A los 40 es una comedia simpática cuyo principal interés es entretener y hacer reír, lo que consigue en grado relativamente cercano a Asu mare, la anterior película de la productora Tondero. Por tanto, no hay que pedirle más, ya que cumple su objetivo con creces.
La estructura de la cinta es poco original. Un reencuentro de cuarentonas más o menos regias en el colegio donde pasaron su infancia y adolescencia es motivo para la puesta en escena de historias del pasado y el presente de estas chicas y sus parejas en la fiesta. El guión está correctamente articulado en términos de la receta para este tipo de filmes, los giros dramáticos funcionan y algunos son ingeniosos, al mismo tiempo que no exhibe los vacíos y las fallitas de Asu mare.
Situaciones basadas en el encuentro y desencuentro de caracteres entre los diversos personajes se intercalan y –junto con un oportuno dato escondido– hacen avanzar la acción hacia un casi previsible y armonioso final. Pero lo simpático está en los diálogos, varios de ellos muy logrados en términos cómicos. Hay humor visual (la escena en el set del programa del personaje de Johanna San Miguel) pero también frases descabelladas, como cuando el personaje de Carlos Alcántara «descubre» que «ha nacido una planta». Por otro lado, la realización es correcta y sin mayores pretensiones que las de hacernos reír.
Como en el caso de Asu mare, el director Bruno Ascenzo recurre a personajes y actores muy conocidos de la TV peruana, algunos de los cuales prácticamente se representan a sí mismos. En esa línea hay un atisbo de autenticidad, cuando el personaje de San Miguel exclama: «¡sé que soy un fraude!» (lo que si se traspone del guión al personaje televisivo podría pasar como una crítica a ese medio).
Asimismo, A los 40 mantiene el tema de la discriminación, pero relacionado esta vez con las parejas homosexuales y el compromiso con la unión civil. Mientras que, por contraste con la anterior película producida por Tondero, la acción del filme que comentamos transcurre en escenarios de clase alta, con parejas de profesionales exitosos siempre de la esfera mediática y una pareja disfuncional de clase media, que abona al contrapunto cómico. Sin embargo, las canciones –huachafas y pachangueras– nos retornan a un pasado clasemediero, lo que sugiere una cierta intención «aspiracional» en la evolución de los personajes. Intención que también aparece en Asu mare.
Aunque combinados de distinta forma, estos componentes buscan el reencuentro con el mismo público que logró el taquillazo de la década para una cinta nacional, lo que está consiguiendo hasta el momento. En esa vocación taquillera ha venido en ayuda de la película el boicot del grupo «Parejas Reales», que considera como «no reales» (léase, excluye) a aquellas parejas o familias que no están constituidas por un hombre y una mujer. Esto, de por sí, atraerá público por la sugerencia de un morbo que no aparece por lado alguno. Más bien la obra es inocentona, trata este tema con sobriedad, un poco atemperado, light, pero con el énfasis requerido para evidenciar la postura del realizador, los actores y el equipo de producción.
En suma, A los 40 es una cinta muy divertida, entretenida, ligera, fresh, taquillera, casi intrascendente, volátil, olvidable… salvo por el recuerdo de haber pasado un buen momento de relax y humor sano. Vinagrillos, renegones y encarnizados viudos/as del cine peruano, abstenerse.
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