Existe un sentido común que se sostiene en la idea de que la crítica de cine se ha mantenido de espaldas frente al gusto popular. Si la prensa promocional informaba sobre los beneficios de ir a ver una que otra película, la crítica asomaba por algún lado para aguar la fiesta. Esta vieja polaridad, entre lo culto y popular, lo analítico y lo digerible, lo sofisticado y lo sencillo, que puede sonar muy decimonónica, caduca e inservible para analizar contextos sobre recepción o valoración del cine hoy en día, parecen cobrar vigencia cuando se involucran otros factores más allá de un tema de taquilla.
El contexto reciente de Asu Mare 2 me permite precisamente analizar un caso en especial y lanzar algunas interrogantes sobre si existe o no esta necesidad de una voz crítica que busque impactar de modo distinto en la motivación del espectador, o cuál es el rol que demandan las majors o distribuidoras transnacionales a una crítica de cine, más allá de la existencia de una prensa cinematográfica de notas y concursos, porque de que tienen un ideal lo tienen, y veremos por qué.
En el año 2013 apareció en Perú la página web Fanáticos del Cine bajo el auspicio de la Paramount y Universal, con el objetivo de crear expectativa en torno a los blockbusters semanales, con notas amigables y con concursos para ganar piezas de merchandising y entradas al cine, bajo el mismo influjo de Cinescape, pero trasladado a las redes sociales y sin una figura como Bruno Pinasco. Parecía tener un deseo mercantilista claro, logrando una empatía con un público juvenil, de la generación de «Crepúsculo», «Los indestructibles» y «Maléfica» (así de chocante). No tenía un staff identificado; redactores anónimos elaboraban las notas y no aparecía ninguna razón social o dirección que se responsabilizara de los contenidos. Los auspicios de las distribuidoras no reflejaba necesitariamente una línea editorial o algún tipo de padrinazgo comercial. Una web más de regalos y notas marketeras.
Dentro de este enfoque de difusión leve y que invita al consumo de este tipo de cine, se agrega una marca a Fanáticos del Cine: Al Pacine, un seudónimo para un grupo de comunicadores y que se muestra como un único personaje, tanto en la misma página de fanaticosdelcine.pe, como en alpacine.pe, o desde @alcineconal en Twitter, dentro de una maquinaria que logró postear, por ejemplo, más de 170 posts sobre estrenos y series en un solo mes.
Tanto la página de «Fanáticos del cine» como la de «Al Pacine» fueron creadas y propuestas desde IPG Mediabrands, una transnacional de agencias de medios que tiene como cliente a United International Pictures en el Perú. Hasta aquí no hay nada fuera de la común, nada extraño en ver a una distribuidora con una visión estratégica de acercarse a los clientes y relacionarlos de modo distinto desde el uso y empatía de las redes sociales. Lo curioso es que hasta hace muy poco esta relación no estaba clara, y que gracias a una pestaña añadida ayer en Fanáticos del cine, se puede leer: “Esta página es operada por United International Pictures Perú, la cual distribuye oficial y legalmente los productos cinematográficos en Perú de Paramount Pictures, Universal Pictures y de otras productoras no descritas en este documento”.
Las preguntas surgen cuando la marca Al Pacine, que siempre firma con este seudónimo y no se le conoce identidad, se pasa las dos primeras semanas de abril tuiteando y retuiteando más de cien mensajes que incluyen el hashtag #RapidosYFuriosos7 -la película estrella de Universal Pictures-, realizando concursos para regalar packs que incluyen gorras y polos, y luego se le permite publicar sin firma, en un diario de circulación nacional, una opinión poco favorable a la gran contrincante, la peruana «Asu Mare 2», la que bajó del box office nacional a la millonaria película de James Wan.
Aquí viene la duda, ¿cómo es que este personaje de ficción, que parece ser parte de una campaña comunicacional de las distribuidoras, lo cual le permite “entrevistar” a Vin Diesel en EEUU, colocar entrevistas editadas en programas como «Buenos Días, Perú» y regalar merchandising, muestra tanto interés por llegar a un público más amplio y con el análisis negativo de una película peruana y con el antecedente de críticas positivas a esa película irregular del fallecido Paul Walker? ¿Pasó lo mismo en otros medios con otra película peruana?
Ya anteriormente el diario La República había publicado otras notas de este personaje Al Pacine, como una entrevista a Megan Fox desde México, lo que se ve como algo usual a modo de notas enviadas por las mismas distribuidoras, pero lo que despierta suspicacia, sobre todo en este contexto, es la estrategia por levantar un film y opacar a otro. El tema en cuestión aquí no es la calidad de la reseña o crítica de cine en sí, si hubiera, no se trata de la existencia de opiniones diversas que aporten a la discusión sobre el nuevo cine peruano, sino se trata sobre el lugar desde que se escribe, un fantasma dispuesto a fungir de juez y con la necesidad de legitimarse con opiniones que no lucen independientes, sobre todo que constrastran desde el ámbito de lo ético, punto por el cual podría pronunciarse una entidad como Apreci, lo cual es necesario.
Y mi gran pregunta es, ¿en qué parte de la estrategia comunicacional de las distribuidoras se ubica la necesidad de crear a un “crítico de cine” populachero que celebre que Manoel de Oliveira es trending topic y que haga de cheerleader vivaz ante cada sol caído en la taquilla de Rápidos y Furiosos 7? ¿Quizás el miedo a la comedia peruana que hizo 2 millones y medio de dólares en una semana? ¿Un mal antecedente regional? Y allí vuelvo al inicio de este texto, quizás ya encontraron la fórmula para acabar con ese viejo sentido común del crítico como enemigo de lo popular, y no nos habíamos dado cuenta.
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