Está en cartelera la película nacional La amante del libertador, reconstrucción de época que vincula el Perú contemporáneo con la lucha por la independencia, a través de una antigua casona que esconde reencarnaciones y asuntos pendientes.
Es el segundo largometraje de Rocío Lladó, que debutó en el 2008 con el filme Vidas paralelas. Se trata de una coproducción con Estados Unidos, desarrollada por las empresas Comunicación Audiovisual y Triangle Entertainment, titulada anteriormente Teresa, la novia del libertador y ganadora en el 2013 del Concurso de Distribución del Ministerio de Cultura.
Está protagonizada por Wendy Vásquez, Ana María Estrada, Gonzalo Revoredo, Luis Galli y Christian Rivero, quienes interpretan dos personajes cada uno, entre el pasado y el presente.
Conversamos con Lladó sobre esta visión romántica y alegórica de un momento crucial de nuestra patria.
Rocío, la cinta contiene romance, fantasía, Historia y narración paralela. ¿Cuál fue tu motivación principal?
La idea principal es que debe lucharse por los sueños. La transmitimos a través de un relato en paralelo, entre lo que ocurre en el presente y lo que pasó en 1820–21 en Lima. La fantasía, el romance y el misterio contribuyen a una narración atractiva para el público.
«Vidas paralelas» recreaba la guerra Estado–terrorismo, y ahora narras alrededor de la independencia del Perú. ¿Te atraen especialmente entonces las situaciones sociales extremas?
Me gusta mucho hacer historias en que el contexto juega un rol importante. Aquí es la Lima previa a la Declaración de Independencia, un momento en que un grupo de patriotas decidieron arriesgarse y luchar por la Libertad.
La película subraya que la independencia se logró con el esfuerzo de mucha gente, presentando desde actividades pequeñas, como coser uniformes o donar joyas, hasta conspiraciones ciudadanas o enrolamientos en Tropas Libertadoras. Creo que puede inspirar al público.
Aunque hay momentos que pudieron ser muy intensos, el relato prefiere la sobriedad. ¿No fue una opción apostar por el lirismo y el desgarro?
Narramos desde el punto de vista de habitantes comunes de Lima, donde había carestía y falta de información. El personaje principal es una mujer, que descubre la posibilidad de ser libre y de tomar decisiones. Hemos buscado reflejar el espíritu y las ilusiones de su tiempo, la forma de pensar y de actuar en la Lima de 1820–21.
Plasmas en pantalla la defensa del patrimonio cultural y evidencias que aún se puede hacer reconstrucción de época en el Perú, a pesar del poco cuidado y los incendios y derrumbes. ¿Cuánto se adecuaron las locaciones?
Defender nuestro patrimonio cultural es un tema fundamental que no es muy valorado lamentablemente. La parte del presente de la obra consiste, justamente, en impedir la destrucción de nuestro pasado, a través de la conservación de una casona colonial.
Es la investigación para encontrar el valor histórico del lugar, la que lleva a los personajes al pasado, al encuentro con los y las patriotas que lucharon. Ser testigos de la pasión y el patriotismo de estas personas, les lleva a tomar decisiones importantes y a solucionar asuntos pendientes, de otras vidas.
Hemos grabado en las casas Aliaga y Osambela, los conventos de Los Descalzos y Santo Domingo, el Monasterio del Pardo, las catacumbas de San Francisco y el Real Felipe. Todas son locaciones muy bien cuidadas, pero había que adaptarlas a los requerimientos de la puesta en escena.
(Nota: Esta es una versión aumentada del texto publicado en la edición del 30 de octubre del Diario El Peruano.)
Deja una respuesta