El incendio, de Juan Schnitman
La primera película en solitario del argentino Juan Schnitman, nos narra la crónica en 24 horas de Lucia y Marcelo, una pareja que van a tomar una decisión importante en su vida: comprarse su departamento. Con todo el dinero escondido en su ropa interior, están yendo al notario a pagar el departamento, cuando un percance por parte del notario pospone la compra para el día siguiente, ante lo cual aflorará la peor crisis de la pareja.
La historia va desenmascarando los miedos, nervios, inseguridades, desconfianza, reproches mutuos, quiebra el supuesto amor que se tenían, bordeando por un thriller psicológico. Es el sinsentido de un comportamiento caótico y desorganizado lo que los lleva a esa situación extrema e intolerable en la que se encuentran atrapadas.
El planteamiento de fotografía de la DF Soledad Rodríguez es también notable, alternando planos secuencia de cámara en mano con otros estáticos que nos introducen con eficacia en un universo personal e íntimo de la pareja. Pero «El incendio», en su segunda mitad, se desarma en errores de psicodrama, perdiendo cierto nivel de verdad. Esa manipulación emocional, dosis de crueldad excesivas, uso de drogas y armas, le dan a la película un final frío y poco creíble.
Theeb, de Naji Abu Nowar
Se trata de un muy interesante filme coproducción entre Jordania, Arabia Saudita, Qatar y el Reino Unido, que compite en la Selección Oficial. La ópera prima de Naji Abu Nowar narra con destreza un relato de supervivencia de un niño beduino quien queda desolado cuando asesinan a su hermano en un desierto de la provincia de Hijaz, durante la Primera Guerra Mundial. La columna vertebral de un guión concebido con sentido de suspenso verosímil (muy lejos de esas aventuras a lo «Lawrence de Arabia»), nos sumergimos en el universo de un niño que deja de serlo en circunstancias obligadas, confusas y adversas.
La impecable dirección de actores de Nowar, con la actuación soberbia del pequeño Jacir Eid Al-Hwietat, logra involucrarnos convincentemente en su mundo de soledad, teniendo que sobrevivir y convivir con el asesino de su hermano, cavilando una venganza, a lo largo de la película. La dirección de fotografía de Wolfgang Thaler trabaja al máximo la riqueza visual y narrativa de los desiertos natural del Medio Oriente. Theeb es un logro notable, dado el pequeño presupuesto con el que contó Naji Abu Nowar, quien logra aquí una película correcta, un thriller que cruza géneros entre el drama de dejar de ser niño para convertirse en un hombre, con toques de un western en el desierto.
Transeúntes, de Luis Aller
Esta es una película de una experiencia sensorial que personalmente me generó cierto nivel de desosiego y náuseas, no porque fuera un filme malo, sino que la utilización de cerca de siete mil planos para la realización del montaje, que duran casi tres segundos en cada toma, en un lapso de noventa minutos, puede desbordarte emocionalmente.
Sin una trama compleja más que entrelazar diversas historia entrecruzadas en las calles de Barcelona, rodada desde 1993, “Transeúntes” es una tarea de producción y postproducción sumamente importante. El ritmo usado por el director puede llegar a exasperar, a entristecer, a percibir una Barcelona pesimista. Aller busca una crítica social a la crisis por la que estaba atravesando la ciudad: falta de empleo, despidos, violencia, falta de educación, con grados de drama y espacio de humor, todo un universo de negatividad.
“Transeúntes” no es una película para todo público, por el frenesí de imágenes constantes, que es una catarsis sin respiro, te puede dejar sin aire para pensar o reflexionar, y quizás el extenso tiempo del filme, para la cantidad abrumante de planos en una hora y media, puede jugar en contra de la película. “Transeúntes” no deja de ser una película orgánica, creativa, sensorial e interesante, que debe ser de visión obligatoria, aunque va para un público selecto y arriesgado.
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