Operación Monumento (The Monuments Men, 2014), el quinto largometraje dirigido por George Clooney, es una película correcta, sobria, meridiana, tributaria de hechos reales y de su fuente libresca, sobre la búsqueda de grandes obras del arte y la cultura mundial que un grupo de expertos internacionales realizaron en el marco de la Segunda Guerra Mundial para salvarlas de la destrucción nazi.
Así como Ben Affleck sacó adelante el proyecto de Argo, como director, productor y protagonista, Clooney –no por casualidad coproductor también del filme ganador del Oscar 2013– asume esos mismos roles, incluso encarnando el personaje que lidera un trabajo de equipo para desarrollar la compleja e inusual operación militar, y además el de coguionista, volviendo a juntarse también con el versátil Grant Heslov, productor de sus películas firmadas anteriores (Buenas noches y buena suerte, Leatherheads, Los idus de marzo) y de Argo igualmente.
Se trata, pues, del tipo de película hollywoodense relativamente mediana –con un presupuesto de 70 millones de dólares– que hace viable un star como Clooney, al involucrarse personalmente y concretamente ponerle su rostro, dotada de un diseño de producción sólido pero carente de atractivo suficiente para ser un gran éxito de taquilla o crítica. Se extraña en esta historia la agudeza y el nervio que el director ha mostrado en otras cintas de mayor vena política, como Buenas noches y buena suerte y Los idus de marzo (hasta Argo fue más arriesgada, en el sentido de tomarse claras licencias y alterar los hechos que narra para hacer un relato más intenso y, por supuesto, más proestadounidense).
Operación Monumento se aleja del tono más personal de su autor y, quizá con excesivo respeto al libro homónimo de Robert Edsel y Bret Witter, se dedica a ilustrar la trama escrita por Clooney y Heslov de pesquisas, mapas, tanteos y hallazgos subterráneos, sin mayor aprovechamiento del suspenso, entre las apariciones intercaladas de las estrellas Clooney y Matt Damon, y el contrapeso de figuras secundarias como John Goodman y el siempre preciso Bill Murray, con gesto distante y descreído. La esplendorosa Cate Blanchett luce aquí con perfil bajo y más bien colaboradora con la marquesina. Finalmente, Jean Dujardin, quien se llevó el Oscar por El artista, sigue en el papel del galo curioso (o suizo, como en The Wolf of Wall Street).
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