, pero también estaba obstinado en dejar la vida en notas sobre filmes.
Escribir en Cinencuentro, para mí, ha sido desempolvar no sólo viejos recuerdos vinculados con el cine (la experiencia misma de vivir a través de actos concretos) sino también la energía pasional, visceral, troll y lúcida de hablar de cintas, las que he amado, las que me han parecido geniales, las que he sentido sobrevaloradas, las que debían ser reivindicadas, las que necesitaba rescatar del hipsterismo militante, las que odiaba (y odio).
Escribir sobre cine, sin ser crítico ni pretender ser uno, también ha significado encontrar un campo de batalla o una capilla virtual. A veces uno hace textos no para pretender cambiar la opinión del mundo sobre tal o cual película, sino para encontrar gente con la cual debatir (o pelearse, en buena o mala ley) pero también encontrar prójimos o patas que creen en lo que dices, que comparten tu amor o tu exagerado fanatismo por ciertos directores, por determinadas carreras, por ciertas actrices. El militante cinéfilo cree tanto en el filme como estructura, como en la banda sonora, en la foto, en el diseño de los créditos.
Escribir en Cinencuentro ha sido igualmente una forma de encontrar amigos, todos ellos guiados por la emoción de las películas. Desde editores como Gabriel Quispe, el webmaster Laslo Rojas, el gran Antolín Prieto, hasta gente que sorprende por su calidad para escribir como J.J. Beteta. Además, algunos de los colaboradores son ahora respetados y queridos colegas.
9 años después del inicio de la aventura cinencuentrera aquí estamos, aquí estoy. Escribir de cine, escribirlo aquí, no solo es alegría y placer, sino finalmente, también, una extensión de la hermandad cósmica, que ésta también existe. En esta época de hashtags, trending topics, noticias de último minuto que al minuto dejaron de serlo, no hay nada más paja, friki y enriquecedor que perder un rato de tu tiempo, frente a una pantalla, luego de haber visto una película, para ganar más vida. Vida cinéfila. Vida cinépata. Vida, a secas.
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