Una película de episodios, incluso cuando una sola persona asume la dirección y el guión, como es el caso del argentino Damián Szifrón, suele tener altibajos.
No es la excepción Relatos salvajes, con unos pasajes más logrados –los del avión, la carretera y el empresario extorsionado– que otros, como el último, el de la boda nocturna, que adolece de un giro poco sostenible. El producto global no es magistral, pero alcanza indudable calidad.
Son seis tramas autónomas entre urbe y periferia, de atribuladas individualidades y colectividades, en las que brillan estrellas del cine argentino como Ricardo Darín, Leonardo Sbaraglia y Darío Grandinetti y notables figuras como Nancy Dupláa, Julieta Zylberberg, Erica Rivas, Walter Donado, María Onetto, Óscar Martínez, etc. Pero esas performances son parte del conjunto, nunca hay un lucimiento excesivo que condicione la propuesta alrededor de sus presencias.
Damián Szifrón es hábil y eficaz para narrar en breves minutos, a un ritmo preciso y con diversidad geográfica y narrativa, microcosmos que estallan por situaciones extremas de irracionalidad que se presentan en tiempo real o durante unas horas o semanas; en espacios cerrados, casi como prisiones, o al aire libre igualmente opresivo, como en la road movie persecutoria que recuerda Duel, una de las obras juveniles de Steven Spielberg. Asimismo, aunque se diferencien en el número y la duración de las historias, la estructura rememora las clásicas cintas italianas de autoría grupal, tipo Los monstruos, que a partir del ámbito local también trazaban una mirada irónica y aguda de la sociedad de su tiempo más allá de sus fronteras.
El reto en cada historia es brindar de manera natural suficiente información del pasado personal, familiar y social de los personajes, para que funcione como antecedente y factor de predisposición al enfrentamiento con desconocidos demenciales, fantasmas reencontrados, buitres que aprovechan emergencias, una pareja enloquecida, los procedimientos de un sistema desquiciante o el designio maquiavélico de un sujeto ausente. Retrato crudo de burguesía, clases populares, jóvenes y mayores, hombres y mujeres, profesionales o no, ciudadanía común y corriente y personas públicas, con carencia o exceso de poder, y cerca de la política, como el oscuro candidato a intendente que guarda un sombrío pasado.
Relatos salvajes, blockbuster iberoamericano coproducido por los hermanos Pedro y Agustín Almodóvar, navega así en la zona reptiliana del ser humano, la guerra bípeda del metro cuadrado, el arraigo a la caverna en medio del confort y la desavenencia convertida en patología.
Nota. Este texto es una versión aumentada del publicado originalmente en la edición del 31 de agosto del Diario El Peruano.
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