Bruno Dumont. Probablemente el gran mérito de los organizadores para este año sea haber apuntado a contar con la presencia de Bruno Dumont, pero, sobre todo, de incorporar a su programación todo el corpus del trabajo del francés y así dejar a los espectadores construir una opinión propia, fuera de la gran repercusión de los premios que ha podido acumular.
Los temas donde ahonda Dumont abarcan la condición humana y la fe, o el desencuentro de las dinámicas de las sociedades contemporáneas con una espiritualidad ávida de respuestas en tiempos oscuros y esquivos para la concepción de una moral única en un tiempo de una sociedad globalizada. Sería fácil reducir el trabajo de Dumont a aproximaciones sobre catolicismo, como fácil, sesgado, y sobre todo miope e injusto: el cruce con la religión nunca puede alejarse de la concreta raíz humana del miedo, la verdad, el otro vs el yo, la trascendencia de la existencia, o ella misma.
Si bien es cierto su narración se incorpora en una tradición europeo–católica, el contexto justo, y las puestas, que varias discurren entre el virtuosismo y el preciosismo fotográfico, se distancian mucho de la propaganda. Las películas de Dumont, presentan en todos los casos la actualidad de sus cuestionamientos enmarcados en casos sobre violación, pulsión asesina, ataques terroristas, migración, u opresión de clases; la actualidad de los grandes temas de las películas de Dumont son plenamente identificables en La vida de Jesús, La humanidad, Hors Satan, y quizá su más grande película, Flanders; adhiero interés sobre la presentación, para mí inédita, de P’tit Quinquin, aún sin estrenar en la televisión francesa, y solo proyectada en mayo, privadamente, durante el reciente famoso festival de la Costa Azul.
Por las plumas. Aunque muy resguardada por laboratorios y festivales, se trata de una aparentemente ligera película, por el soporte contextual tan claro y constante, mas lo cierto es que la comedia –de las muy pocas presentadas en el festival– de Neto Villalobos, presenta una lúdica visión de las aspiraciones nobles de una sociedad, del mismo modo que la simpleza de su puesta puede disfrazar su logrado esqueleto narrativo. De alguna manera esto aproxima a los pensamientos bellos de la gente que arrima sobre el pueblo iraní los grandes maestros de esa cinematografía. Aún la buenísima oralidad y virtudes de la elección casting, el protagónico del gallo se hace memorable.
Clásicos del cine francés. El festival no ha sumado información sobre el formato de proyección ni los procesos de restauración de las copias, sin embargo puede ser una buena experiencia para quienes las vieron, o un lujo para quienes sería su primera vez, ver en un cine grandes películas como Pierrot el loco, Jules y Jim, o Los niños del paraíso. A ello habría que sumarle El viaje extraordinario, documental sobre la restauración y re–filmación de algunos metros de Viaje a la Luna, pidiendo de paso al festival la aclaración de si se acompaña a esta proyección otra con la tan veces mentada obra capital de Georges Méliès.
Eielson Des–Nudo. No la he visto, pero las posibilidades del material de Patricia Pereyra podrían acercarse a las documentaciones más importantes del arte nacido en nuestras tierras con el seguimiento de los últimos días de la vida de Jorge Eduardo Eielson, acaso nuestro más renombrado poeta después de César Vallejo. Como muestra sumo la anecdótica respuesta de la NASA a una propuesta suya, aventurada como su obra:
El Dr. Muller me pidió que revise su propuesta de colocar en la luna el objeto de arte «Tensión Lunar». La nave espacial Apolo es muy limitada tanto en peso y volumen como para transportar objetos que no sean los indispensables para la seguridad y el apoyo de la tripulación y lo necesario para llevar a cabo la actividad científica a la que la NASA se ha comprometido. Su propuesta fue de nuestro interés pero no puede llevarse a cabo dentro del plan actual Programa Apolo, debido a nuestras limitaciones existentes. Nosotros en la NASA agradecemos su sugerencia y su interés en el Programa Lunar Apollo.
Atentamente,
Sam C. Phillips
Teniente General, USAP
Director del Programa Apolo
Mapa. Desatado el cine, el núcleo narrativo es tan abierto y lúdico como debería ser una trama o una estructura. Con las herramientas del documental en primera persona el protagonista enarbola un viaje por su relación y sus creencias y a medida que torna una versión de alguna especie de road–movie hacia la India, y, sobre todo, hacia sus arquetipos, deconstruye géneros y herramientas, enriqueciendo el relato, y claro, su cine. Pequeña gran película.
Días de Santiago. En su momento sindicada como la gran película del cine nacional, siempre será materia de análisis. ¿Por qué el uso de algunos planos en blanco y negro cuando no entabla un diálogo con la subjetiva del protagonista? ¿Por qué tantos travelings? ¿Era necesaria poner así la secuencia de montaje del taxi? ¿Qué diablos es lo que dice en sus diálogos el padre? ¿Santiago muere? Pasan los años y viene envejeciendo bien el debut más auspicioso de estos lares.
Homenaje a Guy Sherwin. Se presenta un programa corto pero representativo que contiene Man with Mirror, registro de una performance, que enmarca un momento bastante actual del devenir de la carrera de Sherwin; Railings, intervenciones materiales sobre el filme acerca del sonido óptico; Short film series, montaje de bobinas de 30 metros de las viejas cámaras pocket de 16mm que ha filmado el director desde 1975, material muy difícil de ubicar por lo que habría que saludar su inclusión; y por último Messages, en la cual me detendré: ocurre un acercamiento a la dialéctica del concepto–palabra, en una maraña de reflujos de la semiología; se trata de una aproximación personal y ahí su gran valor, sobre la construcción del significante de las palabras para su hijo que recién comienza a articular la gramática.
Sherwin trata desde esta reflexión íntima la historia de la constitución lingüística en el hombre, en comparaciones entre los bellos garabatos o dibujos en la arena que colige con amor de su hijo, con códigos de toda clase de procedencia, data y uso: es más humano de lo formalista que puede parecer, una humanidad que se repite afirmando que los códigos, como el de los lenguajes, son precisamente invenciones y juegos de los hombre. El suyo, su juego dentro del juego, tiene un arma ágil y grácil en el montaje que con pocas respuestas, y muchas preguntas (varias textuales incluso), expone una función primigenia de las artes.
Uyuni. Yuxtaposición de dos formatos (S8mm y video analógico) que advierte una suerte de subjetiva compartida entre los protagonistas: una pareja que se la pasa mal en un viaje a un pueblo cercano al salar de Bolivia. Breve ejercicio preciso, plásticamente bello y, sobre todo, personal y honesto.
No las vi pero suenan interesantes: Resisfilm y Denkilber (Pablo Marín); Dos cartas a Ana (Guerín); Bristin Line (Chris Kennedy).