Atacada, la teoría del dolor es la opera prima de Aldo Miyashiro, una cinta expuesta en tres actos. Y es ahí donde comienzan los errores del novel director de cine, que piensa estar dirigiendo una obra de teatro, no una película.
Con actuaciones poco convincentes y personajes estereotipados, Andrea (Erika Villalobos) se presenta como una mujer seria, de conducta intachable; Patricia (Pierina Carcelén), la amiga, como la chica liberal que tiene sexo intenso con Gonzalo (Christian Rivero), el mejor amigo de Rodrigo Altamirano (Jason Day), que en menos de 10 minutos de conversación con Andrea, la golpea y viola, en un montaje de asociaciones, donde Jorge, el novio de Andrea, prefiere la pichanga con amigos y olvida a la novia, que consumado el acto es llevada a un hospital.
Desde ese instante, Andrea se enfrentaría al imperio Altamirano y otra vez recaeríamos en los estereotipos.
El padre del joven Altamirano es un desbordado Eduardo Cesti que solo atina a gritar y sobreactuar (con la frase “encima violas a una cholita teniendo una mujer linda”). Y cada escena sería una cadena de escenas clichés y absurdos, como la aparición de Beto Ortiz como médico legista. ¿Alguien podría creer eso?
Y entramos al juicio (que en el Perú no es como se muestra aquí, imitando a una cinta gringa). Desde el momento que tenemos de juez a una anciana de más de 80 años ya pierde credibilidad. Hay una abogada implacable (Sofía Rocha), antagónica de su propio sexo, por dinero.
Para contrarrestar tanta maldad en contra de Andrea, su padre (Carlos Gassols), quizás el personaje más convincente, pide un milagro a San Judas Tadeo, al estilo de la serie «La Rosa de Guadalupe», con la diferencia de que no habría un milagro sino una venganza personal.
Entramos en ese instante al tercer acto, quizás el fuerte de Miyashiro. El barrunto, la salsa dura de «Sabor y Control», los amigos de barrio buscando justicia, con el liderazgo de Miyashiro enamorado de Andrea, lo único orgánico de la película.
Los excesos llegan a un desborde total, homenajeando al filme «El vengador anónimo» de Charles Bronson. Pero, ¿en qué radicaba la intención de Aldo Miyashiro al escribir y dirigir esta obra? Para dar a conocer cómo la mujer peruana sin poder, al ser violada por un hombre poderoso, es maltratada por la clase alta, ¿era necesario tanto desnudo y sexo absurdo?
En nada aportaron al tema central del filme, que personalmente lo percibí como «la teoría del horror», por una narrativa simplona, con argumentos televisivos, donde el mensaje fue «ojo por ojo, diente por diente».
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