A pesar de estar presentada en el ya venido a menos formato de found footage, Así en la tierra como en el infierno es una película de terror efectiva que me mantuvo atento por la mayor parte de su duración. Quizás demora un poco en introducir a sus personajes y el conflicto principal, y el desenlace, aunque lógico, se siente bastante anticlimático, pero en general se trata de una cinta del género llena de sustos y que sabe muy bien cómo desarrollar una sensación de tensión y horror. Yo no me espanto fácilmente con filmes de este tipo, pero «Así en la tierra como en el cielo» me hizo saltar y taparme los ojos varias veces.
Nuestra protagonista es una bella e inteligente chica llamada Scarlett Marlowe (Perdita Weeks), una valiente arqueóloga que sabe hablar cuatro idiomas y ha dedicado años de su vida a buscar la famosa Piedra Filosofal. Sí, esa que vimos en la primera película de Harry Potter, y que tiene el poder de dar la vida eterna y curar cualquier herida. Junto con su camarógrafo, Benji (Edwin Hodge) y un excompañero llamado George (Ben Feldman), y después de seguir varias pistas, Scarlett decide meterse a las catacumbas de París para encontrar el legendario tesoro. Al principio George se rehúsa, pero después de tratar de entrar con la ayuda de un grupo de vándalos franceses liderados por Papillon (François Civil) y quedarse atrapados, no le quedará otra. Ya adentro, el grupo se encontrará con las situaciones más tensas e infernales que uno se podría imaginar.
El mayor problema que le encuentro a Así en la tierra como el infierno tiene que ver un poco con el ritmo. La primera mitad de la película carece de sustos, más bien concentrándose en explicarnos la historia y seguir a Scarlett mientras encuentras las pistas que eventualmente la llevarán a las catacumbas. No estoy diciendo que sean escenas aburridas; de hecho, se trata de un procedimiento fascinante, en donde se nos presenta a nuestra protagonista como una suerte de Lara Croft, decidida e inteligente, casi obsesionada con encontrar el tesoro del que tanto le habló su padre. No se trata de una caracterización particularmente original (contiene elementos tanto de la heroína anteriormente mencionada, como del legendario Indiana Jones) pero funciona. Lamentablemente, uno no viene a ver una cinta de este tipo por la sensación de aventura y descubrimiento, por lo que los ultrafanáticos del terror pueden aburrirse durante toda esta etapa.
Sin embargo, una vez que Scarlett y compañía se meten a las catacumbas y cruzan un cierto umbral, es que las cosas que ponen más interesantes. A pesar de estar filmada en estilo found footage, cosa que no siempre funciona (si no véase películas como «Cuarentena», el mediocre remake de «REC», o ciertos filmes peruanos estrenados recientemente), la película logra mantenernos en suspenso y tensión.
Las catacumbas son el lugar perfecto para ambientar una cinta de terror, y el director John Erick Dowdle las aprovecha al máximo, transmitiendo una innegable sensación de claustrofobia y desesperación, especialmente cuando uno a uno los protagonistas se van metiendo en aprietos o viendo cosas que no saben si son reales o no. En este caso, la manera en que la cinta ha sido presentada ayuda a que se sienta más verosímil, más aterrorizante y definitivamente más estresante, a pesar de que Dowdle abusa un poco de la cámara temblorosa. Lamentablemente tuve que ver «Así en la tierra como en el infierno» en la segunda fila de la sala de cine, cosa que no recomiendo. (Me mareé y hasta me dieron un poco de náuseas).
Perdita Weeks es creíble como Scarlett, una aventurera que no le teme a los riesgos ni al peligro, y que muchas veces se deja llevar por su curiosidad, dejando de lado a sus amigos. Es un personaje verosímil porque no es perfecto, y porque Weeks logra transmitir inteligencia sin parecer arrogante, ímpetu sin verse poco verosímil. Es refrescante ver a un personaje femenino fuerte en una película de terror, en vez de una clásica “reina de los gritos” que sólo sirve para ser rescatada por un hombre o para morir de manera asquerosa. De los personajes secundarios, los únicos que resaltan son Ben Feldman como George y François Civil como Papillon. Hacen un trabajo decente transmitiendo desesperación y pánico, y nunca actúan de manera demasiado tonta, como la mayoría de personajes de cintas de horror.
«Así en la tierra como en el infierno» es una buena opción para ver en los cines. Siendo una película que depende mucho de la manera en que es presentada para desarrollar tensión, y porqué no, del público con el que uno la ve para sentir esa sensación de terror colectivo, dudo que sea igual de efectiva si uno la ve en casa. No quiero malograr el final, por lo que sólo diré que no es particularmente bueno; en vez de terminar de manera chocante o en un clímax sorprendente, la cinta acaba de manera algo anticlimática y sosa. Eso y el excesivo tiempo que demora en proveernos con los mayores sustos hacen que no sea un clásico del género, pero en general se trata de un filme de horror que cumple su cometido: el asustar. Nada mal.
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