El juez es una película predecible. Si han visto otros dramas familiares o de relaciones entre padres e hijos, sabrán de antemano como se desarrollará. Pero también es una película excelentemente actuada, con momentos emocionales que funcionan muy bien. Quizás hubiera sido más interesante si a los actores de la talla de Robert Downey Jr., Vincent D’Onofrio, Robert Duvall y Vera Farmiga les hubieran dado personajes menos estereotipados y una historia más original, pero a la vez no puedo negar la efectividad emocional de la cinta.
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Downey Jr. interpreta a Hank, un abogado tremendamente exitoso que suele representar únicamente a gente que debería terminar siendo culpable. Se encuentra en medio de un juicio cuando se ve obligado a regresar a su pueblo de origen, Carlinsville, Indiana, para ir al funeral de su madre. Es ahí cuando se encuentra, después de muchos años, con su familia: su dos hermanos (D’Onofrio y Jeremy Strong) y su frío padre, el juez Joseph Palmer (Duvall), a quien no le ha hablado por años.
Durante su estadía en el pueblo, el padre es arrestado por asesinato. Es debido a esta ridícula acusación que Hank decide representarlo en la corte, en donde tendrá que batallar con Dwight Dickam (Billy Bob Thorton) y evitar que el juez vaya a prisión. Como se deben imaginar, toda la situación hará que Hank y Joseph se reconcilien (más o menos), y también hará que el primero vuelva a ver a su antigua novia de secundaria, la atractiva Samantha (Farmiga).
El conflicto principal de la historia, al menos al principio, parecer ser la acusación que se le ha hecho a Joseph, y el juicio que se desarrolla a partir de la misma, pero siendo honestos, ese no es el caso. La verdadera “carnecita” de la película está en la relación entre Hank y su padre, la manera en que interactúan, el origen de sus peleas, y cómo estos tienen que resolver sus diferencias y reconectarse para resolver el problema en el que se encuentran. No se trata de uan narrativa particularmente original (es muy fácil predecir que, efectivamente, los dos protagonistas van a terminar la película en mejores términos que al principio) pero funciona. Hay varias escenas que Downey Jr. y Duvall comparten que se sienten honestas y que logran crear una conexión emocional muy fuerte entre los dos, como una que se desarrolla en la habitación del juez, u otra que involucra a Hank ayudando a su padre después de un accidente que tiene en el baño.
Ayuda que las actuaciones sean de primer nivel, independientemente de qué tan bien estén desarrollados los personajes. Robert Downey Jr. sigue demostrando por qué es considerado como uno de los mejores actores de su generación. El carismático actor logra crear a un personaje con el cual es fácil identificarse, a pesar de ser principalmente un cretino. Sí, es cierto que defiende a gente a todas luces culpable, y sí, habla de más, pero a la vez es un hombre que ama a su hija y a pesar de las diferencias que tiene con su padre, está dispuesto a hacer lo que sea por evitar que vaya a la cárcel.
Es una actuación “grande”, muy animada y llamativa, pero funciona. Además, resulta refrescante ver a Downey Jr. en un filme relativamente pequeño, al menos en comparación a las películas de Marvel o de Sherlock Holmes. Como el juez del título, Robert Duvall da una actuación más sutil, pero a la vez logra salir un poco del estereotipo del personaje, desarrollando a Joseph de manera creíble y hasta a veces conmovedora. No hace falta decir que la mayoría de escenas que estos dos comparten son muy disfrutables.
Como el “interés amoroso” de Hank, Vera Farmiga da una actuación creíble y naturalista, a pesar de que no tiene mucho qué hacer. Su personaje es hasta cierto punto importante para el desarrollo de Hank, pero no interviene mucho en el conflicto principal, y de hecho me hubiera gustado ver un poco más de ella, o hacer que su rol fuera más trascendente. Como el hermano mayor de Hank, Vincent D’Onofrio aparece cuando la narrativa lo necesita; sin embargo hace un buen trabajo. Y como Dale, el hermano menor que tiene algún tipo de autismo, Jeremy Strong da una actuación un poco estereotipada pero sin embargo efectiva.
Los temas que maneja El juez, nuevamente, los hemos visto en varias películas anteriores, pero aquí están bien manejados. El choque de culturas entre la ciudad y el pueblo resulta bastante efectivo (y da a entender por qué Hank decidió irse de su pueblo natal y nunca regresar), y la humanización de nuestro protagonista, quien probablemente se haya vuelto mucho más frío y superficial al hacerse famoso como abogado, está bien trabajada.
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Se nota que este es un proyecto de pasión del director David Dobkin, quien anteriormente se había dedicado únicamente a hacer comedias. La fotografía del gran Janusz Kaminski (quien usualmente trabaja con Spielberg) es impresionante, y aunque el filme es muy largo (yo le hubiera quitado unos veinte minutos de metraje), nunca me aburrió.
El juez no me sorprendió en ningún momento, pero debo admitir que el verla fue una experiencia agradable y hasta a veces conmovedora. Con sus muy buenas actuaciones (especialmente las de Downey Jr., Duvall y Farmiga), hermosa dirección de fotografía y escenas individuales que funcionan de maravilla, esta película deleitará a más de uno a pesar de su predecible historia. Varias personas lloraron al final de la película en la función a la que fui; si una cinta puede lograr generar ese tipo de reacción en su público, pues no puede ser del todo mala.
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