El rostro, de Gustavo Fontán, obtuvo un premio especial en la competencia especial de Vanguardia de Fronteras Destruidas, en el marco del Festival de Lima Independiente 2014, que ya había tenido la oportunidad de haberla visto en el BAFICI de este año.
Fontán ha sabido construir un relato, libre de cualquier tipo de narrativa clásica. Ahí nos transporta a un lugar determinado de la provincia de Entre Ríos, a orillas del río Paraná, narra la historia de un hombre que llega hacia un lugar donde en algún tiempo hubo un caserío pero que en la actualidad no hay nada, solo el olor de lo perdido, lo que fue su origen de vida. Reuniéndose con sus seres cercanos, y evocando a sus antepasados ya desaparecidos, mostrándonos de una manera poética un dolor interior muy personal.
Es una película rara, que no nos cuenta una historia de una forma convencional, está alejada de toda esa narrativa clásica. Explora un universo inasible, compuesto por climas, atmósferas, estados de ánimo, sentimientos, con un grado de lirismo mágico, el director propone lo abstracto, y ese tempo cinematográfico mostrado, es ahí donde radica lo fascinante de este universo fílmico. Fontán es realmente un poeta del cine, su melancólica visión propone el trabajo del blanco y negro en diferentes formatos, desde el Súper 8, 16mm, pasando por el video. Es una exploración estética no narrativa, asincrónica, genera sensaciones de quiebres entre el pasado y el presente de un universo de personajes muy íntimo y personal.
El rostro es una mirada sobre la construcción de una vida llena de experiencias intimas con aciertos y desaciertos, buscando auto reflexionar nuestros desatinos. Gustavo Fontán es un artesano de la asimetría de sus personajes y hasta en la contemplación del río. Este filme es un acercamiento a lo poético, a la búsqueda de un todo, poniendo al espectador como un de invitado especial.
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