El segundo largometraje de ficción de Héctor Gálvez Campos, NN, tuvo su estreno internacional esta semana en el Festival de Roma, como parte de la sección Cinema d’Oggi (Cine de hoy). El festival culminó hoy sábado, resultando ganadora en esa sección la china «Shier gongmin» (12 Citizens) de Xu Ang.
Luego de su pase en el Festival de Lima en agosto último, NN tuvo en Roma su lanzamiento al mercado mundial. Y con este vinieron las primeras reacciones de la crítica internacional.
En The Hollywood Reporter le dan una nota aprobatoria, resumiéndola como «Una historia cautivadora de un pasado reprimido que resurge».
Luego amplían comparándola con el primer filme de Gálvez, ‘Paraíso’: «La historia de NN puede ser vista como una expansión de uno de los temas tratados en aquél previo filme, donde uno de los personajes del barrio marginal vive aferrada a una fotografía de su «desaparecido» padre. En esta oportunidad, una foto es encontrada en las ropas de uno de los «desaparecidos», una situación que intriga a Fidel (Paul Vega), el líder del equipo asignado a exhumar los restos en fosas comunes desperdigadas en las zonas rurales del interior del Perú».
[N.E.: Hay un notorio error en el review de THR. Confunden a la actriz colombiana Isabel Gaona con la productora Carolina Denegri, cuyo nombre está mal escrito: «….with Mario Bassino’s controlled camerawork and Carolina Delegri’s green-grey hues reflecting the doom and gloom for those fighting for the light of justice«].
Luego, Diego Lerer de Otroscines.com también ha reseñado la película peruana, y le sube el pulgar:
«Si bien en la segunda mitad el filme no sostiene el tono seco y riguroso de la primera parte, NN nunca pierde la linea ni hace de su denuncia política una suma de escenas y situaciones previsibles. Al contrario, ese NN que puede pertenecer o no, familiarmente, a esta mujer pero que, finalmente, pertenece a la historia de todo un país es una metáfora que no necesita mayores subrayados que los que producen las propias imágenes. Huesos de una historia que muchos prefieren esconder o guardar en otro cajón, casi tan opresivo como el que naturalmente debería haberle correspondido al cadáver.»
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