Cannes 2014: El periodismo y cómo fotografiar a Sophia Loren


Acepto la acusación común al cinéfilo: alienación. Una maratón que supere un cuarto de día es un buen argumento. Te quedas inerme. Además el resto del día nadie que ande en esto, y en este ritmo, lo aprovecharía para algo que se aleje mucho de lo que ha visto, de lo que cree haber visto, y al fin, de lo que puede, o lo que quiere ver (y ahí el otro espíritu). Pero debo esgrimir que las redacciones me enloquecen, sobre todo el bulín del inmediatismo en el que se pretende desplegar la información.

Inmortal. Sophia Loren en Cannes 2014.

Es fácil suponer cómo funciona: la época del hipertexto les ha traído acá, a la sala HP del segundo piso del palacio, antes han firmado un contrato, uno que otro recibió el ticket con destino Aeropuerto Internacional Niza Costa Azul y debe haber saltado del asiento para luego recibir la instrucción con sumisión: ahora es ayer. Pero si ahora fue ayer hay que ir viendo infinitamente hacia lo de mañana para poder estar más o menos al corriente. Y lo visto se vuelve paleolítico con la velocidad del ancho de banda, y más, lo visto ahora durará lo que tarde y punto.

– ¿Qué opinas de Jauja?
– Eso fue ayer, ¿tienes algo de hoy?

Esto nunca me ha jugado a favor, soy demasiado lento y bruto para este ritmo así que en un momento decidí no tener teléfono, Facebook, reloj o formato de escritura. Y así tal cual me manejo en este festival. Pero lo del reloj no es buen plan todo el tiempo, así que me guío medianamente por el apuro de la gente o la efervescencia del público para saber más o menos si debo correr o no. Generalmente llego a tiempo y las colas se hacen relativamente cortas si se llega a buena hora. En las colas tampoco hay mucho apuro a pesar de que siempre está la latencia de quedarse afuera por esto del clasismo del color del carné (curiosamente he visto uno aún más importante que el rosa de prensa y es blanco…). Aunque hay poco feedback a diferencia de los festivales que he ido antes, me ocurre quizá un poco por los muchos idiomas que se cruzan, y otro tanto porque acá los periodistas andan aparentemente mucho más ocupados.

Tal vez esto tenga la explicación en que los temas del día a día tienen una relevancia mediática mayor y nadie esté de ánimos para conversar, o porque les ha cobrado factura el efecto de la pompa del oficio. Un par de señores al costado conversan sobre cómo fotografiar a Sophia Loren, revisan el archivo, hablan sobre los lentes, los flashes y acaban revisando videos de youtube. La locura de los redactores de texto no tiene nada que hacer frente a la de los camarógrafos: eso es para gente curtida, que puede cruzar de punta a punta un vagón de subterráneo lleno sin despeinarse. Patada, puño y sonrisa, todo a la vez. Luego está el tema de descargar la información y en muchos casos hacer un montaje corto de materiales que pueden ser de horas. Es fácil explicar cómo se llenan rápidamente tachos inmensos de vasos de café que lógicamente aquí es gratis: humanitarismo puro.


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