Alejandro Small Rivera (Arequipa, 1991) es un joven cineasta peruano cuyos trabajos en corto y mediometraje formarán parte de una muestra en el marco del Festival Transcinema 2014, que arranca este viernes 24 de octubre.
En lo que sería el logro más destacado de su naciente carrera, Small concursó recientemente en la Competencia Internacional del Festival de Valdivia en Chile, con el mediometraje Microbús, una melancólica y entrañable película que a lo largo de sus 44 minutos acompaña a grupo de adolescentes en una noche de fin de verano limeño.
Una versión corta de esa película ganó el Concurso Nacional de Cortometrajes DAFO 2013. Alejandro volvió a ganar este mismo concurso este 2014 con Sopla!
Estos son los horarios de proyección de sus películas en Transcinema:
Microbús domingo 26 8pm y miércoles 29 8pm UVK Larcomar; «Perfil» y «Sopla!» viernes 24 5:30pm Sala Robles Godoy y jueves 30 a las 3:30pm Sala Robles Godoy.
Conversamos a continuación con Alejandro Small:
Tanto «Microbús» como «Perfil» se mueven en un mundo juvenil, urbano, íntimo y cotidiano. ¿Cómo se originan estas propuestas, que desde la ficción presentan un universo real, cercano al documental?
Más que algo planeado fue algo circunstancial. En «Microbús» fue más una cuestión de coger la cámara y salir a grabar. La idea era probar cosas y estar abiertos a lo que suceda en el instante. El hecho que tenga momentos muy documentales se debe a que se grabó sin un guión. La idea era que, a partir de una escaleta, los actores vayan haciendo ellos mismos la película. En algunas escenas sí se marcaba más lo que debían decir o cómo hacerlo, pero en algunas la indicación era mínima. No tuve ensayos con ellos, salvo una reunión en la que se conocieron y, hasta el mismo día del rodaje, ellos no sabían que es lo que iban a grabar ni lo que iba a suceder. Sí había un guión técnico, con algunos planos muy marcados que partieron por un interés fotográfico y que luego dramáticamente eran importantes, pero también había planos donde la única indicación era cámara en mano y seguir la escena.
«Perfil» en cambio parte del found footage de una handycam y de la grabación desde la ventana de mi casa de una construcción de un edificio, desde su inicio hasta el final. Todas esas imágenes no fueron registradas pensando en algo en especifico, pero en un momento apareció la idea de la película que, a diferencia de «Microbús» donde todo el rato están hablando, aquí no escuchamos una sola palabra. Eso era algo que me interesaba porque forma parte también de cómo se dan las relaciones entre las personas en la actualidad. Creo que más allá de las similitudes que hay entre ambas propias de la temática juvenil que tocan, hay más diferencias. Al momento de grabar ambas pelis, lo que me interesaba era una exploración más ligada a lo formal y el hecho de trabajar con jóvenes facilitaba ese proceso.
En tus trabajos vemos una forma particular de montar, un corte rápido y algo nervioso, por ejemplo en «Sopla!» y «Microbús». Coméntanos sobre el proceso de edición de tus películas.
Cuando edito lo que busco es que la película no tenga nada que le falte ni que le sobre. El proceso varía según el proyecto. En «Lisandro y el amor» y «Sopla!» el guión jugaba un rol importante pero en «Microbús» y «Perfil» todo era mucho más libre, sabía que la película se iba a encontrar en el montaje desde un inicio.
Yo no tengo ningún apego por el guión. Una vez grabada la película ya no tiene importancia y hay que estar abiertos a la posibilidad que la peli que te imaginaste es muy diferente a la que tienes. No ser capaz de reconocer los errores del rodaje en edición o peor aún, no rectificarlos, va a dar como resultado una película floja. Cómo hacer eso dependerá del material con el que se cuenta.
Yo suelo utilizar muchos planos que se grabaron de casualidad, o incluso eliminar escenas para luego poder utilizarlas de otra manera como una escena musical o un inserto de otra escena. A veces el ritmo de una escena clave puede ser muy lento por ejemplo y encontrar la manera de replantearlo, ya sea alterando la escena o colocándola en otro lugar, es una fase del proceso de hacer una peli que más satisfacciones me da, porque es la propia peli la que te dice cómo debe ser y es ahí donde va encontrándose.
Cuéntanos cómo se dió la llegada de «Microbús» al Festival de Valdivia. ¿Qué referencias tienes de Valdivia?
La historia es un poco larga. Primero intente mover la peli por un par de festivales grandes que no tenían un limite de duración y por otros dos cuya competencia de cortometrajes aceptaba cortos de hasta 45 minutos, pero en ninguno fue seleccionado. Conversando con gente que está un poco más metida en el cine, me decían que era muy difícil que un festival de cortos programe una peli de esa duración, porque el hacerlo significaba quitarle la posibilidad a muchos más cortos de menor duración de estar ahí. Así que opté por hacer una versión reducida de 17 minutos.
A esa versión le empezó a ir muy bien. La seleccionaron en varios lugares y finalmente ganó el concurso de cortos de la DAFO en 2013. Con ese premio nos invitaron a una premiación en el Cusco donde John Campos, el programador de Transcinema, lo vió y le interesó. Ahí le comenté que existía un versión mediometraje. Se la mostré y creo que le gustó aun más porque fue él quien se la mostró a la gente de Valdivia, quienes la seleccionaron. Yo para esto ya creía que esa versión mediometraje no iba a mostrarla en ningún lado, y que la de 17 minutos iba a ser la definitiva, pero con la selección en Valdivia cambió todo.
Yo no tenia ninguna referencia del festival hasta que me seleccionaron y ahora que pude estar ahí, he visto su real dimensión. Es una ciudad hermosa con un festival con películas de primera. Mi anteriores cortos habían sido seleccionados en algunos festivales pero ninguno de la dimensión que tiene estar en la competencia de largometraje del Festival de Valdivia.
La Competencia Internacional de Valdivia indica que son películas de largometraje, sin embargo tu película no supera los 60 minutos. ¿Estás al tanto del criterio de selección de Valdivia, o hicieron una excepción en tu caso?
No estoy muy al tanto en verdad. Por lo poco que conozco de los programadores de festivales con los que he tratado es que tienen un cariño por el cine, hasta más grande diría yo, que los mismos cineastas. En ellos la pasión radica en proteger las películas en las que creen y si sienten que merecen una difusión van a esforzarse por eso. Me gustaría creer que fue eso lo que los llevó a seleccionarla más allá de criterios de duración.
[N.E.: El Festival indicaba justamente esto en su convocatoria de este año: «Debido a la gran calidad de obras de mediometraje que se están produciendo a nivel mundial, En la categoría Largometraje (internacional y nacional) se aceptarán films a partir de 40 minutos»].
Como ya vimos, en el caso de «Microbús» existen la versión mediometraje y cortometraje. Ambos son cortes y montajes distintos. ¿Cómo trabajaste estas dos versiones?
Al grabar «Microbús» yo creía que iba a ser un corto, pero hubo tanto material que me gustaba que una vez editada la peli terminó durando 44 minutos. Yo no tenía intenciones de acortarla para que fuese un corto o alargarla para que fuese un largo, simplemente esa era su duración.
Como les contaba antes, decidí tener ambos cortes por una cuestión de necesidad. O lo hacia o me quedaba con una peli que no se vería por no haber suficientes espacios para los mediometrajes. A la hora de hacer la versión reducida opté por eliminar todos los elementos narrativos de la peli para hacer algo más cercano a un momento o a una sensación, que era finalmente el espíritu de la película. Más que contar una historia era retratar un momento, y para eso lo que necesitaba era unir a través de sensaciones y de una manera natural todas esas situaciones que en la versión extendida tenían su razón de ser en la narrativa.
En «Sopla!» te desmarcas un poco de tus otros trabajos acercándote al género, al western y al cine de gángsters. ¿Cuáles fueron tus referencias para este corto? ¿Cómo fue trabajar con actores de mayor experiencia?
Revisé algunas pelis pero más que nada para ver cómo eran los disparos o en qué momento cortaban cuando había una balacera. Más que referencias cinematográficas lo hice para tener referencias técnicas. Yo tenía la idea de un grupo de asaltantes que robaba mientras tocaban música, y sobre eso se creó este mundo donde era posible que sucedieran todas estas cosas. «Sopla!» está siempre muy arriba, se podría decir que es una caricatura del western y justamente era el código que necesitaba para que funcione algo tan raro como un western fantástico que sucede en La Victoria.
No tengo ninguna predilección por trabajar con actores conocidos, no conocidos o no actores. Creo que cada peli es diferente y por tanto debe valerse de distintos recursos. A mi me es muy difícil dirigir actores. Ellos tienen una formación y para llegar a ellos se necesita conocerla. Yo aun no he tenido la oportunidad de profundizar en eso, pero por suerte para «Sopla!» mi asistente de dirección sí tenia esos conceptos mucho más claros y así fue posible llegar a transmitir a los actores lo que la peli necesitaba. Fue un placer trabajar con ellos, siento que aportaron muchísimo.
Cuéntanos un poco de ti. ¿Cuál es tu formación académica y tu experiencia profesional? ¿Cuál es el cine que te mueve, que te interesa, que te emociona?
Tengo 23 años y estudié Comunicaciones. En la universidad, a pesar de haber aprendido muchas cosas valiosas, el interés por formar directores no existe y el nivel de formación es muy bajo. Lo entiendo porque a lo que apuntan es a formar comunicadores audiovisuales pero no cineastas y salvo algunas excepciones, como los cursos teóricos de cine y un taller de documental que dictó Fabiola Sialer, siento que las pocas cosas que sé las aprendí dirigiendo mis propios proyectos y editando películas para otros.
Los cortos que he grabado son muy distintos entre sí por cosas del destino, como que se presentaba la oportunidad de grabar algo basado en improvisación o el género o lo experimental, pero justamente esa aproximación a proyectos tan distintos es lo que más me ha servido como formación para darme cuenta del cine que me interesa y de cómo abordar distintos tipos de películas. Creo que si las cosas que he grabado hubieran sido muy parecidas entre sí, no hubiera tenido una real formación.
Mas allá de los temas, me interesa el cine que arriesga, se trate de una peli de género o de la más experimental del mundo. Los directores que exploran todo el tiempo el lenguaje del cine, los que van contra las convenciones, creo que son los más valiosos.
¿Qué planes tienes a futuro?
El plan es seguir grabando. Sé que vivir haciendo cine es muy difícil, por no decir imposible, pero si hay un momento donde debo intentarlo es ahora y a eso apunto. Actualmente estoy escribiendo el guión de mi primer largo y cuando esté listo empezará el proceso de búsqueda de fondos para realizarlo. Si ese proceso se dilata mucho, también estoy dándole vueltas a otro proyecto de largo pero de bajo presupuesto. La idea es que el dinero no sea el impedimento para seguir filmando, y en esta época me parece que esta más que comprobado que no lo es.
Alejandro Small Rivera
Arequipa (1991). Graduado en Ciencias de la Comunicación y fundador de Gallinazos Cine.
Tres de sus cortometrajes han sido premiados en el Concurso Nacional de Cortometrajes, obteniendo una mención a mejor opera prima en 2012. Ha colaborado como editor en más de diez cortos y actualmente desarrolla el guión de su primer largometraje.
Filmografia
Mediometrajes
Microbús (2014)
Cortometrajes
Perfil (2014)
SOPLA! (2014)
Microbús (2013)
Lisandro y el amor (2011)
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